miércoles, 30 de julio de 2008

Garrapatas

Los recuerdos son garrapatas en el corazón. Nos preocupamos tontamente por un futuro que no es más que un tren imprevisible que, a la vez que constantemente se va haciendo presente, corta con sus ruedas metálicas nuestros intentos de un buen pasado.
Nada hay más triste que pensar en futuros que no serán por culpa de algún pasado tonto. Puede que los archivos se vean tergiversados por el anhelo de algo o que el olvido llegue tras recordar que se le olvidó llegar a tiempo. Las lágrimas son recuerdos líquidos en la mayoría de los casos. Las tertulias existencialistas de los intelectuales de alto vuelo no son mejores que los mocos que fluyen de la nariz del que recuerda sus culpas.
Imaginar el futuo es sólo justo si aceptamos que la única forma de hacerlo es vistiéndolo de recuerdo: pasado, viejo, usado, gastado, acabado, roto y clavado en el archivo para siempre.
Tal vez el de la boina tenga razón y no valga la pena escribir tan lejos de la poesía.
A veces recuerdo que muchas veces estuve a punto de acordar una cita con alguien importante para la memoria, pero recuerdo inmediatamente que es imposible encontrarnos en el mar porque no tiene esquinas.

jueves, 24 de julio de 2008

Advertencia

El consumo desmedido, la injusticia, la falta de dolor que presentan los imbéciles irredentos, la carencia de intelectuales comprometidos, el pop, las filas de los supermercados y el desamor inexplicable tienen una tendencia, al igual que la picadura de los escifozoos, de producir irritación y urticaria de leve a moderada, que puede ser grave en casos de hipersensibilidad, falta de cojones, alergias etílicas o si el contacto se produce con zonas delicadas como las vías respiratorias o amatorias.
Trátese la picadura de la gelatinosa vida con partes iguales de canciones y literatura esquiva. Si la pesadez permanece por un periodo mayor atres semanas, cese el tratamiento y no joda a su médico: tráguese una bala.

jueves, 17 de julio de 2008

Teatro de barrio

El domingo me disponía a comprar jugo de vaca antes de llegar a casa y me chupé un tapón de ida y otro de vuelta. El muerto ni siquiera recibió sus 15 segundos de fama solo: el diaro lo juntó con otros dos que se sumaron a la lista de asesinatos (Puerto Rico eso sí que lo hace mejor). La columna la publicó El Nuevo Día hoy, jueves 17 de julio. Se la dedico a la romantización literaria de la muerte barriobajera.

17-Julio-2008 Gabino Iglesias
Escritor y periodista

El teatro de barrio

Una cinta amarilla serpentea a cuatro pies del suelo y sirve de marco a la escena. Un sujeto yace en el suelo con un brazo debajo del cuerpo y el otro estirado.
Sus dedos posan la figura del silencio final. Esclavos asalariados se pasean por la acera con el imposible binomio de guantes de látex y corbatas de colores chillones.
La noche disimula bastante el charquito de sangre a medio coagular.
Unas simpáticas “v” amarillas invertidas aparecen en escena y demarcan los lugares en que reposan, acusatorios y silentes, los 84 casquillos de bala de 9mm y AK-47 que levantaron vuelo para comenzar la obra y declarar el fin de algo. Los policías piensan con envidia que ellos no tienen ese armamento.
Las luces de las patrullas silencian al personal congregado para el chisme y los niños sonríen y se empujan para conseguir el mejor asiento en la acera de enfrente, mientras los policías, embutidos en sus uniformes azules, meten la barriga y sacan pecho a la vez que hacen señas para que circule el tráfico. Poco importa: todo el mundo frena y se recrea con el muerto besando la acera sucia el tiempo que le place.
El morbo crece, vuela, se hincha y cubre la calle.
El tufo a cotidianidad televisiva convertida en pasajero chisme de barrio es inaguantable.
El muerto no dice nada.
La muerte ya dijo lo que tenía que decir. La Policía planea decir que investiga. Todos saben que al tipo le metieron todo ese metal en el cuerpo por bueno.
Probablemente se dirigía a casa de unas amistades para ver Miss Universe y la vida se le perdió en el camino.
Esta mañana le pasaron una manguera a la acera.
Los niños vieron sus muñequitos y lo contaron en la escuela.
C’est la vie.

viernes, 11 de julio de 2008

Instintos asesinos

Si, si, ya sé. Soy demasiado agresivo, tengo que tranquilizarme, soy muy violento, la violencia no engendra nada bueno, bla, bla, bla. Que se joda. Esta semana el periódico, para variar, no ha hecho otra cosa que ponerme los pelos de punta y dejarme con saborcito a chicle de bilis. He aquí los puntos más destacados de todos los que levantaron mis instintos asesinos.
1- El G8 - Veo a la deficiencia neuronal con patas de Bush sembrando un arbolito con sus cuates en Hokkaido y lo único que se me ocurre es arrancarle la pala de las manos y pegarle con ella en la cabeza hasta que ese vacío sideral que habita su cavidad craneal no sea más que una pulpa rosácea. Esa es la manera más eficiente de asegurar una baja en las emisiones en los Estados Unidos. Seguiría con el resto de los cabrones en orden alfabético y después llevaría los trajes al Salvation Army.
2- Renace en la prensa el debate de la pena de muerte - Ya ni los familiares de las víctimas tiene el sentido común de pedir la exterminación inmediata de los asesinos. Es mejor cebarlos en una celda con aire acondicionado y cable. Yo propongo matarlos a todos, incluído el Gobernador por oponerse.
3- Miguel Rodríguez Casellas escribe un simpático y acertado buscapié titulado "Cuarentilindos"; la reacción inmediata en la versión digital del rotativo es criticarlo en los comentarios. Cuarentones impotentes mentales que se vieron reflejados en el escrito pusieron el grito en el cielo. Claro está, las aportaciones intelectuales críticas de todos los que criticaron el escrito superan con creces el esfuerzo de Casellas. Habría que forrarlos a ostias con un periódico para que aprendan. Intenté escribir un comentario/contestatario: aún estoy esperando el e-mail de confirmación de mi registro...
4- Me entero de las filas de 17 horas que hicieron algunos españoles para comprar un iphone y me pregunto, ¿seré yo el único que se da cuenta de que se trata sólo de un puto teléfono? Si alguien hace más de 5 minutos de fila para pagar un huevo por un puto teléfono, que alguien se atreva a negarme en un comentario que no merece una bala entre ceja y ceja y que lo entierren con el celular metido en el culo.
5- El último no tiene que ver con la prensa, tiene que ver con un deambulante. Como trabajo en la Ponce de León, los deambulantes son el pan mio de cada día. No me molestan en lo absoluto, el que se para frente a mi oficina es mi amigo: charlamos a diario y me cuesta lo que me costaría un hijo tonto a la semana. Sin embargo, hoy venía mamando tapón pensando en la cantidad de muertos subsaharianos que van este mes y en los 47 civiles que mató Estados Unidos sinquererqueriendo y me topo con un deambulante en una luz. Lleva un cartelito de cartón: "Tengo SIDA y vivo en la calle ayudame por favor", era el texto excato del anuncio. Nada nuevo. No obstante, el tipo miraba con pupilas acusatorias a todo aquel que no le daba nada. Caminaba bien, sabía escribir y tenía energía suficiente para mirar mal a la humanidad. Hasta donde yo sé, yo ni le pegué el sida ni le quité su casa. Tuve una pasajera sensación de terminar con su angustia con un leve roce de mi carro, pero cambió la luz y entendí que nada de lo que diga la prensa es culpa del deambulante y que nada de lo que le pasa a él es culpa mia: eso es equidad.

miércoles, 9 de julio de 2008

Asesinato y risas

Uno de los ejercicios que hago a diaro para escapar de la falta de humor que tiñe de color alquitrán el universo es leer los geniales comentarios que deja la gente en ese estandarte irreprochable del buen periodismo que es el Primera Hora.
Como era de esperarse, la noticia del asesino Luis Miguel Francos Matos fue una de las que más gotitas del saber provocó. Además del disfrute/frustración que provoca el econtrarse con surrealistas joyas gramaticales como "la trajedia" de un tal José Armando, "los sentimientos estan muy sencibles" de Arishamar, "tu comentario es asertado" de la mano de Estrella fugaz y otras diminutas maravillas del lenguaje como "escremento" que acompañan a una notable aversión por los acentos y las comas que me deja asombrado.
Por si eso fuera poco, la religión facilonga entra en la discusión con magistrales palabras forradas de luz: "seguir adelante en Cristo Jesús", "esperamos en Dios", "Dios les bendiga", "Que Dios perdone" y una que casi logra que cague de la risa sentadito en mi silla y que cito textualmente: "La virgen no puede hacer nada porque esta muerta pero mi Cristo vivo todo lo puede".
Todo ello me lleva a pensar que el pobre de Dios, en el caso de que exista, se mete en cada arroz con culo que me deja atónito.
En fin, nada nuevo bajo el sol. Tengo una microscópica esperanza de que más de un intelectual del país haga un llamado sordomudo a favor de la pena de muerte. Colgar a este flaco pendejo en una plaza pública sería un aviso certero para las manadas de macharranes de mano suelta que pululan en nuestras calles.
Ah, qué carajo, el imbécil no es nada comparado con la sarta de cabrones mentirosos que juegan a disimular sus intereses y realidades en el G8. Poca cosa son dos o tres muertos más; la semana que viene no se va a acordar nadie y estaré leyendo los doctos comentarios que hagan en el periódico más serio de este país.

viernes, 4 de julio de 2008

Austin

El genial Manuel Clavell Carrasquillo tuvo el detalle de dedicarme algunas de sus interesantes palabras en estruendomudo (www.carnadas.org/blog). Los invito a que pasen por allí y se lean los cuadernos de la depre. En fin, me encontré con la dedicatoria en un motelucho rancio en Austin y contesté. Creo que la respuesta resume el viaje. Aquí se las dejo.

Son las 11:20 de la noche en la ciudad de Austin, donde todo tiene cuernos y tienes que ser fanático del football para ser cool. Arrastro mis penas hasta el lobby del motel de mala muerte en que me estoy quedando y le monto un rapeo mongo a la del counter para que me preste algo para abrir las cervezas tibias que tengo en la neverita y me da un gustazo del carajo sentirme dandy de gorditas. Se llama Betty y quiere que la ame, ella no lo dice, pero yo lo sé. A veces sé cosas. Nunca me sirve de nada. Subo a beber y pongo el aire en high para matar el olorcito ese de polvos viejo, ajenos y apresurados y trago cerveza como discípulo de Bukowski o suicida sin ganas o cliché con patas o motelero empedernido o imbécil indeciso sobre si venirse a estudiar un doctorado a esta ciudad de mierda o quedarse ganando migajas en la isla del desencanto. Parece un loose/loose situation. Enciendo el aparato de leer e-mails y me conecto a los lugares comunes, a los sitios de siempre, buscando comodidad en lo conocido y me encuentro con los cuadernos de la depre de MCC. Empiezo a inyectarme esa escritura desenfrenada y testicular sin permiso de nadie y es el snack salado que necesita la cerveza ya caliente. Leo y me topo con un nombre idéntico al mío. ¿Seré yo? El enigma de llamarse gabino es una jodienda que pocos entienden. Me molesta que las cervezas tengan ese submarinito de plástico dentro. La puerta no cierra. La televisión no anestesia lo suficiente. Si a las tres de la mañana sigo despierto le voy a pedir a Betty que me cuente la historia de su vida y le voy a enseñar la poesía de MCC. Un día me voy a decidir a decidirme. Quiero ser cool y ser el único gabino del mundo.