jueves, 12 de junio de 2008

Debajo de un farol

Debajo de un farol, las caderas embutidas en una minifalda de cuero y los pies encarcelados en la incomodidad infinitamente femenina de unos tacones imposibles, una prostituta espera la llegada de un cliente.
Tiene suerte y logra recaudar suficiente para pagar sus cuentas sin hacerle daño a nadie y llega a su casa temprano con el alba de la mano, justo a la hora en que llega periódico. Dentro de su casa la esperan sus dos hijos (o ninguno, o tres o cuatro), su perrito y el inútil de su marido alcohólico (al que mantiene), quintaesencia barrigona del macharrán nacional . Ella se sienta y lee el diario. Todo es prostitución: se venden los intelectuales, aceptan dinero los políticos y las ideologías juegan a ser veleta del viento triste de una economía que agoniza.
Sigue leyendo: por fin alguien contempla en serio el problema de la droga. Más adelante critican a las amantes mercenarias de Mayagüez, Arecibo, etc. Ella piensa en sus congéneres de Río Piedras y sonríe.
Ella sabe que la venta de sensaciones no debería ser un delito perseguido por la ley; la estupidez sí. La solución al “problema” de las “cenicientas de saldo y esquina”, en palabras de el Maestro, se acabaría legalizando su profesión y ofreciéndoles un buen plan médico y de retiro. La utopía se le atraganta al pensar que algún político, hijo de una compañera de trabajo, se robaría los fondos de ese proyecto y escaparía impune mientras el país se suicida, se droga y se atreve a criticar su milenaria ocupación.
Cierra el periódico, prepara el almuerzo de sus hijos y descansa para enfrentar otra noche de peligro vendiendo satisfacción y fantasías a padres de familia y profesionales que llegan a buscar amor clandestino o la compañía secreta de alguno de sus amigos que atienden a figuras públicas, políticos y policías que se niegan a salir del “closet”.
Me uno a Ismael, "puta proletaria, con permiso, sólo quiero un saludo solidario, presentarle mis respetos". Ojala que esta noche no llueva, carne mercenaria, literatura con tacones, mujer de la noche, cliché con minifalda de cuero, eterna puta, orgullo de la nada.

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