martes, 30 de diciembre de 2008

Repaso 2008

Vamos al grano:

Política: Los americanos están como un niño pequeño debajo del árbol de navidad. No pueden esperar para abrir el paquete y jugar con su nuevo presidente. Queda por ver si los últimos movimientos (Hillary Clinton, etc.) prueban que es un perfecto imbécil de derechas o un magnífico estratega político. En Puerto Rico... seguiremos en la misma mierda pero pintada de azul. Si alguien cree que llegará la estadidad, que siga fumándose eso que tiene en su casa. Si alguien cree que con las caras cebadas que poblaron la cámara y el senado (así, con putas minúsculas) lograrán un cambio, les deseo un año lleno de sorpresas, casos federales y ataques en la prensa. Mientras tanto, Aníbal disfruta de casa nueva y de un paquetón de billetes para su defensa que le regaló un pueblo en "crisis".

Economía: Los gringos se las ingeniaron para darle 700 billones de dólares a unos hijos de puta que juegan con dinero imaginario. Enron es una nación y no una historia pasada. En resumidas cuentas: la economía mundial se está largando al carajo con una velocidad que mete miedo. En dos años Puerto Rico será una desolada tierra postapocalíptica en la que la gente se mata por un sofá, un poco de gasolina o un bistec. Gracioso notar cómo se quejan los gringos y los puertorriqueños de los jodida que está la cosa mientras en Haití ya se comieron hasta los árboles y en África hacen galletas de barro.

Moda: Sorpresa! Hablaré de moda en este espacio. Cuando yo era mucho más joven los sujetos que tenían un mohawk siempre iban vestidos de cuero negro, escuchaban música rápida a decibeles ensordecedores y tenía pinta de ser personas con las que no te debías meter. Este año la cresta se puso de moda y cualquier imbécil prepubescente lleva una cresta capilar (a medio culo porque nadie de afeita los lados de la cabeza como se hacía originalmente). Juro que las ganas de forrar a ostias a cada pendejito con cresta son cada vez más difíciles de controlar. Igual de difícil de controlar son los niñatos con camisetas Affliction, Tapout o de cualquier otra marca relacionada con los mixed martial arts (hermoso deporte donde dos tipos en pantalones cortos de matan a golpes dentro de un octágono cerrado por una verja de metal). Si nunca te han dado un buen golpe en la cara y no le has roto la nariz o los dientes a alguien, te prohíbo que te pongas esas camisetas, mamón.
Por último, regreso al tope de la cabeza. Cada vez que piso un centro comercial me encuntro un individuo con media cresta y un poco de pelo semi-largo en la parte de atrás del cogote. Necesito que alguien me explique el propósito de ese arroz con culo capilar.

Cine y misceláneos: Este ha sido el año que menos he ido al cine desde que tengo uso de razón. Ni "Camarón" sacó el cine del hoyo para mi este año (sé que es vieja, pero yo la vi hace poco). Batman se quedó con la taquilla y la animación sigue convirtiendo en sueños muertos las ganas de hacer y ver cine con buenos guiones, buena dirección y buenas actuaciones.
He logrado no encender la radio en todo el año y veo muy poca televisión. Le agradezco a los dioses del sonido limpio y puro el vivir encerrado en 400 pies cuadrados en la muy musical ciudad de Austin. Sigo con mi flamenco, salsa, rock instrumental, reggae, música clásica, soul, etc.
Gracias a los dioses Dan Brown no sacó ningún libro este año...

domingo, 21 de diciembre de 2008

Mi amigo David

David es ciego. Es una de las primeras cosas que le informa a quien lo conoce por primera vez. Supongo que con ello pretende evitar malos entendidos y equivocaciones. Además de ser ciego, y de Amarillo, es profesor de la clase de radio, lo que lo convierte en algo así como mi jefe. El punto es que David es mi amigo y el pasado domingo por la tarde decidimos ingerir unas “refrescantes bebidas para adultos”, como las llama él, para celebrar el fin de un semestre extenuante.
A eso de las cinco de la tarde llegamos a un sitio de esos cuyo nombre totaliza 18 y compramos una caja de cerveza Shiner Bock. Caminamos hasta casa de David y empezamos a vaciar botellas, escuchar música y discutir las pequeñas aventuras y batallas campales que suelen darle vida a un semestre académico. Las horas se le fueron cayendo a la tarde con las hojas en otoño, por aquello de utilizar un cliché apropiado, y pasamos de rock a samba y de ahí a ridiculeces de alto vuelo. En algún momento me contó la historia de los ángeles que decoraban su árbol de navidad y la muerte de su madre.
De más está decir que resolvimos el universo, acabamos con la guerra, pasamos juicio sobre muchos de nuestros estudiantes (así soy, paso juicio, al que no le guste… que se joda), planeamos un viaje a Amarillo en mayo para devorar un famoso pedazo de carne de 72 onzas, evocamos genios muertos, desarrollamos teorías geniales para los nuevos medios, compartimos historias sobre el origen de ciertos libros mágicos y… se acabó la cerveza.
A las tres de la mañana me subí en un taxi con un loco que hablaba solo, bailaba y se ponía y se quitaba un gorro cada treinta segundos. Tuve que bajarme del taxi cuando el taxímetro marcaba $23.95 porque sólo tenía $24 en el bolsillo y caminé bajo la lluvia helada el resto del camino hasta mi casa. Me acosté con la seguridad de que un fragmento del universo había sido bueno por un par de horas mientras un ciego bailaba entre las carcajadas de un cínico que pocas veces se ríe tan abiertamente de la vida.

sábado, 13 de diciembre de 2008

I am not Charlotte Simmons

I am Charlotte Simmons es el título de la última novela de Tom Wolfe. En ella se cuenta la vida y milagro de Charlotte, una chica del diminuto pueblo de Sparta, en las montañas de North Carolina, al llegar al nuevo mundo inexplorado de la Universidad de Dupont. La chica teme a la oscuridad, la impresionan los chicos de las fraternidades (a los que Wolfe hace continua referencia), se preocupa por no ser popular, le importa mucho lo que piensen de ella y se da cuenta de que tiene un acento distinto al de los demás. En resumidas cuentas, la chica es arrojada a un universo desconocido y cada experiencia le resulta impresionante y le cambia la vida de algún modo. Me parece hermoso... y la envidio.
Yo acabo de terminar las clases de mi primer semestre (sólo las clases: el trabajo nunca termina y ya tengo proyectos para entregar el 26 de enero) en un país extranjero, no sólo lejos de casa, y en donde se habla sólo lo que es para mi un segundo idioma. Sin embargo, cada vez que camino por un callejón oscuro, son los demás los que cambian de acera. Me importa un carajo la popularidad o el acento que pueda tener. Sólo me impresiona la extensión territorial, la efectividad administrativa y la preparación de la facultad de la universidad. Me encanta descubrir nuevos horizontes en autobús y dedico algunas tardes a charlar con deambulantes y locos variopintos. Por último, los niñatos de las fraternidades me estorban en las aceras y me hacen herir la sangre cuando se sientan en los bancos del gimnasio a charlar. Todo ello lleva a que los intimide o físicamente los invite a abandonar el espacio inmediato que me rodea.
Hace una semana el escritor Bill Minutaglio me preguntó cuántas veces había reencarnado para ser un tipo tan "wiseguy jaded". No tengo la contestación. Sólo sé que a veces me gustaría ser un poco más impresionable, un poco menos viejo, un poco más inocente, un poco menos cínico... nah, en realidad no deseo nada de eso. Yo no soy Charlotte Simmons.

martes, 9 de diciembre de 2008

La razón del silencio

Además de las incontables horas que he pasado durante las últimas dos semanas ahogado entre libros, desenterrando conceptos, tatuándome teorías, escribiendo proyectos, desarrollando modelos y estudiando para exámenes finales, he tenido tiempo de hacer un poco el Keroauck con los viejos.
MacKinney falls es un sitio precioso...cuando no hay sequía y cuando la hay. Las mejores hamburguesas del mundo las hacen en un negocito de mierda que se cae del óxido en Bastrop. Johnson city (donde nació Lyndon B. Johnson) tiene la friolera de 1,191 habitantes. El 75% de los residentes de Smithville terminan muriéndose de asco. Enchanted rock es una singular piedra que te deja ver un gran pedazo de Texas y no puedes escalarla sin tener un momento espiritual. Algo tiene el granito rosa que apela a los sentimientos. River Walk, en San Antonio, es una magnífica muestra de lo que la buena arquitectura puede hacer cuando se casa con el sueño de querer ser Europa. Davy Crockett era el rey indiscutible de la autopromoción. El Alamo es mucho más pequeño de los que se imaginan. Las costillas de Artz Rib House no tiene igual en el mundo. El fantasma de Stevie Ray Vaughan vive en Sam´s BBQ. Cuando hace frío en el desierto, de verdad hace frío. Cruzar el río es una estado mental y no geográfico... también es contagioso. La Guiness no muy fría cura el insomnio. Es fácil extrañar la lluvia.
En fin, esas son sólo dos escusas para no haber escrito la semana pasada. La tercera es que estoy escribiendo. Si bien el blog es el bendito espacio para despotricar y escupir todo lo que me da la gana, las páginas en blanco son otras cosa, otro proyecto, otro yo. Parece que eso de vivir en un diminuto apartamento ha empezado a surtir efecto y cada noche me peleo un rato con el teclado e intento atrapar ese puto adjectivo, domar los verbos, recordar en alta definición, etc. Me deseo suerte.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Una barra es una barra es una barra... y Baudrillard

Casi a medianoche terminamos de producir el programa de radio. La única acción sensata que le podría seguir a eso era un par de cervezas. Cain & Abel’s se llama el simpático establecimiento ganador. En la puerta el grupo de cuatro se redujo a tres: la chica de 20 años intentó entrar con una identificación más falsa que la sonrisa de un abogado. Como era de esperarse, fluyó la cerveza barata y me recordó a noches en San Juan y Río Piedras.
Todas las barras son distintas y, no obstante esa igualdad, cada una tiene un aura distinta y muy personal. El comportamiento también es más o menos homogéneo: cada quien cuenta una porción bien medida de su historia y busca sin darse cuenta los puntos de encuentro con las almas que comparten tu espacio inmediato.
Más tarde el grupo disminuyó a 2 y luego aumentó a 4 nuevamente como una marea extraña. La cerveza siguió fluyendo y las bocinas escupieron Hotel California como lo hacen en cualquier barra del mundo.
Casi a las tres llegamos sólo dos a un servi-carro de Jack in the Box. Ocho tacos por $4.99 y Allan invitó. Imaginen cartón crujiente, salsa indescifrable, rastros de lechuga amarilla y una pasta marrón con la consistencia papas majadas de cajita mal hechas haciendo las veces de carne y tendrán una leve idea de los tacos de ese lugar al que no pienso volver jamás.

A eso de las tres de la mañana recordé que Baudrillard quiso hacerme llorar con una verdad tan pura como deseable. Traduzco y les regalo:

“No sería demasiado aventurado decir que la exterminación de la raza humana comienza con la exterminación de los gérmenes. El hombre, con sus humores, sus pasiones, su risa, sus genitales, sus secreciones, es realmente nada más que un pequeño y sucio germen perturbando el universo de la transparencia. Una vez que todo haya sido limpiado, una vez se le haya puesto fin a todos los procesos virales y contaminaciones bacteriológicas, entonces sólo quedará el virus de la tristeza, en este universo de muerta pulcritud y sofisticación”
- Jean Baudrillard, The ecstasy of communication, p. 38

viernes, 21 de noviembre de 2008

Se jodió la interfaz

Suena el despertador. Primer pensamiento completo del día: la fiabilidad entre codificadores supera el 80% en las tres áreas que mediste anoche. Vete a la reunión tranquilo. Desayuno. Carrera a la parada y el aire frío te corta la cara como mil agujas flotantes o la mirada de algunas mujeres. Chaquetas gruesas, guantes y bufandas atestiguan que por fin llegó el puto invierno. Reunión. Caminata hasta la biblioteca.
Segundo pensamiento completo del día: si logras establecer claramente a un nivel teórico que la cultivación tiene como resultado final la hiperrealidad te van a pedir que lo demuestres de forma empírica. Cuarto piso de la biblioteca y estoy perdido. Ninguno de los números tiene sentido y paso cerca del ascensor dos veces. Perry, Woolley y Baudrillard. Los enanos de la biblioteca susurran algo sobre los tres chiflados. Misión cumplida y más viento frío en la cara.
Más gente con frío. Adormecimiento de las extremidades y repentina memoria de que las neuronas mueren a diario. Encojonamiento causado por los fallos del diseño. Cuidado: la excitotoxicidad sólo acelera el proceso. Almuerzo con Negroponte.
Caminata alegre al gimnasio: ante la frustración neuronal, santo remedio de fuerza muscular. Me santiguo para que me cuiden el cerebro: en el nombre de Tom Waits-Nick Cave y Leonard Cohen, amén.
Nicholson Baker es un hijo de puta enfermo y sumamente entretenido. Alberto Gonzales es un neo-nazi de la peor calaña y alguien debería encargarse de desaparecerlo. Reportero: "Sr. Cheney, ¿qué se siente ser el segundo al mando?" Cheney: "No tengo ni puta idea, pregúntale a Bush". ¿Cuántos estarán planeando matar a Obama en este momento? Pobre de aquel país que se despiste demasiado rato para darse palmaditas en la espalda. Cansancio.
Tercer pensamiento completo del día: falta algo para poner en el blog y ya sabes que la soledad no usa minifalda. Ah, el éxtasis de la comunicación es de difícil alcance cuando impera el silencio.
Intento fallido de un cuarto pensamiento completo: exceso de imágenes dispersas, cortocircuitos neuronales espontáneos causados por recuerdos mixtos,tentación de seis cuerdas llama desde la esquina. Demasiado tarde para el descanso. Petardeo neuronal. Se jodió la interfaz.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Del otro lado


Eran más de las once de la noche cuando el taxi dejó a Manu en la esquina de la calle 45, cerca de la parada. Traía a cuestas un saco de ropa doblada y una depresión amarilla que le chupaba los días y la sangre a los poquitos como la viscosa y viviente bola/animal gigante de El almohadón de plumas de Quiroga.
El sabía que yo no tenía la solución. Yo sabía que el lo sabía. Aún así lo intentamos: esporádicas cervezas bien colocadas, paseos innecesarios por las calles del sur de la ciudad, mucha música azul, cacería de libros justo antes del crepúsculo, comida china, canciones de Fito, cuentos cortos, manadas de gringos semidesnudos celebrando Halloween por la calle 6, blues en vivo, locos simpáticos con sueños compartidos en barras extrañas, all purpose greek seasoning, un ciego con un excelente sentido del humor, gigantes transexuales con fijación por los paparazzi, papas majadas de bolsita, ronquidos, pilotos de autobús, la apabullante victoria de Obama y otras diminutas incidencias que sumaron más de una semana de vida.
Un día por la mañana (no sé cuál: yo me largaba a clase a eso de las 7:00 a.m.) Manu se levantó y se miró al espejo del baño. Probablemente se dio cuenta de que la vida no es una mierda todo el tiempo. Creo que en ese momento supo que es sumamente difícil decirse la verdad a uno mismo. Como propone Tim Sandlin, si aquellos que están completamente seguros de que son sinceros consigo mismos fueran un poco sinceros consigo mismos por sólo un instante las cunetas se llenarían con la sangre de todos los suicidios.
Diez días después de llegar, se largó a las 5:00 a.m. y se subió en un avión rumbo al calor del Caribe.
Hoy saqué la basura y debajo de la bolsa encontré una bestia amarilla desinflada y sin vida. Me gusta pensar que ya no le causa malas noches a nadie. Me gusta pensar que Manu ya sabe que vivir, aunque sea flotando a la deriva, es ligeramente más entretenido que morir de amor, aburrimiento o estupidez. Life does not suck, my friend. "Dándole alas a un perro..."

jueves, 30 de octubre de 2008

Opción silenciosa

Nuevamente me las arreglé para decir algo que quería decir sin que sea inpublicable. Lástima que la prensa tenga tantas trabas lingüísticas y repudie con odio el vocabulario soez, aunque en ciertos espacios sirva para enfatizar maravillosamente. Llevaba mucho sin sacar nada en El Nuevo Día y decidí que la distancia no era razón para no publicar. Aquí se los dejo.

Gabino Iglesias
Periodista y escritor
La opción del silencio

Las últimas semanas se han caracterizado por la aparición de un sinnúmero de artículos y columnas que expresan una grave preocupación por la falta de interés que presentan los jóvenes hacia el proceso político que se vive. A mí me parece que esa indiferencia es una maravilla.

Las páginas se llenan de sosas invitaciones al cambio, trillada esperanza, búsquedas infructuosas de métodos fallidos de motivación, mitos, mentiras y leyendas urbanas como los beneficios de un sistema democrático o la posibilidad de que alguno de los déficit neuronales ambulantes que se presentan en los medios pueda traer un cambio, una nueva visión o, por lo menos, cumplir de forma cabal con la promesa implícita de su partido (latente llaga histórica tricolor).

Lea usted, querido lector, las definiciones operacionales de la democracia, el comunismo, el socialismo o la anarquía. Se dará cuenta de que, al menos en papel, ninguno de los sistemas presenta los fallos que podemos observar históricamente cada vez que se han puesto en práctica. Todos son utopías, y la indiferencia de los jóvenes no es una apatía infundada o una guerra que ganó la playa o Facebook: se trata de un sólido callo causado por la estupidez, la incompetencia, la corrupción, las promesas muertas, la falta de resultados y la realidad que ven en sus casas, trabajos, cuentas de banco, viajes a la gasolinera y en las ridículas peleas de los vecinos por cuestiones políticas.

Pueden intentar solventarlo con errores gramaticales “cool” e hipermodernos que impliquen que las opciones son un binomio mutuamente excluyente y absoluto: votar o quedarse “calla’o” -combinación taurino escatológica, por favor-. Los jóvenes pueden no votar y no quedarse callados.

Sigan intentando empujarles el podrido cadáver de la democracia por ojos, nariz y boca. Explíquenles a los jóvenes que su grito silente es peor que “rajar” la pava o la palma… como piensa hacer usted.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Música para el frío

Siete en punto de la mañana. Pies inquietos pasean una y otra vez por el mismo pedazo de acera gris. Parece inquietud pero en realidad se trata de un animal que intenta inútilmente escapar del frío.
Acepto ser un perro caribeño. Frías mañanas en Galicia y paseos mojados al borde de la neumonía en Nueva York no me han ayudado a acostumbrarme al frío. La calefacción artificial del apartamento escupe un aire tibio que huele a humedad, años y hongos. Ah, siempre me queda el calorcito maravilloso del antídoto perfecto para las visicitudes de la vida: música.
Lleno la habitación de saxofones serpenteantes, pianos enloquecidos por la velocidad, violines maniaco depresivos, bajos con complejo de inferioridad, guitarras que acamparon en el desierto en sus años de juventud, voces milagrosas de mujeres de nadie que susurran o gritan en español, inglés, francés o portugués. Canciones salpicadas de güisqui, teñidas de oscuridad, sacadas del fondo del infierno una tarde de verano en que la soledad salió a pescar con el destierro. Infames amores inoportunos que ignoraron las reglas del juego, recuerdos que atormentan a sus dueños como gatos heridos a las 2 de la mañana, borracheras compartidas con energúmenos que desaparecieron para siempre. Referencias secretas a libros prohibidos, tardes de junio en las que el sol anunciaba la posibilidad de que exista el amor, encontronazos con el destino, las manchas que deja la puta muerte, la alegría de disparar contra el olvido, escupirle al deseo, torturar al vacío, pellizcar la mentira, descoser el horizonte, cabalgar una nota. Clavarse en sol, descojonar con graffiti las puertas del cielo, decir que no mientras nor reímos a carcajadas...
Llega el calor y saca el frío a patadas. Mis mujeres, mis hijas, mis canciones, las canciones de otros, las elocuentes canciones sin palabras, la belleza de los minutos bien usados. Mis amigos de siempre, los vivos y los muertos. Notas musicales escalando las paredes. Sudor y alegría. El calor.

domingo, 19 de octubre de 2008

Guitar Mark

Es sábado, otra vez, y por encima de los edificos del sur de la ciudad se va pintando de negro el cielo dejando una difusa línea de claridad esporádicamente salpicada de nubes estrechas. Me siento en la parada y saco mi libreta. Por alguna razón creo que puede escribir algo sobre ella, sobre cómo era una gran mentira con piernas y lentes de contacto. Sé que a lo peor me engaño y no escribo nada, pero vale la pena intentarlo. Pongo el el bolígrafo sobre el papel y lo dejo bailar sin dirección alguna. "¿Eres poeta?", cae del cielo una piedra fría en forma de pregunta. Levanto la vista y tengo un hombre de unos 60 años delante de mi con un cigarrillo colgando de los labios y un pantalón que alguna vez fue color crema. "¿No lo somos todos?", contesto sin darme cuenta. Él individuo sonríe y suelta su bulto a mi lado, depositando a su vez una pequeña guitarra en el suelo. No tiene absolutamente ningún diente en la encia superior y huele a güisqui barato y falta de baño.
Me pregunta si escribo prosa. Le contesto que así es. Me pregunta si puede recitarme un poema suyo. Asiento. Él termina de acomodarse en el asiento de metal y recita con voz rota un poema sobre una tienda que vende tabaco barato. No es la gran cosa, pero se lo sabe de memoria. Charlamos un rato sobre la diversidad de personajes que se pueden encontrar en la ciudad y decide tocar una canción suya titulada "God bless South Austin". Resulta ser una oda a la infinita variedad de la fauna de la ciudad. La canción es buena, la guitarra no está afinada pero el logra que suene como tiene que sonar. Me enseña la encía y busca en su diminuto i-pod las canciones originales que tiene grabadas. !Genial¡ Un sonido limpio, harmonías sacadas de los 60 sin perder su vigencia, una guitarra afinada... hermoso. Cuenta historias sobre vivir en la calle y no puedo evitar enlazarlo con Tom Waits y otros héroes de callejón.
Mucho rato después nos acordamos de las presentaciones formales. Se llama Guitar Mark. Sacó un disco en los 60 y ahora es un hippy renegado que trabajo de vez en cuando en una barra. Me pide mi teléfono y saca un Sharpie de su bulto para apuntarlo en su brazo. Me da una tristeza enorme ver llegar mi autobús. Nos despedimos yme invita a su casa. "Tengo un pequeño apartamento en la esquina de Manchaca y Ben White Boulevard. Pasa y nos tomamos unas cervezas, tocamos un poco de música...". Le digo que un día de estos paso a buscarlo, South Austin no es tan grande.
Hoy me siento en la computadora e intento buscar alguna referencia a su disco. Según se llamó "In the wind". No lo encuentro. No obstante, encuentro un video en youtube con la canción incompleta. Guitar Mark está obviamente borracho y sin guitarra. No suena nada como sonaba anoche, pero peor es nada. Aquí se los dejo.



P.D. Empiezo a sentirme local...

jueves, 16 de octubre de 2008

Enjoy being

Levanto un pie y lo coloco en la pared, apoyándome como una estatua mitad garza mitad hombre. En la acera opuesta hay un tipo tocando una guitarra ligeramente desafinada. Puede tener cualquier edad entre los 25 y los 65 años. "I play my music in the sun"... Tom Petty. No... eso era un cover. Lo escribió Steve Miller. Meto la mano en el bolsillo y saco mis tesoros: dos dólares y el recibo de un sandwich. Es más que suficiente.
Camino. Alguien dibujó una carita feliz sobre la cubierta transparente de un contador de energía. Hermoso: una sonrisa gratis y permanente que saluda a los transeúntes desde el anonimato de su creador. Una ardilla gorda corre por el borde de una verja de madera. Tengo hambre otra vez. Eso es bueno. Un poco de hambre te ayuda a sentirte más vivo. No llevo reloj pero esa pesadez anaranjada que se tiende sobre los edificios más altos de la ciudad me avisa que es hora de volver a casa. Emprendo la eterna búsqueda del eterno retorno.
De camino a casa busco una excusa para sonreír. Llega casi de inmediato: al genio de turno se le ocurrió poner al analfabestia de Daddy Yankee de moderador del último debate político. Cuatro mentirosos y el tonto del pueblo: una verdadera joya televisiva. Me lo perdí y siento una alegría indescriptible por no haberlo visto.
Se vacía la sonrisa: el placer que me puede brindar el intento de atraer a una juventud aislada e indiferente hacia la política sumando a la mierda existente un enano mental con aparente epilepsia en los brazos y graves problemas a la hora de contruir una oración coherente tiene un límite casi inmediato.
Busco otra cosa en el archivo. Me acuerdo de que pronto llegará el iPhone a Puerto Rico. Me alegro como nunca de estar en Austin. Como ya estoy cerca de casa acelero el paso, entro y me arrodillo a rezarle a los dioses de la catástrofe: "Por favor, respetables deidades iracundas, dadme el placer de leer sobre una explosión en las tiendas de AT&T, un loco con una escopeta que piense que Satanás vive dentro de esos ridículos aparatitos, un ataque terrorista en algún centro comercial, demencia en las filas seguida de incontrolable violencia... algo". "Consumir, consumir, innecesariamente", eso la tengo clarísima: Pedro Guerra. Después recuerdo que ya despotriqué contra el iPhone en una entrada de mi blog y me pregunto cuántos seres conoceré que se comprarán un iPhone y dejarán de hablarme por no pertenecer a su círculo sociotecnológico. Lástima.
Abro un periódico y leo la filosofía/eslógan de un complejo de viviendas de la ciudad: "enjoy being". Suena como un plan maravilloso. Al carajo con todo. Comida, libros, guitarra: todo está cerca. ¿La economía bucenado en la cuneta? ¿MacCain y Palin? ¿El absurdo festival de déficits neuronales haciendo el tonto en la televisión en un debate donde nadie pregunta nada importante? ¿La baja notable en la temperatura? Nada importa, disfruto de ser.

lunes, 6 de octubre de 2008

De política

Estoy parado en la parada (bonita frase) esperando el autobús de las 9:34 p.m. cuando se me acerca esta señora mayor con todo el pelo blanco, corto, una blusa rosa, una libreta y una pancarta de cartón que avisa que tengo hasta la medianoche de hoy para registrarme para votar.
Usualmente voy al supermercado los lunes por la noche para evitar las multitudes de los sábados y domingos. Estoy en la parada con mis bolsas y mi música y me siento tranquilo. Ella se acerca con una sonrisa simplástica de vendedora de enciclopedia y me pregunta si ya me registré para votar. Ahora bien, ante la probabilidad de que esta señora y su discurso político se convirtieran en un binomio que me iba a joder la noche, opté por utilizar una de mis armas favoritas: la sinceridad. Me paré derecho (estaba apoyado en un basurero), le miré a los ojos seriamente y le dije: "No, señora, no me he registrado para votar ni pienso hacerlo, pero gracias por la invitación". Ella movió su cabeza hacia el lado izquierdo como hacen los perros intrigados (o Forrest Gump) y me preguntó: "¿Por qué no se va a registrar?". "Verá usted, señora, yo soy anarquista". Ella abrió los ojos, apretó la libreta contra el pecho y dió un paso atrás. "No se preocupe. No soy un anarquista de esos que golpea personas, rompe vidrieras y roba televisores. Simplemente creo en el sueño de la anarquía como usted cree en la quimera tonta de la democracia", le expliqué.
Después de unos segundos de silencio, la señora regresó al lugar que ocupaba originalmente. Resulta que ella tampoco confía ya en la democracia. La oligarquía mezclada con idiotez de su presidente la tiene cansada. Leyó en algún sitio que los anarquistas proponen vivir en comunas y la idea le parece buena. Le conté que la democracia sobre papel, al igual que mi anarquía, el comunismo o el socialismo, es una utopía maravillosa. Se me acercó más y me confesó que es socialista pero que se tiene que conformar con la democracia que le ofrecen en el país en el que vive. Su hija vive en Dinamarca (perdonen a la ilusa que intentó comparar Dinamarca con Estados Unidos) y allí todo funciona mejor que aquí: si a un político se le ocurre decir que va a bajar los impuestos, lo cuelgan del palo mayor por imbécil. Ella se acaba de retirar, vive enamorada de España y quiere aprender español. Cuando llegó mi autobús me tendió la mano con respeto y le regalé una sonrisa y un "buena suerte con su Obama, si hace un cuarto de lo que usted espera, nos podemas dar por bien servidos". Lamentablemente, a estas alturas ya no confiaba en nada ni en nadie. Agarré mis bolsas y me largué con mi anarquía a otra parte.
Creo que la convencí de no votar.

domingo, 28 de septiembre de 2008

En Walgreens

Era tarde. Cerca de las 3:30 a.m. de un sábado cualquiera. La borrachera era una cosa seria. San Juan, gran escenario nocturno de mi primera juventud, quedaba conquistado a nuestras espaldas una vez más. La hora y el alcohol trajeron consigo uno de esos ataques de brillantez y memoria selectiva que solía sufrir Trobi. Necesitaba champú y gel para el pelo. Una perfecta combinación de necesidades capilares a deshora.
Las opciones no eran muchas y, tras la odisea de recordar en que punto geográfico de la isleta habíamos dejado el caballo de hierro, arrastramos nuestros cuerpos apestosos a cigarrillo y el aliento de güisqui hasta el Walgreens de Isla Verde. Una vez en el pasillo correcto, las incógnitas no se hicieron esperar y el pobre de Trobi comenzó a sufrir un ataque de nervios ante la posibilidad de adquirir un producto para su cabello que no compensara el desembolso que haría para poder sacarlo de la tienda. Mi primera opción, robar cualquiera y salir de allí, recibió una fuerte reprimenda de mi amigo. Sólo le faltaba ponerse los calzoncillos por encima del mahón por el puto pote de gel. En fin, al final de la sección de los acondicionadores había una dama. Su atuendo delataba que acababa de salir de trabajar de una oficina seria (o donde sea que exigen a las mujeres llevar chaquetas azules y pantalones largos del mismo color).
Sabía que el tiempo que íbamos a pasar en aquel pasillo demasiado iluminado sería mi responsabilidad. Obviando la cara de perdido del confundido comprador, agarré los tres o cuatro potes que analizaba con tanto detenimiento y caminé hasta la muchacha. Sabía que un tipo con el pelo largo, mahones sucios y olor a güisqui no es el sueño de ninguna fémina en Walgreens al borde las cuatro de la mañana por lo que decidí actuar con propiedad y hablarle con corrección.
"Le ruego que disculpe mi interrupción, distinguida dama, no es mi intención irrumpir abruptamente en su proceso de adquisión de productos para el cabello. Lamento mucho tener que robarle unos segundo de su tiempo a una hora tan inoportuna. Espero no incomodarla en exceso. Verá, es que mi amigo y yo nos enfrentamos a una dicotomía que, aunque a primera instancia pueda parecer superflua, realmente nos preocupa y por ello recurrimos a usted. Nos gustaría que alumbrase con su... expertise femenino un entuerto de carácter capilar. Le rogamos que nos ayude a salvaguardar el bienestar de los folículos pilosos de mi amigo y nos ayude a elegir la combinación de champú y gel que más le convenga dentro de un limitado presupuesto". Terminé la perorata y ella me miró por espacio de dos o tres segundos más. Entonces apretó el pote que tenía en la mano y salió corriendo por el pasillo sin decir nada. De más está decir, pero lo digo igual, que la risa de Trobi retumbó por todo el establecimiento.
Me quedé clavado como un idiota con los productos en los brazos mirando la esquina por la que había desaparecido la mujer. Regresé hasta donde estaba Trobi y me informó que había tomado la importante decisión. Salimos de allí y llegamos a casa dejando a nuestro paso un río de carcajadas por toda la Avenida Isla Verde.
Divago. Lo que quería decir es que los años pasaron y hoy entré a Walgreens a comprar leche. Inmeditamente me atacó ese peculiar olor que tienen todos los Walgreens del mundo: una mezcla de centro comercial y desinfectante de hospital. Ese olor del espacio-no-espacio (y si los espacios-no-espacios existen Walgreens es el rey indiscutible) me trajo el grato recuerdo de aquella noche. No obstante esta noche estaba solo. Paseé un rato por el pasillo de los champús en busca de alguna aventura y al final regresé a casa sin nada que contar. Extraño aquellos días.
Metí mi leche en la nevera, bajé al laundry comunitario y metí mis media mojadas en la secadora y coloqué mis cuatro pesetas. La máquina, como la vida, se limitó a dar vueltas y más vueltas...

viernes, 19 de septiembre de 2008

Desde mi pequeña habitación

Hace días que vivo de computadoras prestadas. Se han colado errores gramaticales en este lugar donde tanto se respeta la lengua. Ah, pero las noches osn otra cosa. Por las noches me encierro en un apartamento pequeñito con las cama deshecha a seis pies de la mesita en donde escribo y tecleo como un loco. Tomé un trozo de luz de Bukowski y lo enrede como una bestia a los pies de la mesita donde cada noche cultivo la locura. Últimamente mi guitarra me habla. Nunca contesto. Leo entrevistas de Calamaro y vivo en otros países a fuerza de leer e imaginar.
Les dejo las instrucciones. No las sigan si piensan en fama, reconocimiento o dinero. No las sigan al pie de la letra: es peligroso emular a los dioses y conviene siempre desarrollar ideas originales. Es sólo un lugar para empezar. En ese lugar nos vemos...

Como ser un gran escritor

tienes que follarte a muchas mujeres
bellas mujeres
y escribir unos pocos poemas de amor decentes
y no te preocupes por la edad
y/o los nuevos talentos.
sólo toma más cerveza más y más cerveza.
Ve al hipódromo por lo menos una vez a la semana
y gana
si es posible.
aprender a ganar es difícil,
cualquier idiota puede ser un buen perdedor.
y no olvides tu Brahms,
tu Bach y tu cerveza.
no te exijas.
duerme el mediodía.
evita las tarjetas de crédito
o pagar cualquier cosa en término.
acuérdate de que no hay un pedazo de culo
en este mundo que valga más de 50 dólares
(en 1977).
y si tienes capacidad de amar
ámate a ti mismo primero
pero siempre sé consciente de la posibilidad de
la total derrota
ya sea por buenas o malas razones.
un sabor temprano de la muerte
no es necesariamente una mala cosa.
quédate afuera de las iglesias y los bares y los museos
y como las araña sé paciente,
el tiempo es la cruz de todos.
más el exilio la derrota la traición toda esa basura.
quédate con la cerveza
la cerveza es continua sangre.
una amante continua.
agarra una buena máquina de escribir
y mientras los pasos van y vienen más allá de tu ventana
dale duro a esa cosa
dale duro.
haz de eso una pelea de peso pesado.
haz como el toro en la primer embestida.
y recuerda a los perros viejos,
que pelearon tan bien: Hemingway, Celine, Dostoievsky, Hamsun.
si crees que no se volvieron locos
en habitaciones minúsculas como te está pasando a ti ahora,
sin mujeres sin comida sin esperanza...
entonces no estás listo
toma más cerveza.
hay tiempo.
y si no hay está bien igual.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Cool

Con la precisión casada a la tranquila pasión desmedida el tipo serpentea por la acera con un flow tan cool como los soplos milagrosos de Miles Davis. Apoya el hombro contra un poste y le clava los ojos a la luna como echándole la culpa de algo. Luego mueve los pies hacia el borde de la acera y se balancea sobre los carros que pasan. Danza a tres pulgadas de la muerte mientras espera un algo que nunca llega.
Por la cuenca de su oído se derrama un tango prestado y triste. El tipo asiente: "te quiero aunque creas que no hay nada en que creer, te quiero aunque estés loca de atar". Otras luces se pasean por su camiseta azul y él espera al animal. El tipo escupe en la cuneta oscura y los pocos transeúntes que decoraban la acera se esfuerzan por cambiarse al otro lado de la calle.
Dueño de la noche, ente solitaro que pasea con decisión pero sin rumbo fijo, capitán de la deriva, feliz estrellado en la nada, sedienta pupila que saborea sonidos. El tipo detiene el tren desbocado de sus elucubraciones huérfanas de papel y en tercera persona y se da cuenta: esta noche es un tipo cool.
Lástima que en la vida nada dura para siempre.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Piratas

Ayer caminé como un demente en busca de un rincón para morir. Al final encontré la librería que buscaba y no compré nada. Regresé a casa leyendo el mismo libro que leía cuando me fui. No soy fanático de la política y me apestan las biografías de los que no han muerto drogados, alcoholizados o por mano de alguien que los odiaba con pasión desmesurada. No hay nada más triste que un anarquista en la parada de autobús leyendo la biografía del puto republicano nazi de Alberto Gonzales. ¿A dónde me estoy llevando? ¿Seré Quijote y Sancho a la vez?
Hoy me siento a dedicarle un par de horas a mi escritura mercenaria y mi pensamiento se remonta a un cuartucho/oficina en un negocio de tatuajes de Bayamón. En ese entonces Jaime y yo trabajábamos en la revista que murió antes de nacer. El puto punto es que, entre fotos de piercings en la espalda y un olor a marihuana que tumbaría a un caballo, Droopy se sacó el gallo de la boca y me dio la cita que buscaba: "En este negocio todos somos piratas". Tenía razón, todos somos un poco piratas. Vivir a la deriva es sólo parte del proceso.

jueves, 4 de septiembre de 2008

No hemos aprendido nada

El genial H.P. Lovecraft pintó mi amor por la lectura de horrores innombrables. No obstante, la genialidad del nativo de Providence, Rhode Island, residía en su conocimiento intrínseco de la naturaleza humana. Uno de esos párrafos llenos de luz y sombra lee así: "Lo más misericordioso del mundo, creo yo, es la incapacidad de la mente humana para relacionar entre sí todo lo que hay en ella. Vivimos en una isla de plácida ignorancia, rodeados por los negros mares de lo infinito, y no es nuestro destino emprender largos viajes. Las ciencias, que siguen sus caminos propios, no han causado mucho daño hasta ahora; pero algún día la unión de esos disociados conocimientos nos abrirá a la realidad, y a la endeble posición que en ella ocupamos, perspectivas tan terribles que enloqueceremos ante la revelación, o huiremos de esa funesta luz, refugiándonos en la seguridad y la paz de una nueva edad de las tinieblas".
Hoy no sé si las tinieblas vendrán de la mano de un hlocausto nuclear, un robot con instintos asesinos, la adicción a Internet, la ignorancia como plataforma de vida o la economía de cuneta que atravesamos. Lo que si sé es que la academia sigue complicando la historia para que cada uno tenga un nicho más reducido, un conocimiento más especializado y plagado de terminología rimbombante en pos de la perpetuación de la nada. Nada sabemos y negamos los absolutos.
Tengo que saltar del Cthulhu de Lovecraft a El Nombre de la Rosa de Eco: "A veces es bueno que los secretos sigan protegidos por discursos oscuros". ¿Tan malo sería enterarnos de lo que realmente somos? Supongo que si.

martes, 26 de agosto de 2008

Odisea nocturna

Después de una tarde entre cervezas y margaritas me subo a un autobús y llego a casa. Me cambio y salgo a subirme en otro autobús que me lleva al gimnasio. Cuando salgo de allí son las 8 y algo. Entonces veo un autobús que dice 5 en un costado. Corro y me subo. El conductor me dice que le gusta mi camisa y arranca el vehículo de transportación pública. Le pregunto por algo que escuché sobre una huelga de conductores que paralizaría la ciudad. Me cuenta que el año pasado hicieron una y no duró ni 24 horas: sin autobuses no hay ciudad.
A las críticas hacia la unión y las razones por las que no piensa participar se fueron sumando temas como su teoría sobre el avión que los militares derribaron el 11 de septiembre y después mintieron diciendo que fueron los heroicos pasajeros, lo que realmente pasó en el caso de OJ Simpson (inocente, según él), sus experiencias como conductor de autobuses por más de 8 años en la ciudad de Austin, la pena de muerte y lo que se debe sentir saber cuándo vas a morir, entre otros muchos etcéteras.
Dos minutos después de subirme en el autobús le pregunto dónde carajo estamos y me informa que estoy en el autobús 26, en dirección contraria a donde quiero ir. En algún momento se presenta; se llama Jimmy. Casi dos horas después, a eso de las 10:45 de la noche y después de hacer la ruta completa, me despido de Jimmy con un abrazo efusivo y me bajo donde mismo me subí a esperar el maldito autobús 5. El 26 cierra sus puertas, adelanta unas seis pulgadas, se detiene, se abre la puerta y se baja Jimmy para dejarme su número de teléfono; quiere que almorcemos un día de estos. De más está decir que estas mierdas sólo me pasan a mi.
Me siento a esperar y un asiático se me acerca y me pregunta con si inglés roto sobre un autobús. Dentro de mi ignorancia lo asisto lo mejor que puedo. Media hora después desaparece en la noche sin nombre a pie, arrastrando sus bultos y con una tristeza indescriptible en el semblante. Yo hago un intento fallido de llamar a la compañía de autobuses porque son las 11: 25 y el 5 no llega. Un rato después emprendo las dos millas largas que me separan de mi casa y, cagándome en el malnacido de Murphy, veo cómo, cuando ya estoy calle y media más abajo, llega el 5 y no para porque no ve a nadie en la parada ni a mi corriendo detrás de él como si mi vida dependiera de ello.
A mitad de camino descubro una parada que no había visto antes y en ella espera un hindú sentado. Utilizando mis increíbles dotes deductivos llego a la conclusión inmediata de que si ese pobre infeliz está esperando el autobús a esa hora es porque alguno viene. Le pregunto si alguno pasa cerca de la calle 45 y empieza a hacer señas como un loco. No se lo crean si nos le da la gana pero de todos los hindús de esta ciudad yo me encuentro en la parada con el único sordomudo. Aquí la cosa empieza a encojonarme: llevo sin comer desde las cuatro de la tarde, he caminado demasiado, tengo ganas de darme un baño y de quitarme los zapatos y una gringa de mierda me gritó “nasty pants” mientras caminaba por Guadalupe en dirección a casa (no me dio tiempo de contestarle “nasty culture, bitch”).
Veinte minutos después llega un autobús repleto de gente (el último de la noche) y el conductor me indica que pasa por la esquina donde empieza la 45. Peor es nada. Me subo y quedo en medio de una gringa loca con cara de asesina en serie que le cuenta su vida a un gringo flaco con cara de asustado. Resulta que está intentado escapar de su marido que le hincha la cara regularmente, sale con putas, tiene una chilla embarazada y, como nada de eso es suficiente, es el ex amante de la segunda esposa de su padre. Si le sumamos un tipo guapo con mala dicción y unas cuantas mujeres cuasiguapas con demasiadas clases de pronunciación y mucha sobreactuación tenemos una novela que es un palo.
En cada parada el autobús gruñe y tiembla. El hambre comienza a hacer estragos en mi percepción de la realidad y el relato comienza a teñirse de tonos surrealistas. Ya no pienso en llagar a casa; me conformaría con regresar a mi dimensión. Me bajo en donde nace la 45 y camino hasta casa. Subo las escaleras en un estado alterado de conciencia por el hambre y el sudor. Meto la llave en la puerta y no puedo creer que todo acabó. El reloj marca la 1:14 a.m. y yo me cago en Murphy y en los autobuses.
Hoy me quedan sólo tres preguntas como cicatrices: ¿Qué le habrá pasado al asiático perdido? ¿Sería verdad lo que contaba la loquita o estaría intentado llevarse enredado al asustado jovencito? ¿Jimmy estará loco, se sentirá solo o será maricón?

martes, 19 de agosto de 2008

Tres actos

Primer acto - viernes en la noche

Corre la cerveza y la alegría, por efímera que sea, revolotea en la sala de casa. Mis viejos, mi novia, Gambi y Amalia con su cine en ciernes, Luis con su hija en el corazón, Willie con su divorcio a cuestas y problemas de polilla, Javi a punto de casarse y ser padre, Manu con su boina y apadrinando una cerveza, Alo con sus maratones y sus cinco libras de más, Perla con sus amoríos y un retoño que empezó la escuela, Kathy estrenando relación, Rey odiando su trabajo, María con dolor de espalda, Carlitos con sus tres by-pass y su traguito, Meche aguantando, Jorge con su "guayabo" de tener que "volverse" a Colombia y yo, violento picaflor, con todos a la vez.
Todos más viejos, todos hermanos, todos vinierona decir hasta luego.

Segundo acto- martes por el día

Dos aviones sin comida, la guitarra a cuestas, las carreras forzadas por el aeropuerto de Dallas, un libro de Rushdie, homesickness sin haberme realmente ido. Austin me recibe con lluvia y un taxista africano.
Camino como dos millas para comer algo: el primer bocado del día a las seis de la tarde. Entro a un Walgreen´s a compara agua, leche, papel de baño y un vaso plástico. Tanto nadar, tanto volar, tanto ser aceptado para venir a para a un puto Walgreen´s: espacio-no-espacio por excelencia.
Estoy seguro de que tres aeropuertos y un Walgreen´s en en mismo día no puede hacer nada bueno por mi sistema nervioso.

Tercer acto- martes por la noche

El mismo vacío. El mismo silencio. Nada en la nevera excepto agua y leche. Se rompió un pote de gel dentro de la maleta y la ropa se hizo mierda. La cama está sin hacer. No hay nada de comer. No tengo carro. Acomodo los libros en su lugar. Saco la computadora y leo sobre el matón de poca monta que quiso que lo enterraran de pie con un palo de acero metido en culo.
No queda nada por hacer. No hay televisión. El plan es sentarme con la guitarra debajo de la ventana sobre la cama sin hacer y pintar esta habitación mercenaria con el bálsamo bendito de una canción de Sabina.
Algo tan estúpido como insistente me dice al oído que voy a estar bien.

viernes, 8 de agosto de 2008

La mano de Víctor

Atravieso a pie los carriles vacíos del autobanco por donde paso cada mañana. Este acto me gana siempre la mirada iracunda del mamífero asalariado que encierran detrás del plexiglás y que está entrenado para contar dinero. Creo que ya no lo hago por necesidad de atrechar sino por el mero placer de pavonear delante de los futuros suicidas con chaleco rojo el ápice de libertad que me queda.
El punto es que doblo la esquina y me encuentro a Víctor, el tecato con el que charlo todos los días antes de subir a la oficina. Hoy se ríe como nunca lo he visto reír: a carcajadas y enseñando hasta el último hueco oscuro de su maltrecha dentadura.
En ese momento me acerco para la charla matutina de rigor y estira la mano. Es un gesto natural, espontáneo y puñeteramente humano. Agarro la mano sucia de largas uñas negras y le doy los buenos días. Nunca nos habíamos dado la mano, no me pregunten por qué. La gente nunca se toca.
Charlamos un rato y en el último cajón de mi cerebro resucitan preguntas: ¿qué decisiones me separan de Víctor? ¿En qué universo paralelo arma el muñequito del amor? ¿Qué recuerda por las noches? ¿Contra quién descarga su rencor? ¿A dónde se va cuando se quema las venas?
Víctor decora la acera con esas yagas como flores que sembró en sus espejismos farmacológicos y huele mal. No obstante, es la única persona que saludo llueve, truene o esté encabronado con el mundo. ¿Por? Porque retiene la humanidad en la cara y me saluda de vuelta, me habla de su infección de pulmón, de su bicicleta sin rueda trasera, de ese desastre de carne que tiene ahora por dedo y que no se ha arreglado (se cayó la semana pasada de un árbol del que robaba quenepas y el dedo anular de su mano izquierda es ahora una Z acostada).
Qué cojones: siempre despotrico contra la humanidad desde mi tribuna de acero pero me toca el corazón mi pana tecato. Me doy cuenta de que Víctor será lo único que extrañe de la Ponce de León cuando me vaya.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Lágrimas por la escalera

El estrépito de la soledad rodando escalera abajo lo despertó. Sacándose la sabana de encima caminó hacia la escalera y la soledad, tramposa y cabrona como siempre, lo empujó a él por la escalera. Precipitándose hacia el vacío se dio cuenta de que de nada sirvió todo lo que había aprendido: no se confía en nadie, jamás.
La oscuridad lo engulló y lo escupió más allá de los deseos, en el país de las realidades a punto de cuajarse, allá donde se besan Dios y Nietzsche y nacen los sueños retorcidos de Dalí. ¿Alguien susurraba muerte? Poco importa. ¿Habrán barras y puteros en la nada?
El niño se asomó al borde del silencio y se percató de que el futuro le deparaba aeropuertos. Sacó el pequeño cofre de los recuerdos y fue haciendo hueco para lo que vendría. Después se sentó y lloró por lo desconocido.

miércoles, 30 de julio de 2008

Garrapatas

Los recuerdos son garrapatas en el corazón. Nos preocupamos tontamente por un futuro que no es más que un tren imprevisible que, a la vez que constantemente se va haciendo presente, corta con sus ruedas metálicas nuestros intentos de un buen pasado.
Nada hay más triste que pensar en futuros que no serán por culpa de algún pasado tonto. Puede que los archivos se vean tergiversados por el anhelo de algo o que el olvido llegue tras recordar que se le olvidó llegar a tiempo. Las lágrimas son recuerdos líquidos en la mayoría de los casos. Las tertulias existencialistas de los intelectuales de alto vuelo no son mejores que los mocos que fluyen de la nariz del que recuerda sus culpas.
Imaginar el futuo es sólo justo si aceptamos que la única forma de hacerlo es vistiéndolo de recuerdo: pasado, viejo, usado, gastado, acabado, roto y clavado en el archivo para siempre.
Tal vez el de la boina tenga razón y no valga la pena escribir tan lejos de la poesía.
A veces recuerdo que muchas veces estuve a punto de acordar una cita con alguien importante para la memoria, pero recuerdo inmediatamente que es imposible encontrarnos en el mar porque no tiene esquinas.

jueves, 24 de julio de 2008

Advertencia

El consumo desmedido, la injusticia, la falta de dolor que presentan los imbéciles irredentos, la carencia de intelectuales comprometidos, el pop, las filas de los supermercados y el desamor inexplicable tienen una tendencia, al igual que la picadura de los escifozoos, de producir irritación y urticaria de leve a moderada, que puede ser grave en casos de hipersensibilidad, falta de cojones, alergias etílicas o si el contacto se produce con zonas delicadas como las vías respiratorias o amatorias.
Trátese la picadura de la gelatinosa vida con partes iguales de canciones y literatura esquiva. Si la pesadez permanece por un periodo mayor atres semanas, cese el tratamiento y no joda a su médico: tráguese una bala.

jueves, 17 de julio de 2008

Teatro de barrio

El domingo me disponía a comprar jugo de vaca antes de llegar a casa y me chupé un tapón de ida y otro de vuelta. El muerto ni siquiera recibió sus 15 segundos de fama solo: el diaro lo juntó con otros dos que se sumaron a la lista de asesinatos (Puerto Rico eso sí que lo hace mejor). La columna la publicó El Nuevo Día hoy, jueves 17 de julio. Se la dedico a la romantización literaria de la muerte barriobajera.

17-Julio-2008 Gabino Iglesias
Escritor y periodista

El teatro de barrio

Una cinta amarilla serpentea a cuatro pies del suelo y sirve de marco a la escena. Un sujeto yace en el suelo con un brazo debajo del cuerpo y el otro estirado.
Sus dedos posan la figura del silencio final. Esclavos asalariados se pasean por la acera con el imposible binomio de guantes de látex y corbatas de colores chillones.
La noche disimula bastante el charquito de sangre a medio coagular.
Unas simpáticas “v” amarillas invertidas aparecen en escena y demarcan los lugares en que reposan, acusatorios y silentes, los 84 casquillos de bala de 9mm y AK-47 que levantaron vuelo para comenzar la obra y declarar el fin de algo. Los policías piensan con envidia que ellos no tienen ese armamento.
Las luces de las patrullas silencian al personal congregado para el chisme y los niños sonríen y se empujan para conseguir el mejor asiento en la acera de enfrente, mientras los policías, embutidos en sus uniformes azules, meten la barriga y sacan pecho a la vez que hacen señas para que circule el tráfico. Poco importa: todo el mundo frena y se recrea con el muerto besando la acera sucia el tiempo que le place.
El morbo crece, vuela, se hincha y cubre la calle.
El tufo a cotidianidad televisiva convertida en pasajero chisme de barrio es inaguantable.
El muerto no dice nada.
La muerte ya dijo lo que tenía que decir. La Policía planea decir que investiga. Todos saben que al tipo le metieron todo ese metal en el cuerpo por bueno.
Probablemente se dirigía a casa de unas amistades para ver Miss Universe y la vida se le perdió en el camino.
Esta mañana le pasaron una manguera a la acera.
Los niños vieron sus muñequitos y lo contaron en la escuela.
C’est la vie.

viernes, 11 de julio de 2008

Instintos asesinos

Si, si, ya sé. Soy demasiado agresivo, tengo que tranquilizarme, soy muy violento, la violencia no engendra nada bueno, bla, bla, bla. Que se joda. Esta semana el periódico, para variar, no ha hecho otra cosa que ponerme los pelos de punta y dejarme con saborcito a chicle de bilis. He aquí los puntos más destacados de todos los que levantaron mis instintos asesinos.
1- El G8 - Veo a la deficiencia neuronal con patas de Bush sembrando un arbolito con sus cuates en Hokkaido y lo único que se me ocurre es arrancarle la pala de las manos y pegarle con ella en la cabeza hasta que ese vacío sideral que habita su cavidad craneal no sea más que una pulpa rosácea. Esa es la manera más eficiente de asegurar una baja en las emisiones en los Estados Unidos. Seguiría con el resto de los cabrones en orden alfabético y después llevaría los trajes al Salvation Army.
2- Renace en la prensa el debate de la pena de muerte - Ya ni los familiares de las víctimas tiene el sentido común de pedir la exterminación inmediata de los asesinos. Es mejor cebarlos en una celda con aire acondicionado y cable. Yo propongo matarlos a todos, incluído el Gobernador por oponerse.
3- Miguel Rodríguez Casellas escribe un simpático y acertado buscapié titulado "Cuarentilindos"; la reacción inmediata en la versión digital del rotativo es criticarlo en los comentarios. Cuarentones impotentes mentales que se vieron reflejados en el escrito pusieron el grito en el cielo. Claro está, las aportaciones intelectuales críticas de todos los que criticaron el escrito superan con creces el esfuerzo de Casellas. Habría que forrarlos a ostias con un periódico para que aprendan. Intenté escribir un comentario/contestatario: aún estoy esperando el e-mail de confirmación de mi registro...
4- Me entero de las filas de 17 horas que hicieron algunos españoles para comprar un iphone y me pregunto, ¿seré yo el único que se da cuenta de que se trata sólo de un puto teléfono? Si alguien hace más de 5 minutos de fila para pagar un huevo por un puto teléfono, que alguien se atreva a negarme en un comentario que no merece una bala entre ceja y ceja y que lo entierren con el celular metido en el culo.
5- El último no tiene que ver con la prensa, tiene que ver con un deambulante. Como trabajo en la Ponce de León, los deambulantes son el pan mio de cada día. No me molestan en lo absoluto, el que se para frente a mi oficina es mi amigo: charlamos a diario y me cuesta lo que me costaría un hijo tonto a la semana. Sin embargo, hoy venía mamando tapón pensando en la cantidad de muertos subsaharianos que van este mes y en los 47 civiles que mató Estados Unidos sinquererqueriendo y me topo con un deambulante en una luz. Lleva un cartelito de cartón: "Tengo SIDA y vivo en la calle ayudame por favor", era el texto excato del anuncio. Nada nuevo. No obstante, el tipo miraba con pupilas acusatorias a todo aquel que no le daba nada. Caminaba bien, sabía escribir y tenía energía suficiente para mirar mal a la humanidad. Hasta donde yo sé, yo ni le pegué el sida ni le quité su casa. Tuve una pasajera sensación de terminar con su angustia con un leve roce de mi carro, pero cambió la luz y entendí que nada de lo que diga la prensa es culpa del deambulante y que nada de lo que le pasa a él es culpa mia: eso es equidad.

miércoles, 9 de julio de 2008

Asesinato y risas

Uno de los ejercicios que hago a diaro para escapar de la falta de humor que tiñe de color alquitrán el universo es leer los geniales comentarios que deja la gente en ese estandarte irreprochable del buen periodismo que es el Primera Hora.
Como era de esperarse, la noticia del asesino Luis Miguel Francos Matos fue una de las que más gotitas del saber provocó. Además del disfrute/frustración que provoca el econtrarse con surrealistas joyas gramaticales como "la trajedia" de un tal José Armando, "los sentimientos estan muy sencibles" de Arishamar, "tu comentario es asertado" de la mano de Estrella fugaz y otras diminutas maravillas del lenguaje como "escremento" que acompañan a una notable aversión por los acentos y las comas que me deja asombrado.
Por si eso fuera poco, la religión facilonga entra en la discusión con magistrales palabras forradas de luz: "seguir adelante en Cristo Jesús", "esperamos en Dios", "Dios les bendiga", "Que Dios perdone" y una que casi logra que cague de la risa sentadito en mi silla y que cito textualmente: "La virgen no puede hacer nada porque esta muerta pero mi Cristo vivo todo lo puede".
Todo ello me lleva a pensar que el pobre de Dios, en el caso de que exista, se mete en cada arroz con culo que me deja atónito.
En fin, nada nuevo bajo el sol. Tengo una microscópica esperanza de que más de un intelectual del país haga un llamado sordomudo a favor de la pena de muerte. Colgar a este flaco pendejo en una plaza pública sería un aviso certero para las manadas de macharranes de mano suelta que pululan en nuestras calles.
Ah, qué carajo, el imbécil no es nada comparado con la sarta de cabrones mentirosos que juegan a disimular sus intereses y realidades en el G8. Poca cosa son dos o tres muertos más; la semana que viene no se va a acordar nadie y estaré leyendo los doctos comentarios que hagan en el periódico más serio de este país.

viernes, 4 de julio de 2008

Austin

El genial Manuel Clavell Carrasquillo tuvo el detalle de dedicarme algunas de sus interesantes palabras en estruendomudo (www.carnadas.org/blog). Los invito a que pasen por allí y se lean los cuadernos de la depre. En fin, me encontré con la dedicatoria en un motelucho rancio en Austin y contesté. Creo que la respuesta resume el viaje. Aquí se las dejo.

Son las 11:20 de la noche en la ciudad de Austin, donde todo tiene cuernos y tienes que ser fanático del football para ser cool. Arrastro mis penas hasta el lobby del motel de mala muerte en que me estoy quedando y le monto un rapeo mongo a la del counter para que me preste algo para abrir las cervezas tibias que tengo en la neverita y me da un gustazo del carajo sentirme dandy de gorditas. Se llama Betty y quiere que la ame, ella no lo dice, pero yo lo sé. A veces sé cosas. Nunca me sirve de nada. Subo a beber y pongo el aire en high para matar el olorcito ese de polvos viejo, ajenos y apresurados y trago cerveza como discípulo de Bukowski o suicida sin ganas o cliché con patas o motelero empedernido o imbécil indeciso sobre si venirse a estudiar un doctorado a esta ciudad de mierda o quedarse ganando migajas en la isla del desencanto. Parece un loose/loose situation. Enciendo el aparato de leer e-mails y me conecto a los lugares comunes, a los sitios de siempre, buscando comodidad en lo conocido y me encuentro con los cuadernos de la depre de MCC. Empiezo a inyectarme esa escritura desenfrenada y testicular sin permiso de nadie y es el snack salado que necesita la cerveza ya caliente. Leo y me topo con un nombre idéntico al mío. ¿Seré yo? El enigma de llamarse gabino es una jodienda que pocos entienden. Me molesta que las cervezas tengan ese submarinito de plástico dentro. La puerta no cierra. La televisión no anestesia lo suficiente. Si a las tres de la mañana sigo despierto le voy a pedir a Betty que me cuente la historia de su vida y le voy a enseñar la poesía de MCC. Un día me voy a decidir a decidirme. Quiero ser cool y ser el único gabino del mundo.

martes, 24 de junio de 2008

Sobre el enigmático comportamiento humano dentro de los confines del aparato subibaja comúnmente denominado ascensor

Lejos de dilucidar la complicada y errática naturaleza del homo sapiens, el presente estudio pretende sólo exponer las observaciones hechas de dicha especie dentro de los confines del cuadrangular recinto de transportación vertical conocido como ascensor. La carencia de explicaciones se debe a que esa naturaleza cambiante y errática que mencionábamos desafía a diario los paradigmas y estatutos que la psicología se empeña en querer hacer pasar como infalibles y certeros.
En primer lugar, es necesario entender que el aparato mecánico de desplazamiento vertical resulta para el humano, desde el punto de vista sicológico, un trauma doloroso: el ascensor es el resultado de la inutilidad del cuerpo frente a la pretensión babilónica de los rascacielos modernos en antagonismo directo con la blanda redondez del trabajador promedio. De igual forma, resulta el sarcófago metálico un elemento sine qua non de la vida en los edificos ante la imposibilidad vertical en forma de escalera.
Contextualizado ya el aparato de transportación del proletariado moderno, podemos pasar a ver algunas de las prácticas más comunes. En primer lugar, el ser humano tiene una tendencia irreductible a presionar el botón de llamada del aparato en reiteradas ocasiones, aún a sabiendas de que dicha operación repetitiva y de carácter desesperado e impaciente es totalmente inútil. Es curioso observar que, aunque dicha operación no produjo resultado alguno en la llamada del aparato, muchos primates con traje repiten la operación con el botón que demarca el piso al que desean llegar.
En segundo lugar, se observa un efecto físico dual por el hecho de estar en el recinto en compañía de otros humanos: una contracción del esfínter que produce cara de dolor y un levantamiento de los hombros aunado a un junte de las extremidades con tal de evitar cualquier roce con las demás bestias encerradas en el rectángulo. De igual forma, en lo que respecta al campo visual, el humano busca un punto en el techo, la pared o el suelo para clavar la vista: es necesario evitar el contacto visual con los demás presentes para que no se confundan las intenciones.
En caso de que quede espacio suficiente en el ascensor, se observa que cada miembro del grupo escoge una esquina para pegar su cuerpo a la pared y sólo se separa de su rincón en el momento en que llega a su destino. Claro está, se observan muchos casos en los que, por la prisa y la necesidad de dejar de estar con otros humanos, uno de ellos camina hasta la puerta y sale en el piso equivocado. Cuando esto sucede hay dos soluciones: algunos regresan con el rabo entre las patas a su rincón de silencio y otros, los más orgullosos, depués de poner esa cara de sorpresa que delata que se bajaron en el piso incorrecto, se tragan su error y caminan por el pasillo en espera de que el ascensor se cierre para poder llamar y subirse a otro en el que todos ignoren su error.
Por último, la presencia de otro ser humano siempre preocupa al que primero se va a bajar. Es esa realidad humana que todo el mundo conoce: el que se queda le mira el culo al que sale. Probablemente por esto es que se acelera la respiración y el habla. El resultado de esa acelelración es que, en los casos en que los primates encorbatados recuerdan que sus madres los entrenaron para decir buenos días/tardes/noches, el falso deseo sale de sus bocas con la misma velocidad y entonación que un pedacito de comida que la intrépida y curiosa lengua encontró en la muela trasera dos horas después de comer.
La próxima vez que se vean en una situación de movimiento dentro de uno de estos aparatos, no duden en sonreir ampliamente y mirar a los ojos a sus compañeros de viaje; verán que ellos no saben dónde carajo meterse ni qué hacer. Háganlo y después me cuentan.

viernes, 13 de junio de 2008

Buen provecho

A pesar de que no me dejarían decir vagos glotones hijos de la gran puta de manera explícita, El Nuevo Día publicó hoy, viernes 13 (buena fecha) de junio esta columna en la que defiendo a los incapacitados mentales de las más altas esferas de este país roto.

13-Junio-2008
Gabino Iglesias
Escritor y periodista

Buen provecho
El último escándalo político es de naturaleza nutritiva: muchos legisladores ganan en dieta lo que no gana un trabajador promedio en todo el año, y sin cobrar dietas.
La prensa expone a estos representantes y senadores y ellos explican que estas dietas son parte del salario, que es una remuneración justa, que trabajan 14 horas diarias y otra multiplicidad de patrañas dignas de su profesión.
No obstante, esta columna no es una crítica sino una defensa. La necesidad imperiosa de mantener estos intelectuales en posiciones de poder es ineludible al analizar los siguientes puntos:
1-La velocidad pasmosa con que atendieron el mandato de unicameralidad que les hicieron los que los alimentan.
2-La cantidad y calidad de los proyectos legislativos que se han realizado en este cuatrienio.
3-La envidiable desfachatez con que se paran delante de las cámaras de televisión a dar opiniones y a dictar sentencias sobre cualquier cosa y la manera tan entretenida en que exponen sus inútiles rencillas internas y su inimitable forma de perder el tiempo.
4- La pulcra e intachable imagen pública que han logrado mantener todos ellos a lo largo de sus ilustres carreras para agradecer el genial voto de los puertorriqueños (primeros culpables de esto).
5-La defensa acérrima que hacen desde sus puestos de los derechos de los maestros, policías y demás empleados públicos del País.
6-El orgullo palpable que demuestran siempre al mal nombrar al “pueblo de Puerto Rico” para salir del paso y racionalizarlo todo.
Dejemos que cultiven su redondez a costa de los que sí trabajan, que viajen en “lujosas guaguas” y que cambien su ajuar cada seis meses. Sólo podemos desear que algún día, por imposible que parezca, entre la reyerta politiquera de turno y perder el tiempo cobrando en exceso, llegue una mágica plaga de conciencia a sus oficinas.

jueves, 12 de junio de 2008

Debajo de un farol

Debajo de un farol, las caderas embutidas en una minifalda de cuero y los pies encarcelados en la incomodidad infinitamente femenina de unos tacones imposibles, una prostituta espera la llegada de un cliente.
Tiene suerte y logra recaudar suficiente para pagar sus cuentas sin hacerle daño a nadie y llega a su casa temprano con el alba de la mano, justo a la hora en que llega periódico. Dentro de su casa la esperan sus dos hijos (o ninguno, o tres o cuatro), su perrito y el inútil de su marido alcohólico (al que mantiene), quintaesencia barrigona del macharrán nacional . Ella se sienta y lee el diario. Todo es prostitución: se venden los intelectuales, aceptan dinero los políticos y las ideologías juegan a ser veleta del viento triste de una economía que agoniza.
Sigue leyendo: por fin alguien contempla en serio el problema de la droga. Más adelante critican a las amantes mercenarias de Mayagüez, Arecibo, etc. Ella piensa en sus congéneres de Río Piedras y sonríe.
Ella sabe que la venta de sensaciones no debería ser un delito perseguido por la ley; la estupidez sí. La solución al “problema” de las “cenicientas de saldo y esquina”, en palabras de el Maestro, se acabaría legalizando su profesión y ofreciéndoles un buen plan médico y de retiro. La utopía se le atraganta al pensar que algún político, hijo de una compañera de trabajo, se robaría los fondos de ese proyecto y escaparía impune mientras el país se suicida, se droga y se atreve a criticar su milenaria ocupación.
Cierra el periódico, prepara el almuerzo de sus hijos y descansa para enfrentar otra noche de peligro vendiendo satisfacción y fantasías a padres de familia y profesionales que llegan a buscar amor clandestino o la compañía secreta de alguno de sus amigos que atienden a figuras públicas, políticos y policías que se niegan a salir del “closet”.
Me uno a Ismael, "puta proletaria, con permiso, sólo quiero un saludo solidario, presentarle mis respetos". Ojala que esta noche no llueva, carne mercenaria, literatura con tacones, mujer de la noche, cliché con minifalda de cuero, eterna puta, orgullo de la nada.

viernes, 6 de junio de 2008

Yo no soy yo, ahora más evidentemente que nunca

"Of Other Spaces" era el título del ensayo de Foucault que me jodió la cabeza para siempre.
"The mirror is, after all, a utopia, since it is a placeless place. In the mirror, I see myself there where I am not, in an unreal, virtual space that opens up behind the surface; I am over there, there where I am not, a sort of shadow that gives my own visibility to myself, that enables me to see myself there where I am absent: such is the utopia of the mirror. But it is also a heterotopia in so far as the mirror does exist in reality, where it exerts a sort of counteraction on the position that I occupy. From the standpoint of the mirror I discover my absence from the place where I am since I see myself over there. Starting from this gaze that is, as it were, directed toward me, from the ground of this virtual space that is on the other side of the glass, I come back toward myself; I begin again to direct my eyes toward myself and to reconstitute myself there where I am. The mirror functions as a heterotopia in this respect: it makes this place that I occupy at the moment when I look at myself in the glass at once absolutely real, connected with all the space that surrounds it, and absolutely unreal, since in order to be perceived it has to pass through this virtual point which is over there.", decía su párrafo maldito.
Me adueñe del concepto sin saber que se adueñaba de mi. Rompí todos los espejos de casa y me descosí un costado con un cuchillo de cocina para buscar eso que yo creía, inutilmente, que era. No encontré nada y decidí guardar la palabra esencia y dos lágrimas de cocodrilo en un cofrecito. Me olvidé de ocupar los espacios, de nada servía, todo era nada y el nihilismo nietzscheniano me rondaba como una mosca hambrienta.
Tallé el concepto a mi conveniencia (característica que me ayudó a recordar lo que es creerse humano) y me apoyé en la heterotopía de madera hasta las postrimerías de mi tesis, llorando por dentro y botando aceite por la herida del costado.
Pasó un año y el recuerdo del espejo gritaba debajo de mi cama como los gatos a las tres de la mañana. Mi debilidad ganó y claudiqué: leí el abismo por milésima vez. ¿Dónde carajo puse la novela de Torrente Ballester? A lo peor se lo fumó el cadáver del espejo.

jueves, 29 de mayo de 2008

Bienvenidos a la muerte


Las fotos están tomadas desde una avioneta y tienen esa calidad que deja mucho que desear. Se trata de una tribu aislada que apareció a orillas del río Las Piedras en la Amazonía Sureste de Perú y que me dan una pena que no puedo empezar a describir.
"Es absurdo decir que existe gente aislada cuando nadie la ha visto," dijo Daniel Saba, Presidente de Perupetro, la compañía petrolera del Estado de Perú y típico mercenario de manos negras. Es decir, la tribu ya cumplió con su propósito existencial: probar que Mr. Saba no sabe un carajo y que, como era de suponer, sólo se trata de otro petrolero con ganas de talar la selva en dos días y que el que venga detrás se las arregle.
Yo miro las fotos y los veo pintaditos y defendiendo sus chozas, con su terror al eclipse y su hermosa ignorancia sana y me arde la sangre. En su santa inconsciencia le disparan flechas a la avioneta mientras desde la elevada barriga del endiosado pájaro de hierro les escupen un ruido de miedo y les tiran fotos para la prensa.
Ya veo a la panda de salvadores internacionales llevándole un biblia y una colección de enfermedades desconocidas que los matarán en un par de meses. Me los imagino ya con la camiseta de las Spice Girls que les regalaron los del Salvation Army caminando por la tierra que habitan sabrá Dios hace cuánto y a la vez perdidos entre la gente nueva y la pasajera lumbre agresiva de los flashes. Los imagina mirando con recelo de animal acorralado la cámara de la National Geographic y la de la BBC y maldiciendo a su deidad por fallarles así y mandarles los demonios blancos.
Perderán la batalla y terminarán civilizándose. Ya los oigo agradeciendo en su lengua el milagro de la democracia, las aspirinas, el chicle, las baterías, la cremita para el sol, los M&M's, los fósforos y las chancletas metedeo. Los veo cambiando el taparabos por pantaloncitos de correr y enganchándose un relojito sin cuerda a la muñeca para que marque su destiempo o el fin de su tiempo.
Veo el pietaje del Discovery Channel y las protestas porque los petroleros y los madereros ilegales de caoba ya se los fumaron para hacer el nuevo escritoria de Donald Trump y llenar de gasolina la limusina de Bush. Veo al último infeliz con el alma rota y los ojos como lagunas de dolor mirando la interminable fila de imbéciles con ipod que se acercan hasta el museo de turno para verlo sentado. Ellos no saben lo que les espera. Quiero aislarme y llorar.

miércoles, 28 de mayo de 2008

Ante la posibilidad de que quede algo...

Hace unos días entré en un Sam's de nosedonde y, para no variar, busqué la oportunidad de escaparme hasta el área de los libros. Sólo me sirvió para deprimirme. Códices, secretos, María Magdalena, códigos, misterios, invenciones apócrifas, sociedades secretas: todo es la misma mierda. Historia, ficción y basura en un gran vómito comercial. La salida fácil sería culpar a Dan Brown, escritor mediocre en sus mejores momentos, pero la realidad es que la culpa es de los lectores light que patrocinan ese tipo de literatura.
Entonces, hoy, me topo con una declaración del genial Manuel Clavell Carrasquillo: "El libro ha fracasado como objeto cultural y asistimos al holocausto caníbal de su ruina". Si le doy la razón voy a tener que llorar y saltar desde el enfermo edificio en que trabajo. Si reniego de lo que expone, me costará un huevo encontrar suficientes palabras gordas para coser un discurso coherente sin costura pasional que logre desbancar lo que dice. Me niego a hacer ambas.
El punto es que la literatura agoniza desde hace mucho tiempo, pero me niego a declarla muerta. El día que levanten el cadáver, quiero que me entierren con ella.
Vivo entre libros. Lejos de ser una declaración moralista o nostálgica es una simple declaración de lo que soy y lo que hago. Al que no le guste, perfecto. No soy mejor que nadie y peor que muchos.
Uno de los puntos/lanza de Carrasquillo es que la lectura no te hace una mejor persona. Estoy totalmente de acuerdo. No obstante, soy de la opinión de que la letura pesada, clásica, recomendable, aburrida, académica o como le quieran llamar hoy en estos tumultuosos tiempos posmodernos, promueve el desarrollo de una musculatura cerebral recomendable, amplía el vocabulario y nos ayuda a escapar sistemáticamente de la dolorosa estupidez que nos rodea a diario. Llevo esa consigina colgada en la frente, justo al lado de mis pecados. Prefiero que me coja de imbécil un hijo de puta mucho más inteligente que yo que perder mi tiempo con zombies mentales fanáticos de Objetivo Fama. Prefiero aguantar la pesada baba ilustrada de los comemierdas académicos releídos que escuchar la incesante muestra de atrofia neuronal que sale de la boca de los descerebrados de este país en la calle, la televisión, la prensa, etc.
Mis mejores amigos siempre fueron los libros. No sé si lo aprendí de mi viejo, si es resultado de mi aversión rampante por el animal humano o simplemente designio del destino. No me agrada mucho Shakespeare, "Cumbres Borrascosas" me aburrió y "Madame Bovary" se me hizo interminable. Lovecraft está ubicado muy cerca de mi Olimpo de Escritores y Bukowski me hace falta de vez en cuando: estoy muy lejos de ser perfecto. No se trata de leer sólo ladrillos clásicos, se trata de asesinar a los Dan Bowns del mundo, de meterle una bala entre ceja y ceja a todo aquel que tenga un puto panfleto de Paulo Cohelo como referente inmediato y... ni siquiera voy a empezar con las histércias feministas sufridas que pululan en América.
Nada me consuela. Clavell Carasquillo tiene toda la razón, pero yo sé que le duele.
Ante la posibilidad de que quede algo, yo sigo leyendo.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Río Piedras, martes, noche

Esta ciudad es como una sarna vieja que rascamos con gusto. Un guilty pleasure asqueroso que muchos niegan por las mañanas entre la camisa por dentro y frases intelectuales de alto vuelo. Poco importa. Sigues; pies arriba y abajo sobando una acera puerca con olores insultantes y repleta de charquitos de oscuridad. Más arriba el ruido incesante de la variopinta fauna callejara anuncia la llegada de las horas indecibles. Aullidos y sudor bailan tangos en el aire. Dulzón y denso el olor a marihuana y cuneta. El chancleteo de algunos, el pelo largo de otros, las faldas cortas como sentencias, las promesas vacías de los escotes falsos, la mirada intensa de los maricones a la defensiva y mucho sobaco al aire.
La gente se para en círculo con el afán de crear una ilusión de privacidad en el espacio abierto. "Aguaniiiiiileeeee" despeñándose desde las altas bocinas clavadas a la pared como imitadores de Jesús y la voz de Héctor Lavoe pasándose la realidad espaciotemporal por el forro. Cerveza barata pero fría que anestesia el esfuerzo de gato hidráulico de las gargantas que intentan alzarse más allá del pandemonio.
Un tecato se desliza por un poste como largatija hebria y acaricia el maltrecho carrito de compra lleno de latas con la cabeza. Su caída perenne me entretiene. Pienso fugazmente en las pesadillas de Einstein. Aquí la sociología tiembla, la psicología se funde y la etnografía se alcoholiza.
Perla habla de Santo Domingo. Acodados en un pedazo de aluminio, húmedo de sabe Dios qué, miramos al tecato e intentamos mantener vivo el pasado a base de nombrarlo. Gambi y Manu llegan y los divorcios ajenos se convierten en celebraciones anticipadas. En la calle pululan los hijos de nadie, las ansias de alargar la noche hasta el infinito, de encontrar ESO. Ser y estar recobran su importancia y alguien pide un vaso de hielo. El éxito de una perfecta comunicación entre tanto ruido desplaza todas las teorías comunicativas conocidas hasta el momento. Que nadie me hable de hipertextos: todo remite a todo. Es lo que somos. Lastima que todo se acabe.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Uno de los límites

La búsqueda constante de los límites es uno de mis deportes favoritos. Sabes hasta dónde puede protestar, apuntar con el dedo, juzgar públicamente y joderle la paciencia a aquellos que, desde siniestras tribunas intocables, se dedican a fastidiarle la vida a los demás. Uno de esos límites lo descubrí recientemente. Se trata de una columna que envié a El Nuevo Día y que al parecer no van a publicar. El ella vapuleaba un poco a Doris Lessing: vieja tonta que ganó el Premio Nobel de Literatura 2007. Aquí la dejo con comentarios agregados. la titulé "Malditos desastres".

Rara vez nos toca leer una columna de opinión en la que se despotrique contra los intelectuales de alto vuelo. Sin embargo, un artículo de este respetable rotativo, publicado el lunes, me hizo hervir la sangre.
La escritora británica Doris Lessing, ganadora del Premio Nobel de Literatura 2007, demuestra que no por que el mundo te considere un intelectual significa que tienes dos dedos de frente, noción de lo que es el respeto, memoria histórica o un ápice de sentido común.
Lessing dice en una entrevista otorgada a Radio 4 de la BBC (a punta de pistola) que ya se le está acabando la módica suma de 977,000 euros (más de 1.5 millones de dólares) con que se dota el premio y se queja de que se pasa la vida en entrevistas y sacándose fotos. Además, se atreve a tildar la situación de “maldito desastre” (agravante: foto de Lessing sentada en las escaleras de su casa con cara de llanto y dolor profundo).
Primero: son muchos los escritores reconocidos que escapan sistemáticamente de las cámaras y la prensa con éxito. Segundo: para ser una persona que se supone que tiene un dominio respetable del vocabulario, llamar a su situación “maldito desastre” es una falta de respeto al planeta.
32,000 muertos en Birmania, 900 estudiantes enterrados vivos en China, 22 muertos por tornados en EE.UU., el hambre y los conflictos en África, el gasto de dinero y vidas en la tonta guerra de Irak, por mencionar sólo algunos de los eventos actuales más conocidos, son malditos desastres.
Para haber recibido el Premio Príncipe de Asturias en el 2001 por sus escritos en defensa de la libertad y múltiples causas del Tercer Mundo, a Lessing le falla bastante la memoria.
Interesante que la entrevista coincida con la publicación de su nuevo libro.

Y ahora, con el infinito poder que me confiere tener mi nicho dentro del ciberespacio, diré un poco de lo que no dije: váyase al carajo, vieja estúpida. Ah, la maravilla de la libertad de expresión.
Puede ser mi naturaleza el libro de Bukowski que me traigo entre manos o el haber visto a mi amigo tecato empujando una bicicleta sin rueda trasera hoy por la mañana, pero a la inglesita la tengo atravesada desde el lunes, y parece que soy el único; nadie ha dicho nada al respecto. Parece ser que cuando se es figurita mediática y te ganas un Nobel eres intocable. Lástima que en mi espacio esas leyes no apliquen. Si ya se gastó más de millón y medio de dólares, que se joda, si no quiere hacer entrevistas, que nos las haga. Lo único que tiene que hacer es leer el periódico y callarse la boca. Sus problemas son imaginarios y que tengan espacio en los medios es enfermizo. Mientras el mundo se va descojonando un país a la vez, Lessing protesta y saca un libro nuevo; esa es mi nueva teoría del caos. Le doy gracias a mi gusto por nunca haber leído un librito de semejante señora. Con 88 primaveras, ya le va tocando ser comida de gusano.

miércoles, 30 de abril de 2008

Panóptica líquida

Jamás deja de sorprenderme la infinita creatividad criminal del homo puertorricensis. En este caso se encargaron de las cámaras de seguridad de un residencial. Es jocoso, tienen que aceptarlo. Además, pocas veces se ve un ejemplo tan inocente y claro de la puesta en práctica de la ironía. Se publicó el miércoles 30 de abril.

30-Abril-2008
Gabino Iglesias
Periodista y escritor

Panóptica líquida

Un cartelito rojo advierte al criminal indeciso que el banco que mira con ojo pecaminoso cuenta con la protección de cámaras de seguridad.
Gracias a la advertencia cuadrangular, en el lugar se respira tranquilidad y las personas cuentan su dinero cerca de la puerta, caminan hasta sus autos en paz o entran con su vida metida en un sobre para depositar. Un falso bienestar viene atado a la cámara de seguridad: ¿será que no ven esos programas basados en grabaciones de esas mismas cámaras?
La realidad es que cuando empezó a discutirse la propuesta de colocar este tipo de dispositivo de vigilancia en diversos complejos de vivienda pública del País me pareció genial. De hecho, creo que se debe extender su uso a calles y lugares públicos en general.
Ahora resulta que un número indefinido de sujetos, protegidos por la oscuridad de la noche, hizo alarde de lo que realmente somos: maléficos primates hiperdesarrollados y se las ingeniaron para subirse a los edificios del residencial Las Dalias, en Río Piedras, y robarse las cámaras de seguridad que, más allá del humor del asunto, estaban puestas allí para desalentar la actividad criminal.
Semejante acto pone en tela de juicio la forma en que se está administrando el proyecto, la inmediatez de las soluciones que provee (¿no deberían tener a los culpables tras las rejas ya si las cámaras de verdad funcionaran?) y la inteligencia de los ladrones del patio.
Por otro lado, la imaginación y la ignorante valentía de los sujetos que hurtaron el equipo es admirable. El resultado poético de su castigable acto nocturno es algo que, supongo desde la plataforma de mi infinita ignorancia, jamás imaginaron los perpetradores: hacer agua el epicentro de la panóptica gubernamental a través de la ironía sencilla y directa de robarle los ojos al mirón.

viernes, 25 de abril de 2008

Sucedió en la Bankers Club

Soy un tipo de letras y, aunque soy un animal social, soy capaz de identificar puntos de encuentro con sicólogos, profesores variopintos, desempleados, filósofos, tecatos, músicos, doctores y ángeles caídos. Sin embargo, la gente de números se me atraganta con facilidad. Es por eso que iba predispuesto a pasarlo mal cuando fui a cubrir la Convención Anual de la Asociación de Estudiantes de Economía y Finanzas. Nuevamente, me cago en Murphy.
No hago más que entrar y el primer mamón con que se topan mis ojos lleva un traje oscuro y una corbata naranaja claro. Está abriendo los ojos como si le estuvierna metiendo tachuelas en el culo: "No, yo no me voy a quedar en Puerto Rico", le dice a su interlocutor (que gracias a Dios está de espaldas y no tengo que mirarle la cara, "yo me voy a Nueva York... a envejecer en dos años", termina de decir a la vez que escupe una risa más falsa que un billete de $3. Me pregunto si me va a invitar a su yate, la Shining Star, y me siento en la mesa que más lejos queda de ellos para evitar el contacto visual.
En cuanto me siento se me acercan un flaco con demasiado traje y un gordito repeinado hacia atrás con un grave problema de acné y un traje crema claro acentuado con una corbatita amarillo metálico que está como para ahorcarlo con ella. Se acercan a la ventana (soy tan imbécil que me fui a sentar cerca de la ventana) y el gordito, mirando con cara de asco hacia su izquierda, levanta una mano, señala con desdén y pontifica: "Ese arrabal deberían tumbarlo todo", y mira a su compañero en busca de aprobación. Ese arrabal, so pendejo, son las 8 comunidades que pueblan, con alrededor de 30,000 almas humanas, el caño Martín Peña. Tienes razón, debería tumbarlo y mandarlos a todos a vivir a tu casa. Empieza a palpitarme la sien, siento calor en los zapatos y trinco los dientes. Me convenzo de que sería una pésima idea liarme a hostias con el gordito con cara de pizza y cierro los ojos a la vez que respiro profundo y tarareo algo de Calamaro.
Cuando abro los ojos, el humanista de la ventana ya no está, pero el silencio dura poco. Un tipo con cara de caballo y víctima de calvicie prematura está diciendo: "viste, me han dicho que te enseña par de cosas chéveres, pero son cosas que puedes aprender leyendo por tí mismo".
Siento un poquito de vómito en la garganta y trago con fuerza. Viste, por la forma en que te expresas, es obvio que eres un lector empedernido. Sólo un ejemplo más de las "par de cosas" bien "chéveres" que salen de la boca del futuro del país, además de prueba irrefutable de que a los estudiantes de finanzas hay que comenzar a imaginarlos como los letrados intelectuales del futuro y los amantes de la lectura de hoy.
Finalmente alguien se acerca demasiado a un micrófono y empieza a leer la bienvenida. El hombre tiene la pronunciación, velocidad de lectura, fluidez y el ritmo de un niño de siete años con problemas de aprendizaje. Lo bloqueo y leo el programa de la actividad: charlas de los cuatro candidatos a la gobernación (son cuatro, aunque nadie lo diga nunca). Maldita sea mi suerte, Murphy, el Bankers Club, la madre de los tomates, la política que me espera y el cañón que, por designios del destino, no traigo en el pantalón.

miércoles, 23 de abril de 2008

¿Por qué no?


Debajo van las hormigas de dos patas con sus problemas a cuestas. Hipotecas, divorcios, depresiones, peleas, ofensas, oprobios, traiciones, gorduras y calvicies. Sin embargo, ahí arriba, los semáforos se guiñan los ojos socarronamente y las luces bailan mojándose en charcos de sombra. Arriba no llega el olor a humanidad que más abajo lo mancha todo y se dibujan las mágicas filigranas de las iluminadas y estoicas aves nocturnas aupadas en lo más alto de los delgados postes de cemento; testigos silentes del río de asco y pena que, lento y denso, transcurre abajo. Si los saquitos de carne y dolor dejaran de mirarse las gastadas puntas de los zapatos verían que, miopes o no, las luces bailan. ¿Por qué no?

miércoles, 16 de abril de 2008

Cosas de niños

Esta columna la publicaron el martes 15 de abril. Creo que se explica sola. En lugar de hablar de algo que se explica solo, aprovecho para mandar un abrazo a mi primo Bruno y a mi tío Luis Carlos, quienes, me acabo de enterar, leen este espacio de vez en cuando. Los quiero.

15-Abril-2008
Gabino Iglesias
Escritor y periodista

Cosas de niños
Situación 1: una adolescente de 13 años entra a la escuela con un cartel colgado del cuello: “Si amas a nuestro país, detén la inmigración ilegal”. Resultado: pandemonio, caos y violencia. Víctimas: la adolescente que, por invitación de la escuela, resultó herida, tres jóvenes latinos que, ante el oprobio en forma de cartel, reaccionaron con las manos. Culpables: la escuela, los padres y el simio presidente. Propuesta: amonestación verbal a los agresores y a la adolescente. Paliza cruel al genial educador que tuvo la idea de invitar a los niños a opinar con carteles sobre temas políticos, al director de la escuela y a los padres de la joven que la dejaron salir de casa con la sentencia enganchada al cuello.
Situación 2: un niño entradito en años que jugaba a ser presidente de la Autoridad Metropolitana de Autobuses (AMA) y de la Autoridad de Transporte Integrado (ATI) presenta su renuncia porque, si no puede mandar todo, prefiere no jugar.
Además, lo regañaron porque no puso todos los autobuses que tenía que poner en la calle. Todos sus amiguitos se van con él porque estaban ahí en puestos de confianza.
Resultado: un hueco sideral en el mandato de una importante agencia que rellenarán con otro joven que se llevará a sus amiguitos a jugar con él o ella en puestos de confianza.
Víctimas: supongo que, indirectamente, todas las personas que dependen de los desnutridos sistemas de transportación pública del País. Culpables: todos. Propuesta: herejía de prohibir los puestos de confianza y cortar cabezas en cuanto algo no funcione (medio país es ahora mi enemigo).
Concuerdo con Pérez Reverte: los niños dejan de simpatizarme en el momento en que se empiezan a parecer a los adultos que serán.
Los adultos dejan de simpatizarme cuando se portan como los niños que fueron.

jueves, 3 de abril de 2008

Sobre la relatividad

No es que tenga algo en contra de los policías... bueno, a lo peor miento. Puede ser que, como ácrata declarado, tenga algo en contra de la autoridad en cualquiera de sus viles representaciones, pero, sobretodo, tengo problemas con demostraciones innecesarias de poder y la permisividad constante en cuanto a la circulación de imbéciles con muchos problemas mentales, placa y un arma de fuego. Me imagino a este sujeto, hoy objeto de mi columna, con el epiléptico dedo aprentando una decena de veces el gatillo mientras se imagina que vive un injerto infernal peliculero tipo Rambo mentido en un sangriento festival de Tarantino. Salió en el El Nuevo Día de hoy, jueves 3 de abril.

03-Abril-2008
Gabino Iglesias
Escritor y periodista

Sobre la relatividad

La cantidad de disparos es relativa”, fueron las palabras del superintendente de la Policía, Pedro Toledo, al opinar sobre el incidente en que un esquizofrénico resultó muerto por la decena de balazos que recibió por parte de un policía.
El primer disparo fue en defensa propia, el segundo también, el tercero fue para asegurarse de que los dos primeros tuvieran efecto, el cuarto fue el remate, el quinto la “ñapa”, el sexto fue por instinto y la presión mental del momento y el séptimo fue para asegurar que no se levantara nunca más y reiterar la infinita supremacía del arma de fuego frente al cuchillo.
Sin embargo, son los últimos tres disparos los que entran en el intangible e inexplicable universo de lo relativo. ¿A qué es relativa la cantidad de disparos? ¿Debemos pensar en términos peliculeros o en necesidades inmediatas de sometimiento de un sujeto armado a la hora de hablar de cantidades relativas de disparos?
Supongo que la contestación es relativa.
Hay que tomar en cuenta que el oficial ha sido amonestado por utilización de bebidas embriagantes, disturbios a la paz, agresión contra menores y otras relatividades conductuales que suman una decena de querellas administrativas.
¿Relativa coincidencia numérica?
La triste historia es ejemplo de la salud mental del país: un esquizofrénico asesinado en “defensa propia” por un neurótico mientras un paciente de locura transitoria provocada por la muerte de su progenitor da golpes a una patrulla y jura vengarse de la Policía y una colección de maniaco-depresivos, futuros suicidas, neuróticos políticos y sicóticos variopintos lo leen en la prensa entre debacle política y empanadillas de iguana.
Bueno, esa es mi interpretación, recordemos que todo es relativo.
Éste será otro caso que desaparecerá pronto de la memoria del país.
Supongo que la importancia, como la memoria, es relativa.

sábado, 29 de marzo de 2008

Sábado en la mañana

Sábado en la mañana y siento que me invade una melancolía incorregible e imparable que se va desdibujando como una ciudad. Un sentimineto sonoro que va pintándose de edificios grises que pellizcan el cielo. Una ciudad que respira con el aliento de las alcantarillas. Me siento lleno de recuerdos transeúntes y a la vez vacío. Hoy tengo síndrome de aeropuerto.
Saco la primera capa y encuentro el remanente subconsciente de haber pasado un viernes en la noche en casa: colgando de mi brazo izquierdo como el reloj que va marcando mi destiempo, la ciudad de Nueva York y, tatuado en el derecho con la tinta indeleble y rojiza del recuerdo grato, la ciudad mágica de San Juan donde se desdobló el pasado cuando era presente. Agonías de sábado en la mañana, recuerdos de antros oscuros que quedaban tan cerca de Ítaca que la vellonera no era más que un rumor lejano. Amén.

martes, 18 de marzo de 2008

300 palabras prohibidas

"Las palabras son traiciones de alto vuelo", dijo el gran Fito Páez. Yo digo que las palabras sólo tienen dos opciones; decir todo lo que quieres que digan o mentir y perderse en la noche sin nombre.
Como ustedes saben, el periódico El Nuevo Día sólo publica colaboraciones de 300 palabras. En este caso, mi columna quedó perdida en el timepo y no se publicó porque carece de simpatía y le sobra humor negro. Es una lástima. De todas formas, este es mi blog y aquí publico lo que me da la gana, así que pondré aquí lo que no me dejaron decir en otro sitio. La entrada se la dedico a María Gil Bravo y a su medio limón y mi consorte radial Jorge Gutiérrez, hermanos de lucha y opinionadas voces del futuro. Que vivan los buitres y la libertad de prensa.


Mataperros
Por: Gabino Iglesias
El año pasado, el seudoartista costarricense Guillermo Vargas, alias Habacuc, agarró un perro callejero, lo ató con una cuerda a la pared de una galería de arte y lo dejó morir de hambre y sed.
Ante tan atroz acto de crueldad, los inservibles rastrojos humanos, es decir, el malgasto de espacio, órganos vitales y piel sana que, en pleno apogeo mamón avant-garde fueron a ver el cruel asesinato no hicieron el más leve gesto por impedirlo.
Ahora la blogosfera, los correos electrónicos y hasta Facebook están llenos de peticiones para que el acto no se repita. Y es que los impedidos mentales que preparan la otrora reconocida Bienal Centroamericana de Arte decidieron, en demostración de su infinito intelecto, moral, ética profesional y grado de humanidad, invitar a Guillermo Vargas a su edición 2008 para que repita la deleznable acción.
Pero sucede que no soy partidario de la acción pacífica/digital cuando se trata de asesinos de animales indefensos. Por lo tanto, presento a continuación una serie de “performances” (que fue como el artistucho describió su matanza injustificada) que me gustaría presentar a mí con el nombre artístico de Fokit:
1- Atar a Vargas a una pared y dejarlo morir de hambre (carece de originalidad pero le sobra dulce ironía).
2- Encerrar al energúmeno en una habitación pequeña con 200 defensores de los derechos de los animales empuñado cortaúñas y que lo conviertan en picadillo a cortauñazos que luego tendrán que ingerir en un banquete de gala los organizadores de la Bienal.
3- Agarrar al mataperros y darle golpes a la pared de la galería con su cabeza hasta que quede una pulpa rosácea postmoderna impresa en la pared.
4- Disfrazar a la policía de payasos y que se líen a tiros con todos los que vayan a ver el susodicho “performance”.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Siete pecados "nuevos"

Jamás digo jamás, pero jamás he pretendido guardar en secreto el hecho de que, ante la presión social de contestar a preguntas clásicas y malintencionadas, soy una batería AAA: ácrata, ateo y anarquista. Pero ahora resulta que, ante la práctica común de presentar nuevas versiones, productos mejorados y últimos gritos, o alaridos estridentes, de lo que sea, la Iglesias ha decidio no quedarse atrás y nos ha regalado siete nuevos pecados. Repasemos. Lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia eran los siete originales que dictó el Papa Gregorio I hace 1,500 años. Claro está, estos han pasado a ser parte integral de un domingo en familia, una reunión de carácter religioso (¿quién más enfermo y comelón que un cura?), una película cualquiera, son la base de las comunicaciones y la hegemonía publicitaria y han sido deconstruidos por Fernando Savater y algunos escritores más hasta la saciedad. No hace falta aclarar que su adaptabilidad era nula y que su evolución ya tocaba: hacía falta una revolución. Obvio, en el plano de las nuevas administraciones ya habían cumplido con la puesta en escena de un nazi como nuevo Papa; ahora le tocaba un retoque de pintura a los pecados.
A continuación los siete nuevos y relucientes pecados recién salidos de la intrincada y enferma cabeza del loco religioso de turno y la breve deconstrucción inquisitiva de este humilde servidor:
1- No realizarás manipulaciones genéticas: dirigido a todos aquellos que tengan un laboratorio genético en la marquesina de su casa.
2- No llevarás a cabo experimentos sobre seres humanos, incluidos embriones: terminantemente prohibido el avance ciéntífico que entra en debates éticos y morales, encontrar la manera de durar más, la cura del cáncer y la vacuna del sida. Me intriga qué dirán las farmacéuticas al respecto.
3- No contaminarás el medio ambiente: coño, por lo menos uno de los siete tenía que tener sentido y utilidad.
4- No provocarás injusticia social: este, necesito que alguien me lo explique. Supongo que significa que en el Vaticano son socialistas, aunque sus acciones previas no denotan afiliación a ese ideal político en absoluto.
5- No causarás pobreza: pido perdón por los niños con hambre, la gente sin zapatos, el desastre que hay en África y la miseria del mundo. También pido perdón por que los hijos de puta de las multinacionales no reparten el bizcocho. Deduzco que está de mi mano causar la pobreza, lo que pasa es que nunca me había dado cuenta.
6- No te enriquecerás hasta límites obscenos a expensas del bien común: todas esas criaturas que se mueren de hambre, los que pasan frío en la calle y los que trabajan como burros para poder poner un pedazo de pan duro sobre la mesa nunca pecarán de esto. Del mismo modo, ni la Coca-Cola, ni la Nike, ni la Microsoft tiene una décima parte del amasijo impensable de billetes que tiene los del Vaticano. Si hay una empresa rica en el mundo, esa es la Iglesia Católica. Esto si que manda cojones, han redefinido el predicar la moral en calzoncillos, los pobres muertos de hambre con voto de pobreza.
7- No consumirás drogas: con este axioma queda anulada de una vez y por todas la incómoda estupidez esa del libre albedrío. No te peines de cierta forma, cuida tu cuerpo de la manera en que te aconseja la Iglesia, no bebas, no fumes, no entrenes, no mires televisión, escucha sólo música religiosa, no te rasques los pies en la cama, no te tatúes, no mires mal al vecino (lo de mirar bien a la mujer del vecino ya estaba cubierto) y nada de usar drogas (en toda su multiplicidad de versiones, colores, sabores y formas, legales e ilegales, de consecución).
Ahí están, que genios son y que Dios nos coja confesados.