miércoles, 23 de diciembre de 2009
Otra vez es navidad
Como quien no quiere la cosa llegó otra vez la Navidad. Con esta época tan especial llegan las cosas que siempre me encanta ver: alienígenas venados brillantes moviéndose de forma mecánica y repetitiva, muñecos de aire en forma de Santa en motora, en bicicleta, jugando al baloncesto o cualquier otra ridiculez, un sinnúmero de animales vestidos de Santa o de reno (¿espantosa mutación genética o travestis de zoológico?) y, lo mejor de todo, gente rabiosa por comprar atosigándose los unos a los otros en centros comerciales en los que el estacionamiento se convierte en moneda de cambio y los humores escalan hasta que, si mis deseos se cumplen, la gente comienza a matarse los unos a los otros.
En esta bella época también podemos apreciar gente que aún debe hasta los zapatos gastando cientos de dólares que no tienen en ponerle más luces a su casa de las que hay en Manhattan. Esta navidad no me cogen de pendejo: ya sé que la tradición de las luces no es más que un racket de la Autoridad de Energía Eléctrica para sacarle el poco jugo que le queda al país. Además, el país entero, en una movida nacional que asemeja una de aquellas victorias de Tito Trinidad, se lanza a la búsqueda de ropa de diseñador para vestir a los gordos de casa, libros de autoayuda para los analfabestias funcionales que conocen, consolas de videojuegos de último modelo para los tontos hijos que apenas saben leer y una plétora de televisores de plasma, cámaras digitales, celulares con Internet y GPS, iPods y demás juguetitos electrónicos que, sim importar su exhorbitante costo, ni se necesitan ni se utilizarán a capacidad por las pezuñas en las que caerán.
¿Y dónde carajo está la crisis esa de la que tanto hablan? Supongo que esa es una cosa de los países tercermundistas y no de una primerísima potencia como Puerto Rico, en donde todo el mundo y su puto perro tiene un trabajo bien remunerado con plan médico y vacaciones pagadas.
Por mi que se carguen a tiros las puertas de los Wal-Mart, asalten todos los Game Stop, saturen las compañías de celulares, hagan filas de tres horas para pagar la última mierda de Pablo Conejo, Silverio Pérez o alguna soberana estupidez de vampiros prepubescentes en Borders, mátense a golpes por un estacionamiento en Plaza, tapen sus arterias con morcilla, pasteles y lechón, beban coquito y ron hasta perder el conocimiento y disparen al aire en celebración de un año que no ha tenido suficientes muertos. Feliz Navidad.
P.D. ¿Alguién sabe dónde esta Tavín Pumarejo?
viernes, 18 de diciembre de 2009
La Idea de Obama
Obama no es un político, es una idea. Esa idea choca con lo que la realidad dice y es por ello que muchas personas sienten que Obama los engañó. Si bien es cierto que Obama, como todo animal político, mintió descaradamente y prometió milagros a diestra y siniestra, la masa hizo lo que mejor sabe hacer: tragarse el cuento con cara de tontos y pedir más. Lo que sigue es una columna que me publicó El Nuevo Día hoy, viernes 18 de diciembre.
La idea de Obama
Gabino Iglesias
Periodista y escritor
En un momento histórico en que la rampante idiocia de un presidente pedía a gritos que éste fuera suplantado por otro diametralmente opuesto, surgió de forma mesiánica la figura de Barack Obama. La enorme popularidad de Obama y la forma en que movilizó el voto sin distinción de color, edad o credo político sumaron una realidad electoral que, a todas luces, no volveremos a ver nunca.
La consecuente victoria se debió en gran medida a la construcción magistral de un discurso basado en principios elementales que, prometidos en aquel contexto histórico, resultaban imprescindibles, elementales y sumamente atractivos: cambio y esperanza. Sin embargo, las expectativas implícitas que los votantes destilaron del explícito compromiso hoy resultan dolorosamente incumplidas.
¿Quién tiene la culpa? Tanto los votantes como Obama.
Obama prometió demasiadas cosas, tanto categórica como tácitamente: he ahí su falta como político. Por otro lado, esa realidad sólo obedecía a su naturaleza de animal político y los votantes creyeron ciegamente en todo lo que salía de su boca: he ahí su craso error. Lo que si está claro es que hay que expiar a Obama de la creación mitómana de la Idea de Obama: esa Idea es culpa de todos los que devoraron el discurso con ansias locas, poco pensamiento crítico y una singular carencia de memoria histórica. Simultáneamente, hay que perdonar al pueblo por haber caído en la trampa en un momento histórico en que parecía que el Apocalípsis se aproximaba de forma súmamente acelerada y la guerra parecía comerse al mundo.
En resumen: el creciente desasosiego con la falta de cambio inmediato, la frustración por la demacrada situación económica y hasta la sorpresa de un prematuro e inmerecido Nobel de la Paz son males que sólo el entendimiento profundo de la situación y la figura REAL puede ayudar a paliar.
Recomencemos.
La idea de Obama
Gabino Iglesias
Periodista y escritor
En un momento histórico en que la rampante idiocia de un presidente pedía a gritos que éste fuera suplantado por otro diametralmente opuesto, surgió de forma mesiánica la figura de Barack Obama. La enorme popularidad de Obama y la forma en que movilizó el voto sin distinción de color, edad o credo político sumaron una realidad electoral que, a todas luces, no volveremos a ver nunca.
La consecuente victoria se debió en gran medida a la construcción magistral de un discurso basado en principios elementales que, prometidos en aquel contexto histórico, resultaban imprescindibles, elementales y sumamente atractivos: cambio y esperanza. Sin embargo, las expectativas implícitas que los votantes destilaron del explícito compromiso hoy resultan dolorosamente incumplidas.
¿Quién tiene la culpa? Tanto los votantes como Obama.
Obama prometió demasiadas cosas, tanto categórica como tácitamente: he ahí su falta como político. Por otro lado, esa realidad sólo obedecía a su naturaleza de animal político y los votantes creyeron ciegamente en todo lo que salía de su boca: he ahí su craso error. Lo que si está claro es que hay que expiar a Obama de la creación mitómana de la Idea de Obama: esa Idea es culpa de todos los que devoraron el discurso con ansias locas, poco pensamiento crítico y una singular carencia de memoria histórica. Simultáneamente, hay que perdonar al pueblo por haber caído en la trampa en un momento histórico en que parecía que el Apocalípsis se aproximaba de forma súmamente acelerada y la guerra parecía comerse al mundo.
En resumen: el creciente desasosiego con la falta de cambio inmediato, la frustración por la demacrada situación económica y hasta la sorpresa de un prematuro e inmerecido Nobel de la Paz son males que sólo el entendimiento profundo de la situación y la figura REAL puede ayudar a paliar.
Recomencemos.
miércoles, 9 de diciembre de 2009
Organic Food: Healthy Option or Farce?
Imaginen mi sorpresa cuando me escribió el editor de la revista Business Today, de Princeton, pidiéndome que le pusiera mi "toque especial" a un artículo sobre la comida orgánica. Recibí la comunicación en calzoncillos, sentado en mi computadora con Fela Kuti a un volúmen malicioso que tenía como propóstio dejarle saber a los vecinos que la vida es un festín musical. En cualquier caso, consulté la invitación con mi amigo Bill Minutaglio y al final acepté escribir para ellos de gratis. Aunque no puedo estar más lejos de la comemierdería de Princeton, de los sueters rositas amarrados con delicadeza a su delgado pescuezo y el silencio sepulcral que se guarda en las aulas de paredes cubiertas de hiedra, decidí colaborar con su revista. Para mi beneficio, es la revista estudiantil más grande del país, fue creada por Steve Forbes (si no saben un carajo de revistas, búsquenlo en Google) y ha tenido colaboradores tan diversos como Richard Nixon y Hugh Hefner. Aquí les dejo el artículo.
Organic Food: Healthy Option or Farce?
by Gabino Iglesias, University of Texas
Once considered a niche market that provided an alternative for consumers with special nutritional needs and the über-health-conscious and/or eco-friendly crowd, organic product commerce is now a major business in the United States. A study conducted in 2001 found that 63 percent of Americans buy organic foods and beverages regularly. Furthermore, with around 11 billion dollars in sales in 2003, which represented about 2 percent of all U.S. food sales for that year, the organic food market is still growing at an unprecedented rate, and college students play a major role in this trend.
Offering an ever-expanding assortment of foods, dietary supplements, household items and personal care products, the organic goods market is undoubtedly booming. A trip to any grocery store will attest to the fact that products ranging from tortilla chips to nail polish now predominantly display the organic stamp on their packages. Unfortunately, when other products (such as meat, poultry, eggs, milk, vitamins, pet food, hand soap, household cleaners, bed linens, etc. etc.) share the organic label, it becomes a tad harder to define what organic is, comprehend its alleged benefits and understand where it comes from.
So, if all those things are organic, we need to ask the inevitable question: what exactly is organic food?
According to the United States Department of Agriculture (USDA), organic foods are those produced by farmers who put emphasis on the use of renewable natural resources and the conservation of soil and water to enhance environmental quality for future generations. Also =(and this is probably the most widely-known component of the definition) organic animal products (i.e. meat, poultry, eggs, and dairy products) come from animals that are given no antibiotics or growth hormones. When it comes to fruits and vegetables, the organic stamp means that no pesticides were used; the fertilizers involved in the process were made with synthetic ingredients or sewage sludge; the plants are not the result of bioengineering and they were not subjected to ionizing radiation.
The aforementioned definition goes hand in hand with the clear-cut set of regulations the USDA has set for organic farming:
• Use of cover crops, green manures, animal manures and crop rotations to fertilize the soil, maximize biological activity and maintain long-term soil health.
• Use of biological control, crop rotations and other techniques to manage weeds, insects and diseases.
• An emphasis on biodiversity of the agricultural system and the surrounding environment.
• Using rotational grazing and mixed forage pastures for livestock operations and alternative health care for animal wellbeing.
• Reduction of external and off-farm inputs and elimination of synthetic pesticides and fertilizers and other materials, such as hormones and antibiotics.
• A focus on renewable resources, soil and water conservation, and management practices that restore, maintain and enhance ecological balance.” (USDA Sustainable Agriculture Research and Education (SARE), 2006.)
Even if a farmer complies with all of the guidelines mentioned above, a Government-approved certifier needs to visit and inspect the farm where the food is grown to make sure the farmer is following all the rules necessary to meet USDA organic standards. Only after receiving the approval of the USDA can a product be labeled ‘organic’… and it is with labeling that the problems begin.
For example, a product that wishes to claim it is 100 percent organic needs to prove that it contains 100 percent organically produced ingredients and then put on its label the name and address of the handler and the name of the certifying agent. To claim simply ‘organic’, 95 percent of the product needs to be entirely organic and it cannot contain sulfites. Only 70 percent of the ingredients need to be organic in order claim a product is made with organic ingredients. A product can also use the word organic in its label if it is produced with organic materials.
The complicated labeling system, far from allowing students to know exactly what they’re consuming, are often catered toward organic connoisseurs, who are interested enough to spend the time reading the whole package. And those who actually read the labels are informed only if the company was truthful in its labeling. Truthful? Yes, unscrupulous companies are putting products on the market that carry the organic label even if they’re not certified
In this rather shady and confusing market the questions then become: are students making sure that what they buy is truly organic? Are they aware of the labeling system? Why are they buying organic in the first place? What do they think are the benefits of organic food?
“I only buy organic stuff sometimes… I’m not really convinced of the whole organic thing but if the price is about the same I’ll buy organic because it’s free of pesticides”, said Cheryl Fey, a senior in Broadcast Journalism at the University of Texas at Austin (UT). She went on to comment that she was not aware of the labeling: “If it says organic I guess it’s free of pesticides, right?”
Her unawareness regarding the labeling was echoed by others. “I think a lot of the labeling can be misleading,” commented Nikki Marterre, a first year graduate student in Anthropology at UT who buys organic because she feels it is “good for my health and good for the planet.” Marterre also had an interesting theory as to why college students jump on the organic (band)wagon: “When people enter college they want to experience new things and their attitudes can change, especially because they start imitating their friends.”
Whether it happens because students replicate the behavior and consumption practices of their friends or because they seek new experiences, the fact is that several stores in the UT area were full of students buying organic products. “I buy organic because I want to take care of myself and age gracefully,” explained Salwa Martinez, a recent graduate in Nutrition who is now back at UT for her first semester in Nursing. Martinez had her own reasons for criticizing the labeling system: “I don’t pay attention to the labels and… I also think they’re not making it very easy for organic farmers.”
Marsha Riti, who works as a cashier at an organic foods store in Austin, said that many students enter college and become confused. They mix together environmentalism, a healthy lifestyle and diet, eco-friendliness and support for local farmers in such a way that they think they can achieve all of it simply by eating organic. Riti also believes the labeling system doesn’t work: “A lot of people are becoming more interested in learning about the food they eat but I don’t think enough people are doing it. I think the labels can be confusing and nobody explains to us how it works. Even I’m not familiar with it.”
Regardless of the popularity of organic foods, some students remain skeptical about it. “I don’t buy organic because I think it’s overpriced and I really don’t think the extra cost is going to meet the benefit,” said Michael Groth, a second year graduate student in Kinesiology at UT. Surprisingly, his indifferent answer struck very close to the main problem of organic food: proof of its superiority.
Despite the never-ending claims stating that organic food is better for us, so far only one scientific study has been produced that supports a portion of those assertions. The study, conducted in the UK and spanning over a period of four years, claimed to have found that organic fruits and vegetables contained as much as 40 percent more antioxidants, which scientists believe can help lessen the risk of cancer and heart disease. The article was published by the UK Food Standards Agency (FSA) and clearly negated a previous study also published by them that stated that there was absolutely no difference in health benefits between organic and non-organic products.
So who should we believe? The question is not easily answered. We could argue that organic is nothing more than a buzzword, a brilliant marketing strategy or the trendy thing to do, but that would send consumers into a frenzy: What do you mean I’m paying three times as much and only getting a few more antioxidants for my money? On the other hand, many people would smartly say that the organic business is much more than just the food: a lot of farmers put food on the table growing organic products and it’s also a healthy way to protect our battered planet.
What would happen if in the organic market is nothing more than a big farce? Well… it wouldn’t be the first time America has had to shake its head at senseless consuming, would it?
Para el que quiera ver la revista en PDF o la entrada digital en la página original:
http://www.businesstoday.org/magazine/its-always-christmas-washington/organic-food-healthy-option-or-farce
Organic Food: Healthy Option or Farce?
by Gabino Iglesias, University of Texas
Once considered a niche market that provided an alternative for consumers with special nutritional needs and the über-health-conscious and/or eco-friendly crowd, organic product commerce is now a major business in the United States. A study conducted in 2001 found that 63 percent of Americans buy organic foods and beverages regularly. Furthermore, with around 11 billion dollars in sales in 2003, which represented about 2 percent of all U.S. food sales for that year, the organic food market is still growing at an unprecedented rate, and college students play a major role in this trend.
Offering an ever-expanding assortment of foods, dietary supplements, household items and personal care products, the organic goods market is undoubtedly booming. A trip to any grocery store will attest to the fact that products ranging from tortilla chips to nail polish now predominantly display the organic stamp on their packages. Unfortunately, when other products (such as meat, poultry, eggs, milk, vitamins, pet food, hand soap, household cleaners, bed linens, etc. etc.) share the organic label, it becomes a tad harder to define what organic is, comprehend its alleged benefits and understand where it comes from.
So, if all those things are organic, we need to ask the inevitable question: what exactly is organic food?
According to the United States Department of Agriculture (USDA), organic foods are those produced by farmers who put emphasis on the use of renewable natural resources and the conservation of soil and water to enhance environmental quality for future generations. Also =(and this is probably the most widely-known component of the definition) organic animal products (i.e. meat, poultry, eggs, and dairy products) come from animals that are given no antibiotics or growth hormones. When it comes to fruits and vegetables, the organic stamp means that no pesticides were used; the fertilizers involved in the process were made with synthetic ingredients or sewage sludge; the plants are not the result of bioengineering and they were not subjected to ionizing radiation.
The aforementioned definition goes hand in hand with the clear-cut set of regulations the USDA has set for organic farming:
• Use of cover crops, green manures, animal manures and crop rotations to fertilize the soil, maximize biological activity and maintain long-term soil health.
• Use of biological control, crop rotations and other techniques to manage weeds, insects and diseases.
• An emphasis on biodiversity of the agricultural system and the surrounding environment.
• Using rotational grazing and mixed forage pastures for livestock operations and alternative health care for animal wellbeing.
• Reduction of external and off-farm inputs and elimination of synthetic pesticides and fertilizers and other materials, such as hormones and antibiotics.
• A focus on renewable resources, soil and water conservation, and management practices that restore, maintain and enhance ecological balance.” (USDA Sustainable Agriculture Research and Education (SARE), 2006.)
Even if a farmer complies with all of the guidelines mentioned above, a Government-approved certifier needs to visit and inspect the farm where the food is grown to make sure the farmer is following all the rules necessary to meet USDA organic standards. Only after receiving the approval of the USDA can a product be labeled ‘organic’… and it is with labeling that the problems begin.
For example, a product that wishes to claim it is 100 percent organic needs to prove that it contains 100 percent organically produced ingredients and then put on its label the name and address of the handler and the name of the certifying agent. To claim simply ‘organic’, 95 percent of the product needs to be entirely organic and it cannot contain sulfites. Only 70 percent of the ingredients need to be organic in order claim a product is made with organic ingredients. A product can also use the word organic in its label if it is produced with organic materials.
The complicated labeling system, far from allowing students to know exactly what they’re consuming, are often catered toward organic connoisseurs, who are interested enough to spend the time reading the whole package. And those who actually read the labels are informed only if the company was truthful in its labeling. Truthful? Yes, unscrupulous companies are putting products on the market that carry the organic label even if they’re not certified
In this rather shady and confusing market the questions then become: are students making sure that what they buy is truly organic? Are they aware of the labeling system? Why are they buying organic in the first place? What do they think are the benefits of organic food?
“I only buy organic stuff sometimes… I’m not really convinced of the whole organic thing but if the price is about the same I’ll buy organic because it’s free of pesticides”, said Cheryl Fey, a senior in Broadcast Journalism at the University of Texas at Austin (UT). She went on to comment that she was not aware of the labeling: “If it says organic I guess it’s free of pesticides, right?”
Her unawareness regarding the labeling was echoed by others. “I think a lot of the labeling can be misleading,” commented Nikki Marterre, a first year graduate student in Anthropology at UT who buys organic because she feels it is “good for my health and good for the planet.” Marterre also had an interesting theory as to why college students jump on the organic (band)wagon: “When people enter college they want to experience new things and their attitudes can change, especially because they start imitating their friends.”
Whether it happens because students replicate the behavior and consumption practices of their friends or because they seek new experiences, the fact is that several stores in the UT area were full of students buying organic products. “I buy organic because I want to take care of myself and age gracefully,” explained Salwa Martinez, a recent graduate in Nutrition who is now back at UT for her first semester in Nursing. Martinez had her own reasons for criticizing the labeling system: “I don’t pay attention to the labels and… I also think they’re not making it very easy for organic farmers.”
Marsha Riti, who works as a cashier at an organic foods store in Austin, said that many students enter college and become confused. They mix together environmentalism, a healthy lifestyle and diet, eco-friendliness and support for local farmers in such a way that they think they can achieve all of it simply by eating organic. Riti also believes the labeling system doesn’t work: “A lot of people are becoming more interested in learning about the food they eat but I don’t think enough people are doing it. I think the labels can be confusing and nobody explains to us how it works. Even I’m not familiar with it.”
Regardless of the popularity of organic foods, some students remain skeptical about it. “I don’t buy organic because I think it’s overpriced and I really don’t think the extra cost is going to meet the benefit,” said Michael Groth, a second year graduate student in Kinesiology at UT. Surprisingly, his indifferent answer struck very close to the main problem of organic food: proof of its superiority.
Despite the never-ending claims stating that organic food is better for us, so far only one scientific study has been produced that supports a portion of those assertions. The study, conducted in the UK and spanning over a period of four years, claimed to have found that organic fruits and vegetables contained as much as 40 percent more antioxidants, which scientists believe can help lessen the risk of cancer and heart disease. The article was published by the UK Food Standards Agency (FSA) and clearly negated a previous study also published by them that stated that there was absolutely no difference in health benefits between organic and non-organic products.
So who should we believe? The question is not easily answered. We could argue that organic is nothing more than a buzzword, a brilliant marketing strategy or the trendy thing to do, but that would send consumers into a frenzy: What do you mean I’m paying three times as much and only getting a few more antioxidants for my money? On the other hand, many people would smartly say that the organic business is much more than just the food: a lot of farmers put food on the table growing organic products and it’s also a healthy way to protect our battered planet.
What would happen if in the organic market is nothing more than a big farce? Well… it wouldn’t be the first time America has had to shake its head at senseless consuming, would it?
Para el que quiera ver la revista en PDF o la entrada digital en la página original:
http://www.businesstoday.org/magazine/its-always-christmas-washington/organic-food-healthy-option-or-farce
lunes, 30 de noviembre de 2009
Sobre la brevedad
Ayer estaba sentado con mi viejo en un restaurante chino en el culo/sur de la ciudad. La conversación dio vueltas y terminó, a manera de mosca inquieta, parada sobre el tema de la brevedad discursiva en el texto escrito. Llegamos a ese neurálgico punto después de una crítica acertada y venenosa a la cepa de juntapalabras que hoy día pasan por escritores. Al final, como era de esperarse, llegamos a una conclusión compartida (de antemano): emperifollar innecesariamente un discurso escrito es prueba irreductible de que, tras toda la parrafada, no hay más que vacío.
La literatura de hoy, si es que se le puede llamar eso, es un mundillo de humo y espejos. Las masas lectoras, a falta de bagaje intelectual y lecturas de calidad, tragan felizmente la perorata de los "escritores" modernos y juran, desde esa insultante ignorancia pecadora, que leen libros. ¡Tan es así que la gente hasta tiene los cojones de recomendarme lo que leen!
¿Y de dónde viene el amor a la jerigonza? Creo que hay que repartir la culpa a partes iguales: academia, intelectuales de poca monta y los imbéciles que se tragan todo y asisten en su virulenta propagación.
Por mi parte me niego a someter mi discurso a ese vocabulario rococó que va en clara oposición a cualquier cosa que se asemeje a un positivismo literario. Ya lo dijo el maestro Bukowski: "La genialidad puede ser el decir una cosa complicada de una forma simple." Claro está, si vamos a hablar de discursos vacíos, el maestro también dijo:"El mal gusto ha creado muchos más millonarios que el buen gusto."
La literatura de hoy, si es que se le puede llamar eso, es un mundillo de humo y espejos. Las masas lectoras, a falta de bagaje intelectual y lecturas de calidad, tragan felizmente la perorata de los "escritores" modernos y juran, desde esa insultante ignorancia pecadora, que leen libros. ¡Tan es así que la gente hasta tiene los cojones de recomendarme lo que leen!
¿Y de dónde viene el amor a la jerigonza? Creo que hay que repartir la culpa a partes iguales: academia, intelectuales de poca monta y los imbéciles que se tragan todo y asisten en su virulenta propagación.
Por mi parte me niego a someter mi discurso a ese vocabulario rococó que va en clara oposición a cualquier cosa que se asemeje a un positivismo literario. Ya lo dijo el maestro Bukowski: "La genialidad puede ser el decir una cosa complicada de una forma simple." Claro está, si vamos a hablar de discursos vacíos, el maestro también dijo:"El mal gusto ha creado muchos más millonarios que el buen gusto."
viernes, 20 de noviembre de 2009
Sobre Nietzsche
En 1882 Nietzsche escribió lo que pasaría a ser la declaración más famosa de la filosofía moderna: "Dios ha muerto." Lo que mucha gente no sabe es que también escribió una multiplicidad de cosas que, relativamente rápido, pasaron a ser realidades históricas. Por ejemplo, Nietzsche habló sobre un futuro donde el mundo perdería la fe en Dios y se dedicaría a actos barbáricos y, en pocas palabras, a joder al prójimo. Poco después de escribirlo, y en estos temas históricos menos de un centenario no es nada, llegaron los Nazis y la dulzura de la Rusia comunista.
Nietzsche también predijo "guerras como nunca ha visto el mundo" antes de la primera y segunda guerra mundial (efectivamente, lo escribo en minúscula porque me da la gana). Además, el filósofo profetizó la desaparición de la Verdad y la llegada de una multiplicidad de verdades pequeñas, adaptables y convenientes.
En cualquier caso, mi intención hoy no es demostrar más allá de toda duda razonable que Nietzsche le comió los dulces a Nostradamus: lo que pretendo es demostrar que Nietzsche se quedó corto.
Para demostrar el asco redondo en que hemos convertido el planeta...basta con un botón de 100 millas de largo por 35 de ancho. He aquí una pequeña lista de titulares del día de hoy:
1- Intentó robar bebé tras sufrir dos abortos
2- Le roban "four track" a la Policía
3- Hombre se ahorca en celda de cuartel
4- Hallan un cuerpo calcinado en Ponce
5- Roban en armería de Fajardo
6- Se dispara la cifra de asesinatos
Ja! ¿Y a nivel mundial?
1- Retiran de eBay sangre y restos de Mussolini
2- Madre se envenena junto a sus tres hijas
3- Hallan quemado a famoso transexual
4- Icebergs amenazan Nueva Zelanda
5- Hallan muerta a "top model" en París
6- Pandilla mataba gente para vender su grasa
7- Misiles estadounidenses matan ocho civiles
No sigo, pero hay más. Algunas cosas, la de la grasa, por poner un ejemplo, parecen sacadas de una novela de Richard Laymon. Otras, como la de Mussolini y el robo a la Policía, dan una risa del carajo.
Resumen: si Dios no ha muerto, está de vacaciones. Al próximo que me hable de Nostradamus le voy a dar en la cabeza con una copia de Así habló Zaratustra.
No se preocupen, hay otras opciones. Por ejemplo, la que ofrece el genial Bunbury: "O todo el mundo está loco o Dios es sordo."
Nietzsche también predijo "guerras como nunca ha visto el mundo" antes de la primera y segunda guerra mundial (efectivamente, lo escribo en minúscula porque me da la gana). Además, el filósofo profetizó la desaparición de la Verdad y la llegada de una multiplicidad de verdades pequeñas, adaptables y convenientes.
En cualquier caso, mi intención hoy no es demostrar más allá de toda duda razonable que Nietzsche le comió los dulces a Nostradamus: lo que pretendo es demostrar que Nietzsche se quedó corto.
Para demostrar el asco redondo en que hemos convertido el planeta...basta con un botón de 100 millas de largo por 35 de ancho. He aquí una pequeña lista de titulares del día de hoy:
1- Intentó robar bebé tras sufrir dos abortos
2- Le roban "four track" a la Policía
3- Hombre se ahorca en celda de cuartel
4- Hallan un cuerpo calcinado en Ponce
5- Roban en armería de Fajardo
6- Se dispara la cifra de asesinatos
Ja! ¿Y a nivel mundial?
1- Retiran de eBay sangre y restos de Mussolini
2- Madre se envenena junto a sus tres hijas
3- Hallan quemado a famoso transexual
4- Icebergs amenazan Nueva Zelanda
5- Hallan muerta a "top model" en París
6- Pandilla mataba gente para vender su grasa
7- Misiles estadounidenses matan ocho civiles
No sigo, pero hay más. Algunas cosas, la de la grasa, por poner un ejemplo, parecen sacadas de una novela de Richard Laymon. Otras, como la de Mussolini y el robo a la Policía, dan una risa del carajo.
Resumen: si Dios no ha muerto, está de vacaciones. Al próximo que me hable de Nostradamus le voy a dar en la cabeza con una copia de Así habló Zaratustra.
No se preocupen, hay otras opciones. Por ejemplo, la que ofrece el genial Bunbury: "O todo el mundo está loco o Dios es sordo."
jueves, 12 de noviembre de 2009
De libros
Mis ojos lloran. Bram Stoker se retuerce en su tumba. Stephenie Meyer es el anticristo.
Me explico: el caballero de la foto es Bram Stoker, "padre" literario de Drácula y responsable de lanzar el vampirismo al consciente colectivo. Stephenie Meyer es el último fenómeno literario... y comparte las mismas insípidas caracerísticas que tanto me molestaron de sus precedentes: poco talento, temas trillados, historias tontas, vocabulario facilón, poca profundidad y el "talento" de parir ladrillos de más de 500 páginas como si se tratara de una lista de supermercado.
¿Por qué me hierve la sangre? Por que la imbécil sin talento de Meyer ha vendido 70 millones de copias de su historieta y ha sido traducida a 37 idiomas. No crean que me baso en infundadas opiniones pasionales: he leído pedazos de sus novelas en Internet buscando la razón primordial de su éxito. ¿Qué encontré? Prueba innegable de que el mundo está lleno de descerebrados.
Sigamos. Un vistazo a la lista de best-seller del New York Times nos da más información dolorosa:
1- John Grisham ha vuelto a reciclar la misma novela que lleva más de una década reciclando... y se vende muy bien.
2- Aunque gracias a todos los santos no es #1 en ventas, el enano mental de Dan Brown insiste en intentar escribir... y la gente insiste en leer lo que escribe.
3- Nora Roberts: Por favor, relean en comentario sobre John Grisham.
4- Anne Rice: Carajo, ¿de verdad tengo que decirlo?
5- Danielle Steel: Me niego. A la mierda. No aguanto más.
Lo demás son individuos que, aunque saben escribir, ya son figuras perpétuas que no aportan nada nuevo al panorama: David Baldacci, James Patterson, Patricia Cornwell, John Irving, etc.
Encima de esto, tenemos una autobiografía, co-escrita, claro está, de Hulk Hogan, un libro nuevo de Stephen King, el hecho de que se siguen vendiendo libros de Pablo Conejo y la grave amenaza de que Ricky Martin va a convencer a alguien de que escriba su libro... !el terror invade mis entrañas!
¿Y qué de América Latina? La cuna de grandes escritores... palidece. Stephenie Meyer es número en ventas de varios países y lo demás... nah, renuncio.
Me queda de consuelo las ventas de la trilogía de Larsson y lo nuevo de Saramago.
¿Y yo? Sobreviviendo el semestre a base de Pynchon, Leonard, Breslin, Levin, Miller, Lee Burke, Mailer, DeLillo y las promesas de Theroux y Gifford. ¿Futuro? El mío está claro: cacería sin fin todos los fines de semana. Este fin de semana me concentro de Henry Miller, Harry Crews, Barry Gifford, James Ellroy y Patti Smith.
¿Un post muy largo? ¡Jódanse y lean!
lunes, 2 de noviembre de 2009
La gran burbuja
Se despeña la economía y ¿qué hace la gente? Regresan a la universidad. Como si no fuera suficiente el tener a una enorme manada de animales jóvenes estudiando cosas en las que jamás podrén ejercer, ahora los campus del mundo se pueblan de viejos despedidos en busca de resucitar algún ideal rebelde que dejaron caer por un cheque que ahora les falta.
Y ése no es el único problema de la academia: los jóvenes que caminan por sus entrañas no se preocupan por desarrollar ideas nuevas, le escapan al pensamiento crítico como los gatos al agua, aborrecen el esfuerzo, detestan escribir y no se leen un libro ni en defensa propia.
La academia es la gran burbuja y me parece que, si la economía no mejora pronto, la burbuja va a estallar.
Tengo la oportunidad de trabajar con 32 estudiantes de bachillerato casi a diario... y lo que veo es deprimente. Mis estudiantes cursan estudios en una de las mejores universidades del mundo, pertenecen a ese escogido grupo del 10% que lidera su clase y recibe aceptación inmediata a la universidad, vienen de familias de padres profesionales y... son bastante imbéciles. Con este cuadro, ¿qué no espera dentro de un par de años? La imágen de un mundo en manos de estos enanos mentales que no pueden sostener una conversación en su idioma natal sin intercalar un tonto "like" entre cada palababra es algo que me causa pesadillas.
De la misma manera en que el fracaso del ideal fordista empujó a un inmenso grupo de descerebrados a abandonar la fábrica y lanzarse a joder la industria de servicios, hoy el ideal igualitario de la educación obliga a individuos que estarían mejor en una fábrica a intentar conseguir una educación universitaria. ¿Acaso se cocinan solos los hamburgers? ¿Ya no se necesitan mecánicos, barrenderos, cajeras, recogedores de basura, taxistas, putas, strippers, asesinos a sueldo, políticos, etc? ¿Por qué insistimos en mandar a todo el mundo a la universidad y despreciamos las carreras que se aprenden con un experto (por ejemplo, la agricultura, la soldadura, la zapatería, la plomería, etc.)?
En nuestro afán por hacer de la universidad un espacio para todos, se nos olvidó la regla más importante: para estudiar hay que tener cerebro.
Y ése no es el único problema de la academia: los jóvenes que caminan por sus entrañas no se preocupan por desarrollar ideas nuevas, le escapan al pensamiento crítico como los gatos al agua, aborrecen el esfuerzo, detestan escribir y no se leen un libro ni en defensa propia.
La academia es la gran burbuja y me parece que, si la economía no mejora pronto, la burbuja va a estallar.
Tengo la oportunidad de trabajar con 32 estudiantes de bachillerato casi a diario... y lo que veo es deprimente. Mis estudiantes cursan estudios en una de las mejores universidades del mundo, pertenecen a ese escogido grupo del 10% que lidera su clase y recibe aceptación inmediata a la universidad, vienen de familias de padres profesionales y... son bastante imbéciles. Con este cuadro, ¿qué no espera dentro de un par de años? La imágen de un mundo en manos de estos enanos mentales que no pueden sostener una conversación en su idioma natal sin intercalar un tonto "like" entre cada palababra es algo que me causa pesadillas.
De la misma manera en que el fracaso del ideal fordista empujó a un inmenso grupo de descerebrados a abandonar la fábrica y lanzarse a joder la industria de servicios, hoy el ideal igualitario de la educación obliga a individuos que estarían mejor en una fábrica a intentar conseguir una educación universitaria. ¿Acaso se cocinan solos los hamburgers? ¿Ya no se necesitan mecánicos, barrenderos, cajeras, recogedores de basura, taxistas, putas, strippers, asesinos a sueldo, políticos, etc? ¿Por qué insistimos en mandar a todo el mundo a la universidad y despreciamos las carreras que se aprenden con un experto (por ejemplo, la agricultura, la soldadura, la zapatería, la plomería, etc.)?
En nuestro afán por hacer de la universidad un espacio para todos, se nos olvidó la regla más importante: para estudiar hay que tener cerebro.
jueves, 22 de octubre de 2009
Mis dos centavos
El día después de los premios MTV, cosa que no vi porque aún me respeto un poco y gasto el poco tiempo libre que tengo en tonterías como leer libros, envié al periódico una columna sobre el tema. Yo creía que el haber realizado una tesis en la que Calle 13 era uno de los objetos de estudio me daba la autoridad para opinar sobre el tema. Aparentemente me equivoqué y nunca publicaron la columna. Como me parece que dice algunas verdades, aquí se las dejo:
No cabe la menor duda de que Luis Fortuño no pega una. Desde el discruso visual de gobernante roto que ha desarrollado la prensa con la selección de fotos que publica de él hasta las innumerables formas que toma el fuerte repudio a sus decisiones, está claro que el Gobernador no es la figura favorita del pueblo de Puerto Rico.
Dicho esto, me parece que las expresiones de René Pérez, mejor conocido como Residente, no son más que la última pieza en el discurso revolucionario light y facilón que el “cantante” lleva desarrollando desde que lanzó (cuasi)subrepticiamente aquel ataque verbal/musical en respuesta al asesinato de Filiberto Ojeda.
El grado de educación avazanda que René ostenta ha sido tema de conversación para muchos. La verborrea de sus canciones ha sido confundida con brillantez lirical y profundidad discursiva. Ahora también intenta hacer pasar camisetas por ideología y bravuconería y oprobios por protesta. ¿Y dónde quedan los despedidos?
El efímero momento de gloria y presencia mediática será seguido por una dolorosamente imperturbable realidad: el país, al igual que su máximo líder, parece no tener la capacidad de hacer las cosas bien.
Una esquina del triángulo es Fortuño desmoronando la economía y la moral con decisiones que carecen de sentido alguno, otra punta es el PPD intentado arrastrar una ideología trillada que pocas soluciones aporta y, desde que se autodenominó portavoz del pueblo, la última punta es René: un iracundo adinerado apelando al pueblo con el insulto directo, poca originalidad y ninguna solución.
René: no se hace patria con una camiseta, no se cambia el status quo insultando al causante y, por si acaso, hay mejores foros para denunciar la ineptitud del sistema que una vacía celebración televisada de los conformistas productos de la cultura pop.
Aún así… gracias por el insípido intento.
No cabe la menor duda de que Luis Fortuño no pega una. Desde el discruso visual de gobernante roto que ha desarrollado la prensa con la selección de fotos que publica de él hasta las innumerables formas que toma el fuerte repudio a sus decisiones, está claro que el Gobernador no es la figura favorita del pueblo de Puerto Rico.
Dicho esto, me parece que las expresiones de René Pérez, mejor conocido como Residente, no son más que la última pieza en el discurso revolucionario light y facilón que el “cantante” lleva desarrollando desde que lanzó (cuasi)subrepticiamente aquel ataque verbal/musical en respuesta al asesinato de Filiberto Ojeda.
El grado de educación avazanda que René ostenta ha sido tema de conversación para muchos. La verborrea de sus canciones ha sido confundida con brillantez lirical y profundidad discursiva. Ahora también intenta hacer pasar camisetas por ideología y bravuconería y oprobios por protesta. ¿Y dónde quedan los despedidos?
El efímero momento de gloria y presencia mediática será seguido por una dolorosamente imperturbable realidad: el país, al igual que su máximo líder, parece no tener la capacidad de hacer las cosas bien.
Una esquina del triángulo es Fortuño desmoronando la economía y la moral con decisiones que carecen de sentido alguno, otra punta es el PPD intentado arrastrar una ideología trillada que pocas soluciones aporta y, desde que se autodenominó portavoz del pueblo, la última punta es René: un iracundo adinerado apelando al pueblo con el insulto directo, poca originalidad y ninguna solución.
René: no se hace patria con una camiseta, no se cambia el status quo insultando al causante y, por si acaso, hay mejores foros para denunciar la ineptitud del sistema que una vacía celebración televisada de los conformistas productos de la cultura pop.
Aún así… gracias por el insípido intento.
domingo, 11 de octubre de 2009
Mi Viejo San Juan
La noche caliente nos hacía sudar las ideas y todas las mujeres que pasaban le pertenecían a cualquiera que no fuera uno de nosotros. Cuando había dinero se bebía güisqui y cuando no había se bebía Medalla. El dominó no era un juego: era un mágico ritual de cuyo resultado dependía la suerte del universo. Todos eramos artistas, músicos, poetas y anarquistas.
Los fines de semana emepezaban el jueves. La hora de dejar de beber era la hora de desayunar. Alguno que otro se enamoró de una mesera de Denny´s o descojonó un carro en alguna esquina traicionera. Dormir era casi un pecado.
Los cafés de la placita eran los diminutos pozos de donde surgían las ideas. Las cunetas guardaban todos nuestros secretos. Los adoquines eran los mejores consejeros del planeta. Si llovía, no importaba. Si no llovía, el domingo tenía que empezar remojando el pellejo en Ocean.
Trobi siempre olvida dónde carajo había dejado el carro. Willie sólo bebía madra y se apostaba en alguna esquina con cara de cazador de presas pequeñas. Luis llegaba borracho y seguía bebiendo. Gambi sudaba y reinventaba el cine.
Sudor, abrazos y billares: no hacía falta más.
Hoy, una noche fría de octubre en la ciudad de Austin, daría lo poco que tengo por encontrarme a las 5 de la mañana, borracho, gritando improperios y sentado en la húmeda entrada de un casa en la calle San Sebastián mientras Trobi y yo intentamos lo imposible: recordar dónde carajo dejamos el carro.
Los fines de semana emepezaban el jueves. La hora de dejar de beber era la hora de desayunar. Alguno que otro se enamoró de una mesera de Denny´s o descojonó un carro en alguna esquina traicionera. Dormir era casi un pecado.
Los cafés de la placita eran los diminutos pozos de donde surgían las ideas. Las cunetas guardaban todos nuestros secretos. Los adoquines eran los mejores consejeros del planeta. Si llovía, no importaba. Si no llovía, el domingo tenía que empezar remojando el pellejo en Ocean.
Trobi siempre olvida dónde carajo había dejado el carro. Willie sólo bebía madra y se apostaba en alguna esquina con cara de cazador de presas pequeñas. Luis llegaba borracho y seguía bebiendo. Gambi sudaba y reinventaba el cine.
Sudor, abrazos y billares: no hacía falta más.
Hoy, una noche fría de octubre en la ciudad de Austin, daría lo poco que tengo por encontrarme a las 5 de la mañana, borracho, gritando improperios y sentado en la húmeda entrada de un casa en la calle San Sebastián mientras Trobi y yo intentamos lo imposible: recordar dónde carajo dejamos el carro.
jueves, 1 de octubre de 2009
Pedernales
El río Pedernales se extiende ante mi como una promesa líquida. La sensación de que me encuentro dentro de un cuadro me invade y me obliga a sentarme en una piedra y quedarme quieto: los cuadros no tienen movimiento. Enormes cipreses meten sus artríticas rodillas en el agua y las piedras gastadas suspiran su paciencia desde el otro lado del trasparente cristal.
Por enésima vez en mi vida siento un deseo irreductible de tener los cojones de Everett Ruess, mandar todo a la mierda y perderme para siempre entre los árboles. La canción de un pájaro invisible me distrae y decido no seguir las reglas: comienzo a caminar dentro del cuadro.
Más adelante vuelvo a sentarme para escuchar detenidamente la palabras raras que trae la corriente y observo un diminuto zapato de goma flotar río abajo como un barquito brillante. Sé que en algún punto río arriba un niño pone cara de perdido y una madre pregunta varias veces por el dichoso zapato mientras mira a su alrededor como esperando que suceda lo imposible: que el río le devuelva lo que se llevó.
Sé que estoy a poco más de una hora de casa, pero me siento como si estuviera en otro universo. Me doy cuenta de que mientras corra el agua y un pájaro se declare dueño absoluto del cielo en su propio idioma, tendré un lugar al que volver cuando las baterías se me gasten y las ganas de salir corriendo sean tan insistentes como la respiración.
jueves, 17 de septiembre de 2009
En defensa de la literatura
En una loable demostración de fortaleza testicular, El Nuevo Día publicó hoy, jueves 17 de Septiembre, una columna que les envié en relación a las atrocidades mentales del Departameto de (Des)Educación de Puerto Rico. El diario ha tenido las agallas de dedicarle no sólo la editorial de ayer sino que también han dado espacio ha varios ciudadanos y escritores para que se expresen al respecto. Poco les importó que me burlara de una de sus periodistas. Los aplaudo.
GABINO IGLESIAS
Mentes burdas y soeces
Resulta que el deplorable estado de la juventud en Puerto Rico no se debe a la fragmentación de la familia, al lamentable estado de las instituciones educativas, al interminable problema de las drogas, al ejemplo fallido de líderes políticos, celebridades y religiosos o a la falta de oportunidades. El culpable de que nuestro futuro se tambalee es el lenguaje burdo y soez que contienen los libros que leen nuestros jóvenes.
Aparentemente, lejos de pensar que los niños cada día leen menos, que el lenguaje sufre atroces transformaciones que la academia no puede detener ni remendar, que las generaciones van degenerándose mentalmente y que nuestros jóvenes cada vez salen peor en las pruebas de aprovechamiento académico, lo que necesitamos es recortar el número de influencias literarias a las que exponemos a nuestros niños.
Mientras todos los fines de semana los medios realizan un conteo de los asesinatos y los políticos y empresarios hacen alarde de su déficit neuronal, corto vocabulario y atrofiadas ideas, el Departamento de Educación ha llegado a la conclusión de que eliminar o guardar para más tarde ciertas obras literarias, cuyo contenido consideran burdo y soez, es la mejor manera de salvaguardar la inocencia léxica de los estudiantes.
Ahora me tomo la libertad de utilizar un vocabulario basto para expresarme: la decisión de eliminar o posponer la lectura de cualquier libro no es más que una bufonada más por parte de un alicaído sistema educativo que tiene más problemas de los que puede arreglar.
Insinuar que leer un libro puede tan siquiera compararse con las barbaries del lenguaje a la que se exponen a diario los jóvenes es una memez. Por último, dar un “reversazo” en pos de que termine la “zaga” de eventos (palabras que saco de este diario) es la única opción inteligente: tómenla ya.
GABINO IGLESIAS
Mentes burdas y soeces
Resulta que el deplorable estado de la juventud en Puerto Rico no se debe a la fragmentación de la familia, al lamentable estado de las instituciones educativas, al interminable problema de las drogas, al ejemplo fallido de líderes políticos, celebridades y religiosos o a la falta de oportunidades. El culpable de que nuestro futuro se tambalee es el lenguaje burdo y soez que contienen los libros que leen nuestros jóvenes.
Aparentemente, lejos de pensar que los niños cada día leen menos, que el lenguaje sufre atroces transformaciones que la academia no puede detener ni remendar, que las generaciones van degenerándose mentalmente y que nuestros jóvenes cada vez salen peor en las pruebas de aprovechamiento académico, lo que necesitamos es recortar el número de influencias literarias a las que exponemos a nuestros niños.
Mientras todos los fines de semana los medios realizan un conteo de los asesinatos y los políticos y empresarios hacen alarde de su déficit neuronal, corto vocabulario y atrofiadas ideas, el Departamento de Educación ha llegado a la conclusión de que eliminar o guardar para más tarde ciertas obras literarias, cuyo contenido consideran burdo y soez, es la mejor manera de salvaguardar la inocencia léxica de los estudiantes.
Ahora me tomo la libertad de utilizar un vocabulario basto para expresarme: la decisión de eliminar o posponer la lectura de cualquier libro no es más que una bufonada más por parte de un alicaído sistema educativo que tiene más problemas de los que puede arreglar.
Insinuar que leer un libro puede tan siquiera compararse con las barbaries del lenguaje a la que se exponen a diario los jóvenes es una memez. Por último, dar un “reversazo” en pos de que termine la “zaga” de eventos (palabras que saco de este diario) es la única opción inteligente: tómenla ya.
martes, 15 de septiembre de 2009
New Orleans
Este fin de semana atravesé cerca de 1,100 millas metido en un carro. El propósito principal del viaje que me llevó desde Jacksonville, FL, hasta Austin importa poco: lo que importa es el hecho de que aproveché para pasar dos días en New Orleans.
La ciudad, que dista mucho de la imagen que muchos puedan tener de una ciudad devastada por Katrina, es la mezcla perfecta de atributos: vieja, húmeda, gris, histórica, misteriosa, vibrante, alcohólica, maldita, festiva, multicultural, embrujada, industrial y maravillosa. A las 11:00 a.m. se puede encontrar un bar en plena fiesta alcohólica y una banda de jazz tocando en vivo como si sus vidas dependieran del resultado de su sonido. Tuve la oportunidad de hablar con un loco a la orilla del Mississippi, caminé por el bacanal colorido de Bourbon street, conocí un artista cuya ex-esposa era puertorriqueña en el French Market (de ella, por lo que me contó, sólo extrañaba el arroz con pollo), vi la ciudad bajo la lluvia, escuché la trompeta de un hombre que tocaba para reconstruir su iglesia, me comí unos beignets con café en el histórico Café du Monde, perseguí ciudadanos asustados en busca de que alguien me cambiara una peseta y, con los pies sumergidos en el enorme charco en que se convierte el cementerio de la ciudad cuando llueve, presenté mis respetos frente a la tumba de Marie Laveau.
Con sólo dos días de visita, sumo a N´awlins a mi lista de ciudades-mundo.
Regresé a Austin por la I-10, con un mar marrón y picado a la derecha y unos maltratados árboles a la izquierda que no cesan de ser lamidos por el mar. Ahora sé que la magia aún existe y que me dejé un pedazo en una ciudad que, por suerte, sólo queda a un poco más de 500 millas de la puerta de mi casa.
"I wish I was in New Orleans, I can see it in my dreams..." - Tom Waits
La ciudad, que dista mucho de la imagen que muchos puedan tener de una ciudad devastada por Katrina, es la mezcla perfecta de atributos: vieja, húmeda, gris, histórica, misteriosa, vibrante, alcohólica, maldita, festiva, multicultural, embrujada, industrial y maravillosa. A las 11:00 a.m. se puede encontrar un bar en plena fiesta alcohólica y una banda de jazz tocando en vivo como si sus vidas dependieran del resultado de su sonido. Tuve la oportunidad de hablar con un loco a la orilla del Mississippi, caminé por el bacanal colorido de Bourbon street, conocí un artista cuya ex-esposa era puertorriqueña en el French Market (de ella, por lo que me contó, sólo extrañaba el arroz con pollo), vi la ciudad bajo la lluvia, escuché la trompeta de un hombre que tocaba para reconstruir su iglesia, me comí unos beignets con café en el histórico Café du Monde, perseguí ciudadanos asustados en busca de que alguien me cambiara una peseta y, con los pies sumergidos en el enorme charco en que se convierte el cementerio de la ciudad cuando llueve, presenté mis respetos frente a la tumba de Marie Laveau.
Con sólo dos días de visita, sumo a N´awlins a mi lista de ciudades-mundo.
Regresé a Austin por la I-10, con un mar marrón y picado a la derecha y unos maltratados árboles a la izquierda que no cesan de ser lamidos por el mar. Ahora sé que la magia aún existe y que me dejé un pedazo en una ciudad que, por suerte, sólo queda a un poco más de 500 millas de la puerta de mi casa.
"I wish I was in New Orleans, I can see it in my dreams..." - Tom Waits
miércoles, 2 de septiembre de 2009
Coney Island
El mentiroso adivino de turno prometió en las noticias que mañana la temperatura sobrepasará los 100 grados otra vez. La piscina de abajo cada día está más verde y las ardillas beben de ella sin efectos secundarios. El espacio vacío sólo puede llenarse con buena música. Van Morrison lleva de la mano unos violines que intentan sacarme lágrimas de los ojos. Escribo porque es lo único que queda cuando la certeza de que afuera hay un mundo entero emepieza a flaquear.
Hace demasiados años que no piso Coney Island. Aquella tarde gris tuve cerca a alguien que me tomaba de la mano y me dejaba cantar las palabras de Tom Waits: "She´s my Coney Island baby... she´s my Coney Island girl." Ahora todo lo que ha pasado desde ese día hasta hoy parece un suspiro ante el puente mágico que una canción puede tirar entre dos puntos lejanos en el espacio.
"I look at the side of your face as the sunlight comes
streaming through the window in the autumn sunshine
and all the time going to Coney Island I´m thinking,
Wouldn´t it be great if it was like this all the time?"
- Van Morrison
Hace demasiados años que no piso Coney Island. Aquella tarde gris tuve cerca a alguien que me tomaba de la mano y me dejaba cantar las palabras de Tom Waits: "She´s my Coney Island baby... she´s my Coney Island girl." Ahora todo lo que ha pasado desde ese día hasta hoy parece un suspiro ante el puente mágico que una canción puede tirar entre dos puntos lejanos en el espacio.
"I look at the side of your face as the sunlight comes
streaming through the window in the autumn sunshine
and all the time going to Coney Island I´m thinking,
Wouldn´t it be great if it was like this all the time?"
- Van Morrison
miércoles, 26 de agosto de 2009
209
En menos de 400 pies cuadrados se encerró el universo por doce meses. El aliento podrido que escupía la calefacción no logró matarme, el hecho de que más de la mitad de los cajones disponibles no abrieran no me molestó, la falta de presión en la ducha se tornó un deporte y el peculiar olor que acompañaba al horrendo sofá nunca me pareció un insulto.
Ahora me mudé. Saqué mis libros, ropa, trabajos viejos, mis dos televisores (uno de ellos no sirve y lo tengo de mascota), mis zapatos y mi guitarra y los metí en un lugar nuevo, más grande, mejor. El problema radica en que mi antigua cueva tenía lo que tienen los lugares en los que pasamos mucho tiempo encerrados: personalidad.
Ahora tengo el doble de espacio y ningún mueble. Anoche esperé que el reloj leyera 12:00 a.m. y, guitarra en mano, pinté las paredes con las mismas canciones que usé para calentar el otro rincón.
Un libro de Pynchon en el suelo y un poco de jazz en el estereo es más que suficiente para que un lugar deje de ser un lugar y se convierta en un espacio habitable, conocidó y cómodo sin importar la falta absoluta de muebles. Cuando no se tiene un sitio para poner el culo, tiende uno a prestar más atención al alma. Cuando la cama está en el piso, alcanzar el vuelo de la imaginación se torna una necesidad. Cuando tenemos poco, todo significa un poco más.
Ahora me mudé. Saqué mis libros, ropa, trabajos viejos, mis dos televisores (uno de ellos no sirve y lo tengo de mascota), mis zapatos y mi guitarra y los metí en un lugar nuevo, más grande, mejor. El problema radica en que mi antigua cueva tenía lo que tienen los lugares en los que pasamos mucho tiempo encerrados: personalidad.
Ahora tengo el doble de espacio y ningún mueble. Anoche esperé que el reloj leyera 12:00 a.m. y, guitarra en mano, pinté las paredes con las mismas canciones que usé para calentar el otro rincón.
Un libro de Pynchon en el suelo y un poco de jazz en el estereo es más que suficiente para que un lugar deje de ser un lugar y se convierta en un espacio habitable, conocidó y cómodo sin importar la falta absoluta de muebles. Cuando no se tiene un sitio para poner el culo, tiende uno a prestar más atención al alma. Cuando la cama está en el piso, alcanzar el vuelo de la imaginación se torna una necesidad. Cuando tenemos poco, todo significa un poco más.
miércoles, 19 de agosto de 2009
Un año
Un año de aberraciones y festejos mentales. Un año de cruzar el río en busca de otro estado mental y de mirar pasar la vida desde la acera mientras me siento a hablar con cuanto loco, drogadicto o alienígena se cruza en mi camino. Un año de extrañar Puerto Rico y todas las personas y lugares que lo hacen especial. Un año de leer como un demente, de cazar libros como quien caza tesoros y de aprender que "hay cosas que es mejor no aprender." Un año de amistad con un ciego con el mejor sentido del humor de cualquier gringo y con un escritor de verdad que nunca tendrá el éxito ni el dinero que tienen los imbéciles descerebrados de la escuela de Pablo Conejo. Un año de entregar mi suerte a los designios de la trasnportación pública y de manejar los olores a humanidad que de vez en cuando me invaden en la guagua. Un año de pelearme con la eterna aparición de un futuro un poco mejor que nunca logro alcanzar y que se mete debajo de la interminable colección de periódicos y revistas viejas que pueblan en suelo del apartamento. Un año de una soledad divina que me enseña a diario la importancia del silencio y me hace cada vez más amigo de músicos muertos y de escritores malditos. Un año de gastar sin mesura la suela de los zapatos en busca de la libertad absoluta. Un año de un sol seco que mata la grama y de un frío implacable que se mete por debajo de la puerta e invade la cama. Un año de hacer y deshacer maletas, decir hola y adiós, dormir en camas distintas y mirar cómo se desmorona el mundo a los poquitos desde el placer de mi propia consistencia trasnmutable. Un año de escribir sin pausa en pos de que quede algo firme al final del día. Un año de ver películas de culto y de compartir el insomnio con la televisión. Un año de sacarle el dedo a la muerte, tirarle piedras a los aviones, escupir al olvido, acariciar las aceras, visitar cascadas, compartir palabras, explorar cunetas y pescar acordes.
Hoy, 19 de Agosto de 2009, cumplo un año de haber llegado a Austin. ¿Qué carajo me espera en los próximos 365 días?
Hoy, 19 de Agosto de 2009, cumplo un año de haber llegado a Austin. ¿Qué carajo me espera en los próximos 365 días?
jueves, 13 de agosto de 2009
Tan de vuelta como si nunca me hubiese ido
Después de tres aviones (sólo uno con retraso), dos autobuses y un "single serving friend", estoy de vuelta en Austin.
El apartamento me recibió con un extraño olor a encerrado, polvo dormido sobre todas las superficies oscuras, una nevera totalmente vacía y un anillo negro alrededor del inodoro. Además, ahora tengo un enorme hueco en el techo de la ducha que me brinda mientras me baño una hermosa vista del podrido entresuelo de madera del viejo edificio en el que vivo.
Pensar que hace unos días estaba comiendo con los viejos, bebiendo en Guánica o tranquilamente sumergido en la piscina del complejo en el que vivo me hace extrañar Puerto Rico.
Por otro lado, leo el periódico y casi me alegro de haberme tenido que ir.
He aquí algunas de las noticias del día:
1- "El pastor David Velázquez López se declaró culpable hoy de cinco cargos de actos lascivos, tras lograr un acuerto con la fiscalía para que se le sentencie a 20 años de probatoria." 20 años de probaroria... tremenda mierda! A este individuo había que castralo y después arrastralo atado de un caballo desde San Juan hasta Mayagüez. Cada vez que leo sobre la manera en que trabaja la "justicia" en Puerto Rico me debato tanto entre reír y llorar que termino con ganas de asesinar a alguien. Total, si mato a alguine seguro que consigo un acuerdo de dos días de probatoria y tres Padre Nuestros.
3- "Invertirán un millón en seguridad del Tren Urbano. La medida es para la lucha antiterrorista en la Isla." No tengo palabras. ¿Quién carajo va a venir a Puerto Rico a poner una bomba para matar cuatro gatos? La idea es tan brillante como... todas las que se les ocurren a los cabezahuecas que hacen el aguaje de llevar las riendas del país.
Lamentablemente, USA no está mejor: "HAGERSTOWN, Maryland (AP) — El Servicio Secreto investigaba a un hombre que según las autoridades sostenía un cartel que decía “Muera Obama” durante una sesión de preguntas y respuestas sobre la reforma al sistema de salud en Maryland." ¿No se puede usar un cartel en la cuna de la democracia? Con todas las veces que le declaré la guerra a Bush desde este blog debo ser el enemigo público #1. Esta tarde voy a escribir "Muerte a Obama" en un cartón y me voy a subir en la guagua con él al pescuezo a ver qué pasa.
Por último, y de esto no ha hablado ningún periódico del país, murió en gran Les Paul, padre de la guitarra eléctrica e inventor de las grabaciones multitrack. Al próximo imbécil que me mencione a Michael Jackson, esa japonesa fea que sólo daba grititos y usaba un guante ridículo, se la suelto.
El apartamento me recibió con un extraño olor a encerrado, polvo dormido sobre todas las superficies oscuras, una nevera totalmente vacía y un anillo negro alrededor del inodoro. Además, ahora tengo un enorme hueco en el techo de la ducha que me brinda mientras me baño una hermosa vista del podrido entresuelo de madera del viejo edificio en el que vivo.
Pensar que hace unos días estaba comiendo con los viejos, bebiendo en Guánica o tranquilamente sumergido en la piscina del complejo en el que vivo me hace extrañar Puerto Rico.
Por otro lado, leo el periódico y casi me alegro de haberme tenido que ir.
He aquí algunas de las noticias del día:
1- "El pastor David Velázquez López se declaró culpable hoy de cinco cargos de actos lascivos, tras lograr un acuerto con la fiscalía para que se le sentencie a 20 años de probatoria." 20 años de probaroria... tremenda mierda! A este individuo había que castralo y después arrastralo atado de un caballo desde San Juan hasta Mayagüez. Cada vez que leo sobre la manera en que trabaja la "justicia" en Puerto Rico me debato tanto entre reír y llorar que termino con ganas de asesinar a alguien. Total, si mato a alguine seguro que consigo un acuerdo de dos días de probatoria y tres Padre Nuestros.
3- "Invertirán un millón en seguridad del Tren Urbano. La medida es para la lucha antiterrorista en la Isla." No tengo palabras. ¿Quién carajo va a venir a Puerto Rico a poner una bomba para matar cuatro gatos? La idea es tan brillante como... todas las que se les ocurren a los cabezahuecas que hacen el aguaje de llevar las riendas del país.
Lamentablemente, USA no está mejor: "HAGERSTOWN, Maryland (AP) — El Servicio Secreto investigaba a un hombre que según las autoridades sostenía un cartel que decía “Muera Obama” durante una sesión de preguntas y respuestas sobre la reforma al sistema de salud en Maryland." ¿No se puede usar un cartel en la cuna de la democracia? Con todas las veces que le declaré la guerra a Bush desde este blog debo ser el enemigo público #1. Esta tarde voy a escribir "Muerte a Obama" en un cartón y me voy a subir en la guagua con él al pescuezo a ver qué pasa.
Por último, y de esto no ha hablado ningún periódico del país, murió en gran Les Paul, padre de la guitarra eléctrica e inventor de las grabaciones multitrack. Al próximo imbécil que me mencione a Michael Jackson, esa japonesa fea que sólo daba grititos y usaba un guante ridículo, se la suelto.
jueves, 6 de agosto de 2009
"Al lugar donde has sido feliz...
no debieras tratar de volver." Si no saben quién lo dijo... para eso está el Internet: edúquense. El punto es que esa frase ha probado ser certera en más de una ocasión a lo largo de mi vida. Las cosas se acaban, la gente se muere, los amigos cambian, las estructuras se deterioran, los artefactos de quiebran, los paisajes se pavimentan, etc. Sin embargo, resulta que, como todas las reglas de la vida, existen ocasiones excepcionales en las que el truco sale bien y se puede recuperar la gloria.
Ayer, por ejemplo, volví a sumergir mi cuerpo en las benditas aguas de la Jungla. Regresé a la risa constante, el sol, el alcohol desmedido, la carcajada absoluta, la música que alimenta el espíritu y a las amistades con las que se forjó el mejor pasado. Con un vaso de plástico lleno de ron en la mano y la carne inmersa en agua salada, recargué la batería, me olvidé de los dramas rutinarios y preparé mi cerebro para la inevitable vuelta a la vida académica.
Sentado en el nuevo tablado de Juan, con una guitarra en las manos y la luna retocándose el maquillaje en la ensenada, me di cuenta de que se puede regresar al lugar donde una vez se fue feliz.
Ante la inminente aparición de un aeropuerto en mi futuro inmediato, nada mejor que escuchar las oraciones cósmicas del saxofón de Fela Kuti. Ante la falta de recursos económicos, el salpicón salado y el vuelo al ras del agua de un pelicano. Ante la presión de la nada, el absolutismo innegable de un horizonte azul. Ante los que dicen que no se puede volver a ser feliz y que todo tiempo pasado fue mejor, un buen mandar la vida al carajo y hacer exactamente lo que te plazca.
Ayer, por ejemplo, volví a sumergir mi cuerpo en las benditas aguas de la Jungla. Regresé a la risa constante, el sol, el alcohol desmedido, la carcajada absoluta, la música que alimenta el espíritu y a las amistades con las que se forjó el mejor pasado. Con un vaso de plástico lleno de ron en la mano y la carne inmersa en agua salada, recargué la batería, me olvidé de los dramas rutinarios y preparé mi cerebro para la inevitable vuelta a la vida académica.
Sentado en el nuevo tablado de Juan, con una guitarra en las manos y la luna retocándose el maquillaje en la ensenada, me di cuenta de que se puede regresar al lugar donde una vez se fue feliz.
Ante la inminente aparición de un aeropuerto en mi futuro inmediato, nada mejor que escuchar las oraciones cósmicas del saxofón de Fela Kuti. Ante la falta de recursos económicos, el salpicón salado y el vuelo al ras del agua de un pelicano. Ante la presión de la nada, el absolutismo innegable de un horizonte azul. Ante los que dicen que no se puede volver a ser feliz y que todo tiempo pasado fue mejor, un buen mandar la vida al carajo y hacer exactamente lo que te plazca.
domingo, 26 de julio de 2009
My name in The New York Times
Así es; sin tener que matar a nadie mi nombre ha salido en el periódico de récord de los Estados Unidos de América, el New York Times. No les cuento cómo llegó a ser lo que hoy es porque el ensayo ya es bastante largo y no quiero que se cansen de leer. Lo que si puedo decir es que no me editaron y me pagaron... poco más se puede pedir!
University of Texas, Austin
An Awful ‘Why?’ Hung Over My Head
GABINO IGLESIAS
Published: July 26, 2009
So the letter came in the mail. I opened it with a feigned nonchalance that nobody bought. That marvelous university, that public Ivy, that Research 1 institution had said yes.
Congrats to me. A mixture of happiness and uncertainty fell through the roof of my head like a hammer. What was I supposed to do now with my fiancée and my two jobs? What about my old car and my friends?
A few weeks went by with incredible speed and I found myself in the airport with a ticket to Austin in my hand, two bags, my laptop and my guitar. At some point I had made the decision without letting me know. My mom wept a bit. My dad was his stoic self. My fiancée would have to stay back; someone was going to have to work while I found a job. I couldn’t stop thinking that you only notice how little you actually own when you put it all in a few suitcases and carry it across the deep blue puddle that separates you from somewhere else.
My new home, which I had only seen online before renting it, was about two miles from campus and a marvel of modern design: creaky old bed, ugly sofa with a funky smell, table with two broken-down chairs, microscopic kitchen, full bathroom, nightstand, peek-in closet and a chest with six drawers (of which only three worked), all within the confines of almost 400 square feet.
The biggest thing in the apartment was a Why? that hung over my head like one of those black clouds you see in cartoons. That first night was spent listening to the cars going by outside my window and the constant sad moan emitted by the elderly refrigerator. I guessed it was hungry. I knew I was.
I got a job as a T.A. for a radio class and took all the required training. It basically boiled down to two things: don’t stab students and try not to date them, either. I was cool with both, although time would show me that the first one was harder to comply with than the second.
I quickly got used to waking up very early and catching a bus with dirty seats and way too many sleepy people inside it. I even got used to the silence and the shared yawns of the commuters. Loneliness came and went like a tide.
The classes I took tried their best to knock me down and I pushed back with my own agenda. I found out that the qualitative thinkers, authors, researchers and theorists I had hated during my previous degree were now something like a shield against the new quantitative stuff they were trying to slam down my throat.
When things got rough, I strummed my guitar. The sounds that came from it were like a balm for my tired brain. When the new information became too much to digest, I reread Foucault and Baudrillard. It helped me feel a tad less lost.
At some point I became very certain I would survive the whole ordeal and would emerge unscathed at the other end.
As a student and as a T.A., I met nice people and people who weren’t very nice at all. Some of the students had interesting stories and incredible dreams to share while others had crazy excuses and stories that I was already tired of hearing. People also started telling me that I didn’t sound like I was from Puerto Rico. I recorded myself and found out that I sound like myself. I tried my best to put a little cadence into my voice to sound more Puerto Rican, but I ended up scaring people because I sounded a lot like Tony Montana.
The semester came and went and a new one appeared just as quickly. I got a paper accepted at a conference and I jumped on a plane and went to Oklahoma to present it. I felt that I was going places until the guy at the front desk told me with stern eyes not to steal the towels.
I fell into the ebb and flow of academic life and even managed to have a few laughs between papers, classes, presentations and my job. At night, I read novels and wrote on a small desk under a picture of Bukowski taped to the wall. Then, on the afternoon of a day that had started as any other, I entered my minuscule apartment and the huge Why? was gone. Instead of that awful presence, a few answers were written on the walls with ink that only I could see. The list went more or less like this:
• Traveling increases your references, your truths, your capacity for understanding and your ability to comprehend others.
• Living alone makes you grow in ways you had never imagined and helps you get to know yourself.
• Making friends and meeting people from all over the world enriches your life, augments your emotional intelligence and makes you see how important it is to turn mere tolerance into a deep, welcoming understanding and acceptance.
• Having an education is something not even your loans can put a price on.
• Saying no to this opportunity would have been something you would have regretted the rest of your life.
As I read the words that weren’t really there, I understood that asking Why? constantly is very important simply because it eventually leads to reasons.
Now I have my reasons; do you have yours?
Gabino Iglesias, University of Texas, Austin, Ph.D. candidate, 2012, journalism
University of Texas, Austin
An Awful ‘Why?’ Hung Over My Head
GABINO IGLESIAS
Published: July 26, 2009
So the letter came in the mail. I opened it with a feigned nonchalance that nobody bought. That marvelous university, that public Ivy, that Research 1 institution had said yes.
Congrats to me. A mixture of happiness and uncertainty fell through the roof of my head like a hammer. What was I supposed to do now with my fiancée and my two jobs? What about my old car and my friends?
A few weeks went by with incredible speed and I found myself in the airport with a ticket to Austin in my hand, two bags, my laptop and my guitar. At some point I had made the decision without letting me know. My mom wept a bit. My dad was his stoic self. My fiancée would have to stay back; someone was going to have to work while I found a job. I couldn’t stop thinking that you only notice how little you actually own when you put it all in a few suitcases and carry it across the deep blue puddle that separates you from somewhere else.
My new home, which I had only seen online before renting it, was about two miles from campus and a marvel of modern design: creaky old bed, ugly sofa with a funky smell, table with two broken-down chairs, microscopic kitchen, full bathroom, nightstand, peek-in closet and a chest with six drawers (of which only three worked), all within the confines of almost 400 square feet.
The biggest thing in the apartment was a Why? that hung over my head like one of those black clouds you see in cartoons. That first night was spent listening to the cars going by outside my window and the constant sad moan emitted by the elderly refrigerator. I guessed it was hungry. I knew I was.
I got a job as a T.A. for a radio class and took all the required training. It basically boiled down to two things: don’t stab students and try not to date them, either. I was cool with both, although time would show me that the first one was harder to comply with than the second.
I quickly got used to waking up very early and catching a bus with dirty seats and way too many sleepy people inside it. I even got used to the silence and the shared yawns of the commuters. Loneliness came and went like a tide.
The classes I took tried their best to knock me down and I pushed back with my own agenda. I found out that the qualitative thinkers, authors, researchers and theorists I had hated during my previous degree were now something like a shield against the new quantitative stuff they were trying to slam down my throat.
When things got rough, I strummed my guitar. The sounds that came from it were like a balm for my tired brain. When the new information became too much to digest, I reread Foucault and Baudrillard. It helped me feel a tad less lost.
At some point I became very certain I would survive the whole ordeal and would emerge unscathed at the other end.
As a student and as a T.A., I met nice people and people who weren’t very nice at all. Some of the students had interesting stories and incredible dreams to share while others had crazy excuses and stories that I was already tired of hearing. People also started telling me that I didn’t sound like I was from Puerto Rico. I recorded myself and found out that I sound like myself. I tried my best to put a little cadence into my voice to sound more Puerto Rican, but I ended up scaring people because I sounded a lot like Tony Montana.
The semester came and went and a new one appeared just as quickly. I got a paper accepted at a conference and I jumped on a plane and went to Oklahoma to present it. I felt that I was going places until the guy at the front desk told me with stern eyes not to steal the towels.
I fell into the ebb and flow of academic life and even managed to have a few laughs between papers, classes, presentations and my job. At night, I read novels and wrote on a small desk under a picture of Bukowski taped to the wall. Then, on the afternoon of a day that had started as any other, I entered my minuscule apartment and the huge Why? was gone. Instead of that awful presence, a few answers were written on the walls with ink that only I could see. The list went more or less like this:
• Traveling increases your references, your truths, your capacity for understanding and your ability to comprehend others.
• Living alone makes you grow in ways you had never imagined and helps you get to know yourself.
• Making friends and meeting people from all over the world enriches your life, augments your emotional intelligence and makes you see how important it is to turn mere tolerance into a deep, welcoming understanding and acceptance.
• Having an education is something not even your loans can put a price on.
• Saying no to this opportunity would have been something you would have regretted the rest of your life.
As I read the words that weren’t really there, I understood that asking Why? constantly is very important simply because it eventually leads to reasons.
Now I have my reasons; do you have yours?
Gabino Iglesias, University of Texas, Austin, Ph.D. candidate, 2012, journalism
lunes, 13 de julio de 2009
Hipertextualidad alcohólica
Advertencia: lo que sigue son los pedazos que he podido rescatar de una conversación que tuve conmigo mismo bajo la luz de la luna y bajo los efectos embriagantes del bendito bálsamo nacional conocido comúnmente como pitorro.
Qúe mierda, no me gusta para nada Carlos Fuentes. ¿Por qué gritan tanto las mujeres cuando se emborrachan? Poco importa: en este país todo el mundo escribe. Sobran libros. Hay que empezar a matar escritores: lo que hace falta son más putas y más taxistas. ¿Cuánto va a durar la innecesaria perorata mediática en torno a Michael Jackson? Nació un hombre negro y murió una vieja fea japonesa: fin de la historia. Apuesto lo que sea que hasta el metalenguaje tiene un límite claro y definido. ¿Será que la gente no mata políticos por mera vagancia? Algún día formaré y lideraré el ejercito de los que detestan al imbécil ladrón de Ricardo Arjona. El que no ha probado café hecho en un prensa francesa no ha probado café. La mejor forma de desarmar al tiempo es ignorándolo. Distinto a lo que muchos creen, en el mundo no hay dos playas iguales. A veces mis dedos extrañan mi guitarra con la fuerza que los pulmones de un ahogado extrañan el aire. ¿Por qué nadie comenta nunca en mi blog? Sencilla respuesta: no escribes nada que pellizque su necesidad de drama. ¿Por qué casi todos los libros malos son de más de 500 páginas? Tengo ganas de ir al cine. Puedes beber pitorro dos horas y te seguirá quemando la garganta tanto como el primer trago. Moriría de sobredosis si se pudieran inyectar las canciones.
Qúe mierda, no me gusta para nada Carlos Fuentes. ¿Por qué gritan tanto las mujeres cuando se emborrachan? Poco importa: en este país todo el mundo escribe. Sobran libros. Hay que empezar a matar escritores: lo que hace falta son más putas y más taxistas. ¿Cuánto va a durar la innecesaria perorata mediática en torno a Michael Jackson? Nació un hombre negro y murió una vieja fea japonesa: fin de la historia. Apuesto lo que sea que hasta el metalenguaje tiene un límite claro y definido. ¿Será que la gente no mata políticos por mera vagancia? Algún día formaré y lideraré el ejercito de los que detestan al imbécil ladrón de Ricardo Arjona. El que no ha probado café hecho en un prensa francesa no ha probado café. La mejor forma de desarmar al tiempo es ignorándolo. Distinto a lo que muchos creen, en el mundo no hay dos playas iguales. A veces mis dedos extrañan mi guitarra con la fuerza que los pulmones de un ahogado extrañan el aire. ¿Por qué nadie comenta nunca en mi blog? Sencilla respuesta: no escribes nada que pellizque su necesidad de drama. ¿Por qué casi todos los libros malos son de más de 500 páginas? Tengo ganas de ir al cine. Puedes beber pitorro dos horas y te seguirá quemando la garganta tanto como el primer trago. Moriría de sobredosis si se pudieran inyectar las canciones.
jueves, 2 de julio de 2009
Celulares y carros
Aquí les dejo una columnita que publicó El Nuevo Día hoy. A sabiendas de que no servirá de nada en cuanto al ridículo número de boricuas que hablan por teléfono, mandan mensajes de textp y leen sus e-mails en el carro, por lo menos me sirvió para contestarle al profesor del RUM.
02-Julio-2009
GABINO IGLESIAS
Las manos en el guía
El pequeño vehículo azul invade mi carril. Muevo el guía a la izquierda y aprieto el claxon sin rencor, sólo a manera de aviso. Cuando paso cerca del carro que casi me cuesta la tarde y la salud, la chica lleva los ojos clavados en su falda y sólo tiene una mano en el guía: sé que manda o lee un mensaje de texto.
Más adelante un hombre vocifera como si quisiera tragarse su teléfono. La única mano que lleva sobre el volante la usa para golpearlo en repetidas ocasiones y para gesticular violentamente mientras una vena serpentea y palpita peligrosamente sobre su frente.
Ya cerca de casa el tapón me obliga a sentarme y observar. La inmensa mayoría de los conductores que me rodea llevan un aparato celular pegado a la cara como una prótesis incapacitante que imposibilita la cautela, nubla la vista, entorpece los reflejos y, en muchos casos, caldea los humores.
Cuando por fin salgo de mi vehículo, emana de mi garganta el suspiro común de todo puertorriqueño tras sobrevivir un día más en las carreteras del país. Seguro que durante el fin de semana me reuniré con amigos e intercambiaremos historias de supervivencia durante nuestros periplos vehiculares.
Me siento a leer el periódico, que por la tarde ya es historia, y un profesor del RUM, dice que la sociedad “no está lista” para que se implemente la prohibición de los celulares mientras se conduce, como si la falta de “preparación” menguara la necesidad imperiosa de la ley.
También dice que las estadísticas de otros países “no comparan”, como si al final del día no estuviésemos hablando de lo mismo: distracción mientras se conduce.
Dos favores: no generalice y sáqueme del grupo de los que no están preparados para unas vías de rodaje más seguras.
02-Julio-2009
GABINO IGLESIAS
Las manos en el guía
El pequeño vehículo azul invade mi carril. Muevo el guía a la izquierda y aprieto el claxon sin rencor, sólo a manera de aviso. Cuando paso cerca del carro que casi me cuesta la tarde y la salud, la chica lleva los ojos clavados en su falda y sólo tiene una mano en el guía: sé que manda o lee un mensaje de texto.
Más adelante un hombre vocifera como si quisiera tragarse su teléfono. La única mano que lleva sobre el volante la usa para golpearlo en repetidas ocasiones y para gesticular violentamente mientras una vena serpentea y palpita peligrosamente sobre su frente.
Ya cerca de casa el tapón me obliga a sentarme y observar. La inmensa mayoría de los conductores que me rodea llevan un aparato celular pegado a la cara como una prótesis incapacitante que imposibilita la cautela, nubla la vista, entorpece los reflejos y, en muchos casos, caldea los humores.
Cuando por fin salgo de mi vehículo, emana de mi garganta el suspiro común de todo puertorriqueño tras sobrevivir un día más en las carreteras del país. Seguro que durante el fin de semana me reuniré con amigos e intercambiaremos historias de supervivencia durante nuestros periplos vehiculares.
Me siento a leer el periódico, que por la tarde ya es historia, y un profesor del RUM, dice que la sociedad “no está lista” para que se implemente la prohibición de los celulares mientras se conduce, como si la falta de “preparación” menguara la necesidad imperiosa de la ley.
También dice que las estadísticas de otros países “no comparan”, como si al final del día no estuviésemos hablando de lo mismo: distracción mientras se conduce.
Dos favores: no generalice y sáqueme del grupo de los que no están preparados para unas vías de rodaje más seguras.
jueves, 25 de junio de 2009
28 tulipanes.... y Céline
Pues resulta que hoy cumplo 28 años. Creo que no hay que decirlo: otro año significa más experiencias de vida y, como consecuencia de ellas, un poco más de socarronería. Feliz cumpleaños para mi.
Al revisar el año que pasó, el primero que pasé en Austin, me doy cuenta de que tengo que agradecer a algunos amigos por todo el apoyo que me brindaron en las largas noches que me tocó pasar encerrado en mi diminuto apartamento. Por los favores espirituales que me prestaron estos dos duros semestres, estaré para siempre en deuda con las siguientes personas: Etta James, Fela Kuti, Al Green, Joe Pass, Wayne Shorter, John Coltrane, Al Di Meola, Lizz Wright, Tom Waits, Joaquín Sabina, Charles Mingus, Bob Dylan, Ibrahim Ferrer, Potito, Herbie Hancock, Joshua Radin, Tommy Emmanuel, Andrés Calamaro, Fito Páez, Buddy Guy, Dr. John, Albert King, Vicente Amigo y Miles Davis, por mencionar algunos.
Por otro lado, también resulta imperioso agradecer a los compañeros que me prestaron sus palabras cuando se me acababan las mías: Charles Bukowski, Richard Fariña, Oscar Zeta Acosta, John Nichols y Louis-Ferdinand Céline, maestro de las letras e iluminado visionario que vio al ser humano por lo que realmente es y logró sobrevivir al horror para contarlo. Con palabras tomadas de la obra maestra "Journey to the end of the night", siento que cierro el año con una generosa dosis de verdad.
"The biggest defeat in every department of life is to forget, especially the things that have done you in, and to die without realizing how far people can go in the way of crumminess." (p. 18)
"Unquestionably we worship nothing more divine than our smell. All our misery comes from wanting at all costs to go on being Tom, Dick or Harry, year in year out. This body of ours, this disguise put on by common jumping molecules, is in constant revolt agaisnt the abominable farce of having to endure. Our molecules, the dears, want to get lost in the universe as fast as they can! It makes them miserable to be nothing but "us," the jerks of infinity. We´d burst if we had the courage, day after day we come very close to it. The atomic torture we love so is locked up inside us with our pride." (p. 290)
"... the only true manifestations of our innermost being are war and insanity, those two absolute nightmares." (p. 359)
Al revisar el año que pasó, el primero que pasé en Austin, me doy cuenta de que tengo que agradecer a algunos amigos por todo el apoyo que me brindaron en las largas noches que me tocó pasar encerrado en mi diminuto apartamento. Por los favores espirituales que me prestaron estos dos duros semestres, estaré para siempre en deuda con las siguientes personas: Etta James, Fela Kuti, Al Green, Joe Pass, Wayne Shorter, John Coltrane, Al Di Meola, Lizz Wright, Tom Waits, Joaquín Sabina, Charles Mingus, Bob Dylan, Ibrahim Ferrer, Potito, Herbie Hancock, Joshua Radin, Tommy Emmanuel, Andrés Calamaro, Fito Páez, Buddy Guy, Dr. John, Albert King, Vicente Amigo y Miles Davis, por mencionar algunos.
Por otro lado, también resulta imperioso agradecer a los compañeros que me prestaron sus palabras cuando se me acababan las mías: Charles Bukowski, Richard Fariña, Oscar Zeta Acosta, John Nichols y Louis-Ferdinand Céline, maestro de las letras e iluminado visionario que vio al ser humano por lo que realmente es y logró sobrevivir al horror para contarlo. Con palabras tomadas de la obra maestra "Journey to the end of the night", siento que cierro el año con una generosa dosis de verdad.
"The biggest defeat in every department of life is to forget, especially the things that have done you in, and to die without realizing how far people can go in the way of crumminess." (p. 18)
"Unquestionably we worship nothing more divine than our smell. All our misery comes from wanting at all costs to go on being Tom, Dick or Harry, year in year out. This body of ours, this disguise put on by common jumping molecules, is in constant revolt agaisnt the abominable farce of having to endure. Our molecules, the dears, want to get lost in the universe as fast as they can! It makes them miserable to be nothing but "us," the jerks of infinity. We´d burst if we had the courage, day after day we come very close to it. The atomic torture we love so is locked up inside us with our pride." (p. 290)
"... the only true manifestations of our innermost being are war and insanity, those two absolute nightmares." (p. 359)
viernes, 19 de junio de 2009
Otro granito de apocalípsis
Este bendito país está lleno de pobres infelices con talento que nunca llegarán a nada por falta de una oportunidad. Sin embargo, ahora tenemos la suerte de contar con una obra literaria procedente de las doctas manos y el superdotado cerebro de Angelique Burgos, mejor conocida como La Burbu... o el fleje ese del afro rubio.
A falta de otro libro mierdoso de Silverio, y mientras cocina su próximo insulto a las letras el Machazo, La Burbu publica un libro de "motivación" basado en el relato de la serie de abusos sexuales que ha recibido a lo largo de su vida. Sin duda, las experiencias de vida de una mujer que, tras fundamentar su carrera en enseñar el culo en la televisión, ha logrado ser locutora de radio y animadora de un programa de mediodía se convertirán en lecciones espirituales a la vez que el libro se convierte en un éxito de ventas.
Más allá de la sorpresa que me llevé al enterarme de que la chica puede escribir (aunque dudo que alguien se coma el cuento de que fue ella quien parió la totalidad del libro), espero con ansias locas las críticas literarias que los sabios lectores puertorriqueños sin duda harán en los periódicos y la blogosfera.
Como siempre, pueden optar por no hacerme caso, pero les aseguro que este oprobio a la inteligencia, este limparse el culo con las letras, este desvergonzado marketing de carne, esta desfachatez literaria, esta afronta por parte de el descarado atrevido que accedió a publicarle el libro, esta patada al hígado a ínfimo grupo de ávidos lectores que se niegan a tragar la piltrafa que venden en Borders y Walgreens... esto no es más que un pequeño granito más en el apocalípsis intelectual y mediático al que vamos dirigidos. Disfruten el "libro".
A falta de otro libro mierdoso de Silverio, y mientras cocina su próximo insulto a las letras el Machazo, La Burbu publica un libro de "motivación" basado en el relato de la serie de abusos sexuales que ha recibido a lo largo de su vida. Sin duda, las experiencias de vida de una mujer que, tras fundamentar su carrera en enseñar el culo en la televisión, ha logrado ser locutora de radio y animadora de un programa de mediodía se convertirán en lecciones espirituales a la vez que el libro se convierte en un éxito de ventas.
Más allá de la sorpresa que me llevé al enterarme de que la chica puede escribir (aunque dudo que alguien se coma el cuento de que fue ella quien parió la totalidad del libro), espero con ansias locas las críticas literarias que los sabios lectores puertorriqueños sin duda harán en los periódicos y la blogosfera.
Como siempre, pueden optar por no hacerme caso, pero les aseguro que este oprobio a la inteligencia, este limparse el culo con las letras, este desvergonzado marketing de carne, esta desfachatez literaria, esta afronta por parte de el descarado atrevido que accedió a publicarle el libro, esta patada al hígado a ínfimo grupo de ávidos lectores que se niegan a tragar la piltrafa que venden en Borders y Walgreens... esto no es más que un pequeño granito más en el apocalípsis intelectual y mediático al que vamos dirigidos. Disfruten el "libro".
miércoles, 10 de junio de 2009
Culo inquieto
En menos de un mes he dormido en siete camas diferentes en tres países distintos. He viajado en autobús, carro privado, en avión, en taxi y a pie. Pasé de leer un interesante recuento ficcionalizado de la fiebre amarilla en el New Orleans de 1841 a devorar la delicia literaria de una obra maestra: Viaje al final de la noche de Celine. He bebido cerveza fría con buenos amigos y he masticado las hojas de menta de un sabroso mojito metido en un jacuzzi. He disfrutado de grasoso pollo frito y pintoresco arroz chino en la grata compañía de mis viejos. He sumergido mi cuerpo en las calientísimas aguas que corren cerca de la base del volcán Arenal. He logrado ignorar por completo el periódico, apagar mi celular y no ver televisión. Los proyectos que habitan dentro de mi computadora han cruzado océanos en pos de adquirir la sal literaria que sólo consigue el que viaja...
Hoy es otro día. Me levanto y me dispongo a explorar. Por el momento, el verano va bien.
Hoy es otro día. Me levanto y me dispongo a explorar. Por el momento, el verano va bien.
sábado, 30 de mayo de 2009
Los 15 minutos que nunca llegaron
La semana antes de volver a Puerto Rico coincidió con el apocalíptico cénit de la pandemia porcina. Esa semana aún no se había reportado ningún caso en la isla y yo estaba listo para mis quince minutos de fama.
El plan maestro, y sumamente poético, consistía en contraer el maldito virus y convertirme en el primer caso de Puerto Rico. Había algo acerca de un periodista contribuyendo al innecesario arroz con culo que estaba formando la prensa que me atraía con una fuerza descomunal. De conseguir mi propósito, pronto escribiría un libro contando mi experiencia de sobreviviente a esa diabólica pandemia que se ha limitado a tocar unas trescientas personas a nivel global... lo que la ayuda a redefinir el termino pandemia. El libro lo traducirían al inglés y Oprah me innvitarí a contar mi historia en su programa.
Para lograr mi meta me dediqué a leer en la guagua durante al menos dos horas diarias, siempre procurando sentarme cerca de gente con sospechosos ataques de estornudos o con marcado gotereo nasal. El olor de los homeless escapando de la lluvia y el sudor viejo que perfumaba los asientos fueron sólo pequeños contratiempos que ignoré olímpicamente. En las paradas, opté por besar a cuanto dirty mexican se cruzó en mi camino y por lamer los bordes de todos los recipientes de bebidas que encontraba en los basureros. Dejé de lavarme las manos por una semana y, tras visitar Walgreens y ver a todos los empleados con mascarilla, me arrastré por el suelo y luego no me bañé. He aquí mi razonamiento: si me puedo contagiar por no lavarme las manos, me puedo contagiar mucho antes si no me baño.
El invento del autobús no funcionó. Por suerte, el trapo de vuelo que conseguí para Puerto Rico me llevó de Austin a Atlanta, de Atlanta a Fort Lauderdale y de Fort Lauderdale a San Juan. Después de semejante tour y una pasadita por Florida, estaba seguro de que regresaría a casa con el estrellato incubándose en mis pulmones.
La suerte me falló y fue otro el primer caso en Puerto Rico. Nada de libro y nada de invitación de Oprah. Ahora hasta parece que la pandemia ya no es pandemia y el monstruo peludo de las cesantías multitudinarias es mas feroz y mete más miedo que el virus AH1N1 (¿no sonaba mejor el nombre anterior?). Sólo me queda esperar la próxima pandemia... a ver si en esa hay mejor suerte.
El plan maestro, y sumamente poético, consistía en contraer el maldito virus y convertirme en el primer caso de Puerto Rico. Había algo acerca de un periodista contribuyendo al innecesario arroz con culo que estaba formando la prensa que me atraía con una fuerza descomunal. De conseguir mi propósito, pronto escribiría un libro contando mi experiencia de sobreviviente a esa diabólica pandemia que se ha limitado a tocar unas trescientas personas a nivel global... lo que la ayuda a redefinir el termino pandemia. El libro lo traducirían al inglés y Oprah me innvitarí a contar mi historia en su programa.
Para lograr mi meta me dediqué a leer en la guagua durante al menos dos horas diarias, siempre procurando sentarme cerca de gente con sospechosos ataques de estornudos o con marcado gotereo nasal. El olor de los homeless escapando de la lluvia y el sudor viejo que perfumaba los asientos fueron sólo pequeños contratiempos que ignoré olímpicamente. En las paradas, opté por besar a cuanto dirty mexican se cruzó en mi camino y por lamer los bordes de todos los recipientes de bebidas que encontraba en los basureros. Dejé de lavarme las manos por una semana y, tras visitar Walgreens y ver a todos los empleados con mascarilla, me arrastré por el suelo y luego no me bañé. He aquí mi razonamiento: si me puedo contagiar por no lavarme las manos, me puedo contagiar mucho antes si no me baño.
El invento del autobús no funcionó. Por suerte, el trapo de vuelo que conseguí para Puerto Rico me llevó de Austin a Atlanta, de Atlanta a Fort Lauderdale y de Fort Lauderdale a San Juan. Después de semejante tour y una pasadita por Florida, estaba seguro de que regresaría a casa con el estrellato incubándose en mis pulmones.
La suerte me falló y fue otro el primer caso en Puerto Rico. Nada de libro y nada de invitación de Oprah. Ahora hasta parece que la pandemia ya no es pandemia y el monstruo peludo de las cesantías multitudinarias es mas feroz y mete más miedo que el virus AH1N1 (¿no sonaba mejor el nombre anterior?). Sólo me queda esperar la próxima pandemia... a ver si en esa hay mejor suerte.
miércoles, 27 de mayo de 2009
Sobre mitos y leyendas
Cualquiera que haya encendido un televisor o haya leído un periódico en las últimas dos semanas sabrá que está de moda hablar de la clase artística del país y de la televisión puertorriqueña. En otras palabras, los cuatro gatos de siempre intentan hacer ruido y se indignan ante la muerte de la genial programación local. Ante esta situación, lo mejor es aclarar las cosas en pos de evitar discusiones innecesarias: Puerto Rico no tiene televisión local.
Puerto Rico no lo hace mejor y no vive del turismo. Puerto Rico sólo tiene cuatro gatos reciclando las mismas novelas e intenta hacer pasar eso por literatura. Puerto Rico no tiene industria cinematográfica y el teatro es un pez agonizando fuera del agua. Los puertorriqueños, en su inmensa mayoría, se maman con felicidad plena cualquier bazofia hollywoodense que le pongan en los cines y devora sólo pseudoliteratura (o literatura light, que suena más bonito). La misma sarta de imbéciles consumidores que han colocado en el estrellato a figuras tan diversas como Silverio Pérez, la Taína y Tavín Pumarejo, los mismos que compran libros de autoayuda pero jamás leerían un escritor puertorriqueño, los mismos que idolatran boxeadores, reggaetoneros, putiflejes televisivas y políticos sin cerebro... ahora se quejan de que no hay televisión boricua.
¿Cuándo fue la última vez que no recurrió una comedia boricua al chiste mongo, burdo y facilón? ¿Cuándo fue la última vez que se escribió un guión meridianamente original para un programa local? ¿Cuándo fue la última vez que cambiar el canal para ver otra cosa no fue la mejor opción en lo que respecta a los llamados canales locales? Me parece que el dictamen sobre lo negativo que es el deceso de las producciones locales es un poco acelerado: debemos esperar un poco para ver si en realidad es el fin de algo que valdría la pena no perder. En mi opinión, poco se debe llorar la pérdida de algo que nunca sirvió de mucho.
¿Y qué hacemos con todo ese "talento" desempleado? Bueno, Puerto Rico tampoco tiene agricultura porque falta mano de obra...
Puerto Rico no lo hace mejor y no vive del turismo. Puerto Rico sólo tiene cuatro gatos reciclando las mismas novelas e intenta hacer pasar eso por literatura. Puerto Rico no tiene industria cinematográfica y el teatro es un pez agonizando fuera del agua. Los puertorriqueños, en su inmensa mayoría, se maman con felicidad plena cualquier bazofia hollywoodense que le pongan en los cines y devora sólo pseudoliteratura (o literatura light, que suena más bonito). La misma sarta de imbéciles consumidores que han colocado en el estrellato a figuras tan diversas como Silverio Pérez, la Taína y Tavín Pumarejo, los mismos que compran libros de autoayuda pero jamás leerían un escritor puertorriqueño, los mismos que idolatran boxeadores, reggaetoneros, putiflejes televisivas y políticos sin cerebro... ahora se quejan de que no hay televisión boricua.
¿Cuándo fue la última vez que no recurrió una comedia boricua al chiste mongo, burdo y facilón? ¿Cuándo fue la última vez que se escribió un guión meridianamente original para un programa local? ¿Cuándo fue la última vez que cambiar el canal para ver otra cosa no fue la mejor opción en lo que respecta a los llamados canales locales? Me parece que el dictamen sobre lo negativo que es el deceso de las producciones locales es un poco acelerado: debemos esperar un poco para ver si en realidad es el fin de algo que valdría la pena no perder. En mi opinión, poco se debe llorar la pérdida de algo que nunca sirvió de mucho.
¿Y qué hacemos con todo ese "talento" desempleado? Bueno, Puerto Rico tampoco tiene agricultura porque falta mano de obra...
domingo, 17 de mayo de 2009
Hasta siempre, Maestro
Muchas horas pasé encerrado en mi habitación con los libros de Benedetti. Sus novelas siempre tenían una buena dósis de sorna y su poesía siempre tuvo, al menos para mi, un peculiar sentido del humor: "El que pecho abarca, loco aprieta."
El amor, las mujeres y la vida, una antología temática que trata dichos temas, sirvió para enseñarme que hay cosas en la vida que importan mucho más que otras. Durante mi segundo año de bachillerato me vi encerrado en una habitación esperando que estudiantes de primer año vinieran a por sus tutorías de inglés. Esas horas muertas me sirvieron para leer La tregua, Primavera con una esquina rota, El olvido está lleno de memoria, los tres inventarios, etc. Siempre disfrute de lo que escribía. Rincón de Haikus lo gané en un certámen de poesía y se convirtió en uno de los libros que más pedazos memoricé.
Ahora ya no escribirá más, pero nos deja una gran obra literaria que servirá para que muchos aprendan sobre la poesía, las mujeres y el exilio.
Mientras el mundo celebra la mediocridad de Dan Brown y se hincha de vender libros mierdosos Pablo Conejo, Don Mario haces las veces de dominó: lamentablemente, en algún momento, le seguirán Vargas Llosa y el Gabo.
Este blog sólo a reportado dos muertes: Ángel González y Mario Benedetti... por algo será.
Espero que los que lo entierren hayan leído sus haikus y obedezcan ese deseo que sólo puede tener un escritor:
"Cuando me entierren
por favor no se olviden
de mi bolígrafo"
Hasta siempre, Maestro.
viernes, 8 de mayo de 2009
Un paso más
No deja de ser diminuto el espacio. No cesa el silencio en su desespero. No se llena la nevera sólo con las ganas. Sin embargo, cada párrafo me aleja un poco más del infierno, cada letra es un pedazo de libertad, cada línea una obra de arte, cada hora que pasa un paso más hacia un vacío bienvenido.
Sobre el teclado bailan un sinnúmero de fantasmas del pasado y la colección de esqueletos que amenzan con ser el futuro. El proyecto se convierte en niño hambriento. ¿Lavo la ropa o escribo un poco más? Escribo; si me visto de palabras, deja de importar la ropa. La posibilidad de una ducha espera en el horizonte.
Sumo notas musicales al silencio y palabras al espacio vacío.
Afuera colapsa el sistema capitalista; aquí dentro se cocina el futuro.
Sobre el teclado bailan un sinnúmero de fantasmas del pasado y la colección de esqueletos que amenzan con ser el futuro. El proyecto se convierte en niño hambriento. ¿Lavo la ropa o escribo un poco más? Escribo; si me visto de palabras, deja de importar la ropa. La posibilidad de una ducha espera en el horizonte.
Sumo notas musicales al silencio y palabras al espacio vacío.
Afuera colapsa el sistema capitalista; aquí dentro se cocina el futuro.
domingo, 26 de abril de 2009
George y no Jorge
En el 2005 conocí un tipo simpático con problemas de autoestima intelectual y ganas de divertirse. Como le gustaban los libros, la salsa y la cerveza, inmediatemente nos topamos con un espacio de encuentro en el que reinventábamos el mundo a diario. Esos primeros meses los pasamos buscando café entre clases mientras el lloriqueaba porque sentía que pronto los poderes hegemónicos universitarios lo "devolverían para Colombia". Hasta el sol de hoy, esa bestia impresentable se llama Jorge Gutiérrez.
A los seis meses, por aquello de fastidiar, se me ocurrió llamarle George. Se encabronó y me dijo que su nombre era Jorge y no George. Me reí y le dije que estaba jodido porque de ahí en adelante su nombre iba a ser George... y así fue.
George se convirtió en mi "consorte radial" y juntos pateamos las oscuras calles de Río Piedras, perseguimos prostitutos travestis a altas horas de la noche, metimos locos, actores y músicos en nuestro programa, bebimos en los peores antros de la ciudad, comimos como reyes en la Placita, fastidiamos a la dulce Jarah Flores, discutimos sobre literatura, hicimos comilonas en mi casa, vacilamos con Gambi, le presenté a mis secuaces (que a su vez se hicieron sus amigos y siempre lo llamaron George), planeamos viajes cósmicos, grabamos un cortometraje en el que hacía, practicamente, de si mismo, lo vi enfermarse por comer más comida china y tostones que cualquier otro ser humano, fui testigo silente de sus debacles amorosos, nos inventamos El Caminante, degustamos tripeltas en bases regulares, le afeité la cabeza por un par de dólares, nos emborrachamos en la playa y convertimos el acto de insultarnos en un deporte Olímpico en el que pocas personas nos igualan. Miren la foto de arriba: obscena comunicación no-verbal, cara de pederasta, camiseta de fugado de prisión, uña mugrienta y sonrisa de asesino en serie con déficit neuronal...¿quién podría evitar insultarlo?
A George no lo devolvieron para Colombia, su querida Meche se juntó con él en Puerto Rico y finalmente terminó su maestría. Lamentablemente, las leyes de inmigración le prohibieron a esa rata de cloaca permanecer más tiempo en Puerto Rico. Supongo que con cierta tristeza se subió en un avión y se largó dejando esa Isla que tanto llegó a querer detrás. Servidor no tuvo la oportunidad de decirle: "Fleje, imbécil, perra sifilítica, bueno para nada... fue un placer janguear con vuesa merced, cuenta conmigo para lo que te haga falta, hermano."
Creo que decirle hasta pronto desde aquí es la mejor forma de que se entere mientras consigue un celular en Baranquilla. Sé que tendré que volver a aguantarlo, ya sea en Colombia, Puerto Rico o en dónde sea. Por suerte, ninguno de los dos cree en las despedidas. Hablamos pronto, colega.
P.D. Amigos colombianos; si lo ven... vale la pena ignorar la cara de tonto y llegar a conocer al horrible ser humano que lleva dentro.
jueves, 16 de abril de 2009
Ventanas sin mar
¿De qué carajos sirve una ventana que no da al mar? Sé que la pregunta suena extraña, que las ventanas pueden dar a muchos sitios, etc. El punto es que mi única ventana da a un estacionamiento, un pedazo de calle y unas casas en la acera opuesta. Cada vez que me asomo me miran desde su estoico silencio los calvos árboles de la acera. Sin una hoja a la vista y con ese enormen cielo tranquilo que caracteriza las tardes en esta ciudad, los árboles siempre permanecen en su sitio. Sin hojas que se muevan y con poco tráfico, la calle se empapa de una homogénea quietud, una permanencia absoluta que aburre y cansa la vista con su idéntica exactitud día tras día.
Nunca pensé que el cansón vaivén del mar, esa tonta insistencia de las olas que no lleva a nada en absoluto, me fuera a hacer tanta falta. Confieso que he intentado ofrecer a mis ojos el facsímil razonable de un inmenso río, pero el tono verde del agua, la presencia inmediata de sucedáneos árboles (sin duda hermanos de los que esperan fuera de mi ventana), la relativa proximidad de sus orillas y el serpenteo forzado de su cauce no logra arrancarme del pecho la falta de mar que tengo.
Incontables tardes en que el mar se tragó el sol y la risa de la gente que quiero se tostó en la arena, el placer de beber cerveza fría sumergido en el salado líquido sagrado, el yodo curándome las heridas de la batalla; todos fragmentos de memoria que saltan por esa ventana sosa poblada de árboles secos.
Me gusta pensar que ellos también sueñan con ver el mar.
Nunca pensé que el cansón vaivén del mar, esa tonta insistencia de las olas que no lleva a nada en absoluto, me fuera a hacer tanta falta. Confieso que he intentado ofrecer a mis ojos el facsímil razonable de un inmenso río, pero el tono verde del agua, la presencia inmediata de sucedáneos árboles (sin duda hermanos de los que esperan fuera de mi ventana), la relativa proximidad de sus orillas y el serpenteo forzado de su cauce no logra arrancarme del pecho la falta de mar que tengo.
Incontables tardes en que el mar se tragó el sol y la risa de la gente que quiero se tostó en la arena, el placer de beber cerveza fría sumergido en el salado líquido sagrado, el yodo curándome las heridas de la batalla; todos fragmentos de memoria que saltan por esa ventana sosa poblada de árboles secos.
Me gusta pensar que ellos también sueñan con ver el mar.
miércoles, 1 de abril de 2009
Ese es mi diminuto escritorio. Encorvado encima de ese cuadrado aparato de madera he pasado más horas de las que me gustaría recordar en las últimas dos semanas. Hoy sometí el trabajo final y el petardeo neuronal cesó. La foto la saque antes de mi viaje a Oklahoma… cuando estaba todo recogido y aún encontraba tiempo para dormir, comer, afeitarme o bañarme. Hoy, secuestrado mental de la academia, víctima vengativa de la investigación, huraño lector de oscuras publicaciones irrelevantes, héroe sin gloria del insomnio forzado, esclavo de la rutina de la medianoche sobre una computadora, culo de pasillo y de escalera, mal padre de libros que siguen sin leer, hombro/trapo de compañeros en iguales condiciones, trabajador incansable de la nada… hoy me declaro libre de toda responsabilidad… por lo menos hasta el lunes.
sábado, 14 de marzo de 2009
Santino
Santino es un chimpancé de 31 años que vive encerrado en el Furuvik Zoo, en Suecia. Recientemente, Santino se convirtió en el foco de un estudio publicado por Mathias Osvath, estudiante doctoral de sabe Dios qué porque la noticia del Daily Texan no lo decía. En cualquier caso, el punto es que Osvath publicó un estudio que revolucionó a la comunidad científica. Osvath estuvo observando a Santino durante varios meses y entrevistó a tres encargados del zoológico. La parte jugosa e importante del estudio dice que los chimpacés son capaces de planear sus acciones con varias horas de antelación.
Cierto día, mientras Osvath observaba a Santino, el chimpancé comenzó a recolectar piedras y a buscar pedazos débiles de concreto dentro de los confínes de su cárcel para romperlos y sumarlos a su pequeña montaña de piedras. Varias horas más tarde, después de aguantar la risa tonta de cientos de imbéciles con camisetas coloridas y mapitas del zológico en la mano, después de tener que buscar en vano algún rincón pacífico para dormir la siesta, después de escuchar el click de cientos de cámaras colgadas del pescuezo de turistas, después de verse obligado a cagar en público otra vez, después de darse cuenta de que ser un macho alfa dentro de un universo reducido y de que tener nombre de mafioso italiano no sirve de nada cuando alguien te trae tu comida a diario, Santino se encabronó y se lió a pedradas con los imbéciles que lo señalaban desde el lado seguro de la reja.
El hecho de que Santino acumulara piedras con marcada premeditación y alevosía demuestra que los chimpancés, como vengo defendiendo desde mucho antes de que publicaran el tonto estudio, son más inteligentes que muchos humanos. Fantástico. Ahora bien, saben lo que hicieron los geniales científicos para premiar a Santino por ser un chimpancé genial? Los cabrones lo castraron.
La noticia la leí en el autobús y me bajé con ganas de comprar un billete a Suecia y un machete oxidado para capar a los machos alfa de bata blanca que decidieron que Santino era genial, pero demasiado agresivo para tenerlo ahí como un juguete de muestra para que los niños le tiren comida y los adultos le saquen fotos para enseñarle a sus amigos.
Los humanos son las bestias más despreciables de la tierra y castrar a Santino no es más que una prueba más de que los que pagan por nuestro complejo de superioridad siempre son los animales. Al igual que otros cientos de miles de "mascotas" que mueren o viven muriendo bajo el peso de la soledad de sus "amos", Santino ya no es un macho alfa porque obedeció a sus instintos.
Pido la cabeza de los "sabios científicos" y un minuto de silencio por los huevos de Santino.
Cierto día, mientras Osvath observaba a Santino, el chimpancé comenzó a recolectar piedras y a buscar pedazos débiles de concreto dentro de los confínes de su cárcel para romperlos y sumarlos a su pequeña montaña de piedras. Varias horas más tarde, después de aguantar la risa tonta de cientos de imbéciles con camisetas coloridas y mapitas del zológico en la mano, después de tener que buscar en vano algún rincón pacífico para dormir la siesta, después de escuchar el click de cientos de cámaras colgadas del pescuezo de turistas, después de verse obligado a cagar en público otra vez, después de darse cuenta de que ser un macho alfa dentro de un universo reducido y de que tener nombre de mafioso italiano no sirve de nada cuando alguien te trae tu comida a diario, Santino se encabronó y se lió a pedradas con los imbéciles que lo señalaban desde el lado seguro de la reja.
El hecho de que Santino acumulara piedras con marcada premeditación y alevosía demuestra que los chimpancés, como vengo defendiendo desde mucho antes de que publicaran el tonto estudio, son más inteligentes que muchos humanos. Fantástico. Ahora bien, saben lo que hicieron los geniales científicos para premiar a Santino por ser un chimpancé genial? Los cabrones lo castraron.
La noticia la leí en el autobús y me bajé con ganas de comprar un billete a Suecia y un machete oxidado para capar a los machos alfa de bata blanca que decidieron que Santino era genial, pero demasiado agresivo para tenerlo ahí como un juguete de muestra para que los niños le tiren comida y los adultos le saquen fotos para enseñarle a sus amigos.
Los humanos son las bestias más despreciables de la tierra y castrar a Santino no es más que una prueba más de que los que pagan por nuestro complejo de superioridad siempre son los animales. Al igual que otros cientos de miles de "mascotas" que mueren o viven muriendo bajo el peso de la soledad de sus "amos", Santino ya no es un macho alfa porque obedeció a sus instintos.
Pido la cabeza de los "sabios científicos" y un minuto de silencio por los huevos de Santino.
viernes, 27 de febrero de 2009
Carta de la semana
Los políticos puertorriqueños no se caracterizan precisamente por su capacidad intelectual. De hecho, confío en que pronto algún estudio revele que un serio déficit neuronal es uno de los requisitos sine qua non para entrar en la política boricua. Sin embargo, la idiotez rampante no es mi problema el día de hoy. Mi problema es la propaganda política barata basada en craso desconociento y hecha en el último vestigio de libertad de prensa que queda en el periódico; la sección de opinión. Héctor Ferrer, actual fantasmón mayor del alicaído PPD, se dedicó a meter las patas en un anuncio ridículo que, por razones que no quiero comenzar a imaginar, le publicaron. Mi contestación la sometí como otras de mis columnas, pero la publicaron un par de días después como la carta de la semana. Aquí se las dejo.
Antonio Tejero, no "español de fusil"
El día 23 de febrero se publicó en este espacio un escrito del señor Héctor Ferrer, actual presidente del PPD. En dicho mensaje, que leía como un folleto de publicidad mal escrito, Ferrer hacía referencia a un “español de fusil” que para el representaba “la intransigencia y la oposición”.
Lejos de criticar el uso de este espacio para ese tipo de propaganda política ahorrativa, me gustaría señalar varios hechos:
1-El caballero a quien hace referencia Ferrer se llama Antonio Tejero y no “español de fusil”
2- Era teniente coronel de la Guardia Civil y no “soldado”, como alega Ferrer.
3- Tejero no entró “solo” al “parlamento” sino que la fallida intentona golpista se llevó a cabo en el Congreso de los Diputados con la ayuda de numerosos mandos militares.
4- Tejero, como puede apreciarse en las fotos del evento, llevaba una pistola en la mano mientras se dirigía al Congreso, no un fusil.
5- El evento es un hecho histórico documentado, por lo que cualquier comentario como “Aunque heroica la historia, verdadera o irreal…” delata un desconocimiento absoluto sobre el tema que el mismo Ferrer decidió usar para lanzar su anuncio.
Aclarados los hechos, opino. La derrota sin precedentes que sufrió el PPD no se debió al magnífico gobierno que llevaron en los años que precedieron a las elecciones. El voto de castigo denunció el sentimiento de los puertorriqueños.
Sinceramente le deseo suerte al Señor Ferrer en su misión de reconstruir el PPD, pero desde mi anarquía respetuosa le sugiero que la próxima vez que decida dirigirse al pueblo de Puerto Rico (frase predilecta de los políticos del país) para hablar de cómo ha “sabido usar el diálogo, la prudencia y la sensatez para convencer”, prudentemente se informe, sensatamente investigue y dialogue con conocimiento.
Ya lo dijo Albizu: “Donde la tiranía es ley, la revolución es orden”
Antonio Tejero, no "español de fusil"
El día 23 de febrero se publicó en este espacio un escrito del señor Héctor Ferrer, actual presidente del PPD. En dicho mensaje, que leía como un folleto de publicidad mal escrito, Ferrer hacía referencia a un “español de fusil” que para el representaba “la intransigencia y la oposición”.
Lejos de criticar el uso de este espacio para ese tipo de propaganda política ahorrativa, me gustaría señalar varios hechos:
1-El caballero a quien hace referencia Ferrer se llama Antonio Tejero y no “español de fusil”
2- Era teniente coronel de la Guardia Civil y no “soldado”, como alega Ferrer.
3- Tejero no entró “solo” al “parlamento” sino que la fallida intentona golpista se llevó a cabo en el Congreso de los Diputados con la ayuda de numerosos mandos militares.
4- Tejero, como puede apreciarse en las fotos del evento, llevaba una pistola en la mano mientras se dirigía al Congreso, no un fusil.
5- El evento es un hecho histórico documentado, por lo que cualquier comentario como “Aunque heroica la historia, verdadera o irreal…” delata un desconocimiento absoluto sobre el tema que el mismo Ferrer decidió usar para lanzar su anuncio.
Aclarados los hechos, opino. La derrota sin precedentes que sufrió el PPD no se debió al magnífico gobierno que llevaron en los años que precedieron a las elecciones. El voto de castigo denunció el sentimiento de los puertorriqueños.
Sinceramente le deseo suerte al Señor Ferrer en su misión de reconstruir el PPD, pero desde mi anarquía respetuosa le sugiero que la próxima vez que decida dirigirse al pueblo de Puerto Rico (frase predilecta de los políticos del país) para hablar de cómo ha “sabido usar el diálogo, la prudencia y la sensatez para convencer”, prudentemente se informe, sensatamente investigue y dialogue con conocimiento.
Ya lo dijo Albizu: “Donde la tiranía es ley, la revolución es orden”
domingo, 22 de febrero de 2009
Antisocial
El desarrollo intelectual siempre viene acompañado de un distanciamiento pronunciado con la monótona realidad que nos rodea. Mientras más sabemos, más esperamos que sepan los demás. Desde que habito un reducido espacio y no tengo vehículo propio, mi vida se ha convertido en una dicotomía existencial de primer orden: libros y música y luego todo lo demás. Nada de esto me molesta; el viaje es algo que aprovecho y disfruto. El problema radica cuando el hermitaño físico e intelectual hace el intento inútil de volver a integrarse al mundo real de manera efectiva.
Anoche sucedió que acepté salir a tomarme un par de cervezas con un gringo, una koreana y una china. A ese grupo se sumaron dos amigos del gringo. El triunvirato de nombres ya dice mucho sobre lo que luego diré: Marcus, Michael y Tim. Nombres como de escritor malo con poca imaginación.
Juro que hice un intento real por sentirme en una barra con mis amigos. Conversé con ellos de cerveza, política y perros. De nada sirvió. Las asiáticas demostraron esa tendencia de su etnia al silencio respetuoso y los tres gringos se encargaron de quitarme las ganas de repetir el experimento.
Intenté sentir que eran tipos simpáticos y fracasé. Ellos trataron de ser simpáticos y fracasaron. Los tres eran demasiado blancos, demasiado americanos, demasiado predecibles, demasiado cristianos, demasiado republicanos, demasiado conservadores, demasiado aburridos, demasiado sosos, demasido simples, demasiado blandos, demasiado... poco. Entiendo perfectamente que algún lector tenga la idea pasajera de que mis comentarios están teñidos de racismo. Perfecto. No voy a defenderme en lo absoluto. El tríptico de niñatos tenía esas rosadas mejillas y diminutas manos delicadas que delatan el hecho de no haber dado un tajo en su vida. Sus escuetos comentarios sobre música y gastronomía probaron todos los clichés de la música pop y MacDonalds. Sus declaraciones conservadoras los identificaron como los niños que jamás renegarían de las ideas políticas conservadoras de Papá y Mamá. Sus breves palabras sobre otras etnias y las estúpidas preguntas con las que acosaron a las asiáticas demostraron su total ignorancia absoluta de todo aquello que no sea blanco, hable inglés, beba Budweiser y habite en alguno de los estados de la nación americana.
Por favor, no me malinterpreten, no me opongo a la existencia de esos miembros de la petit-bourgeois gringa, carne de fraternidad y football, domingos de misa y BBQ y deseos de muerte a los marrones, amarillos, negros, homosexuales, comunistas, anarquistas, demócratas y defensores del aborto. Que vivan felices y contentos en otro lugar; yo me niego a beber con ellos y prefiero la compañia del fantasma valiente de Everett Ruess, mis libros, mi silencio, mi jazz.
Anoche me di cuenta de que cada vez soy más un antisocial sin remedio.
P.D. Con esta entrada el blog cumple su primer centenario.
Anoche sucedió que acepté salir a tomarme un par de cervezas con un gringo, una koreana y una china. A ese grupo se sumaron dos amigos del gringo. El triunvirato de nombres ya dice mucho sobre lo que luego diré: Marcus, Michael y Tim. Nombres como de escritor malo con poca imaginación.
Juro que hice un intento real por sentirme en una barra con mis amigos. Conversé con ellos de cerveza, política y perros. De nada sirvió. Las asiáticas demostraron esa tendencia de su etnia al silencio respetuoso y los tres gringos se encargaron de quitarme las ganas de repetir el experimento.
Intenté sentir que eran tipos simpáticos y fracasé. Ellos trataron de ser simpáticos y fracasaron. Los tres eran demasiado blancos, demasiado americanos, demasiado predecibles, demasiado cristianos, demasiado republicanos, demasiado conservadores, demasiado aburridos, demasiado sosos, demasido simples, demasiado blandos, demasiado... poco. Entiendo perfectamente que algún lector tenga la idea pasajera de que mis comentarios están teñidos de racismo. Perfecto. No voy a defenderme en lo absoluto. El tríptico de niñatos tenía esas rosadas mejillas y diminutas manos delicadas que delatan el hecho de no haber dado un tajo en su vida. Sus escuetos comentarios sobre música y gastronomía probaron todos los clichés de la música pop y MacDonalds. Sus declaraciones conservadoras los identificaron como los niños que jamás renegarían de las ideas políticas conservadoras de Papá y Mamá. Sus breves palabras sobre otras etnias y las estúpidas preguntas con las que acosaron a las asiáticas demostraron su total ignorancia absoluta de todo aquello que no sea blanco, hable inglés, beba Budweiser y habite en alguno de los estados de la nación americana.
Por favor, no me malinterpreten, no me opongo a la existencia de esos miembros de la petit-bourgeois gringa, carne de fraternidad y football, domingos de misa y BBQ y deseos de muerte a los marrones, amarillos, negros, homosexuales, comunistas, anarquistas, demócratas y defensores del aborto. Que vivan felices y contentos en otro lugar; yo me niego a beber con ellos y prefiero la compañia del fantasma valiente de Everett Ruess, mis libros, mi silencio, mi jazz.
Anoche me di cuenta de que cada vez soy más un antisocial sin remedio.
P.D. Con esta entrada el blog cumple su primer centenario.
miércoles, 11 de febrero de 2009
Al otro lado del río
Regreso al sur como quien regresa a casa. Cruzo el río metido en la barriga de la bestia ruidosa que devora millas. Siempre que llego al sur camino con los ojos clavados en el suelo para ver si encuentro lo que busco. Ese algo tan especial, ese pedazo de todo, ese segundo infinito, ese recuerdo futuro, esa visión milagrosa, ese paso decisivo, esa nota adecuada. Hoy el suelo sólo me devuelve espacio vacío.
Usualmente los pedazos que quedan de los sueños de los habitantes del sur suelen flotar por las cunetas los días que llueve. Por suerte lleva muchos días sin llover y hasta las cucarachas se niegan a salir. El piso sigue vacío. Los deambulantes esconden hoy sus penas en otro sitio. Los locos se acostaron temprano.
Nadie me espera, nadie me llama, nadie me habla. Descubro que la soledad es un lugar muy cómodo donde es imposible que alguien te fastidie la paciencia. Deambulo sin rumbo fijo y persigo a paso lento una gran interrogante. Acostada en mis oídos ronronea la banda sonora de mis días desperdiciados buscando ese algo.
Cuando se rinden mis piernas me siento a esperar a la bestia que corta la ciudad con su luz acusatoria. La noche termina de tirarse encima de la ciudad y amenaza con sofocarla. Algún loco se despierta y grita sus pecados justamente en el punto en que se pierde mi vista. Cada carro que pasa lleva dentro uno o dos propósitos. Todos me son deliciosamente ajenos. Cada quien que busque lo suyo. Me llaman las vías del tren con una promesa de que a lo mejor allí está lo busco. Doy gracias por no perder el sentido buscando ese único absoluto en el fondo de una botella. Por el momento me llegar con cruzar al estado mental que aguarda al otro lado del río.
Una vez regreso a ese lugar que ahora llamo casa y que llora sus penas a través de goteras de agua marrón me doy cuenta de que me traje el sur conmigo. Lamentablemente esa no era la respuesta. No estoy perdido, pero sigo buscando. No sé qué busco, pero me queda el consuelo de estar seguro de aún no haberlo encontrado.
Usualmente los pedazos que quedan de los sueños de los habitantes del sur suelen flotar por las cunetas los días que llueve. Por suerte lleva muchos días sin llover y hasta las cucarachas se niegan a salir. El piso sigue vacío. Los deambulantes esconden hoy sus penas en otro sitio. Los locos se acostaron temprano.
Nadie me espera, nadie me llama, nadie me habla. Descubro que la soledad es un lugar muy cómodo donde es imposible que alguien te fastidie la paciencia. Deambulo sin rumbo fijo y persigo a paso lento una gran interrogante. Acostada en mis oídos ronronea la banda sonora de mis días desperdiciados buscando ese algo.
Cuando se rinden mis piernas me siento a esperar a la bestia que corta la ciudad con su luz acusatoria. La noche termina de tirarse encima de la ciudad y amenaza con sofocarla. Algún loco se despierta y grita sus pecados justamente en el punto en que se pierde mi vista. Cada carro que pasa lleva dentro uno o dos propósitos. Todos me son deliciosamente ajenos. Cada quien que busque lo suyo. Me llaman las vías del tren con una promesa de que a lo mejor allí está lo busco. Doy gracias por no perder el sentido buscando ese único absoluto en el fondo de una botella. Por el momento me llegar con cruzar al estado mental que aguarda al otro lado del río.
Una vez regreso a ese lugar que ahora llamo casa y que llora sus penas a través de goteras de agua marrón me doy cuenta de que me traje el sur conmigo. Lamentablemente esa no era la respuesta. No estoy perdido, pero sigo buscando. No sé qué busco, pero me queda el consuelo de estar seguro de aún no haberlo encontrado.
viernes, 30 de enero de 2009
Perspectiva
Eran las 11:00 a.m. y el día no había empezado bien. Me había levantado temprano después de acostarme tarde trabajando en un pequeño proyecto literario que nada tiene que ver con la academia. Al salir a la calle el frío me recibió como un puñetazo helado en la cara. La dirección del viento me hacía caminar con la niebla de mi propio aliento metida en los ojos. Colgaba en el aire una lluvia en suspensión y fría como recién sacada de la nevera. Al llegar a la parada del autobús me recibieron diminutas estalactitas de hielo que colgaban de un letrero como silenciosos murciélagos transparentes.
El autobús se fue llenando a los poquitos en cada parada y terminé con una asiática gordita como compañera de asiento. Llegué a la universidad y caminé hasta mi clase con pocas ganas de atender. Cuando entré al salón la profesora me recibió con la noticia de que no había enviado los documentos que le correspondía enviar a tiempo y que lo sentía mucho. Me dijo que no me preocupara; podría solicitar la misma beca el año que viene. Empecé a cagarme en todas las maravillosas ideas exculpatorias de la humanidad. Después de ese diminuto bajón dedicó unos minutos a regañarnos por no traer nuestro trabajo de casa para aprovechar el tiempo de la clase y laborar en nuestros proyectos. De más está decir que a las 10:50 a.m. salí de allí con pocas ganas de hacer amigos. Como sabía que sólo una buena dosis de crítica mortal y cinismo craso me sanaría las heridas me acerqué hasta la oficina de mi amigo Bill. Para continuar con la alegría, no estaba.
Apreté el botón del ascensor y pensé en ponerme los auriculares rápido para evitar conversaciones esporádicas con imbéciles sonrientes de esos que habitan en los aparatos de subir y bajar. Cuando se abrió la puerta salió una silla de ruedas eléctrica y detrás de ella salió Bill. Nos fuimos los tres (Bill, silla y yo) hasta su oficina y nos sentamos a hablar un rato.
Ahora cambio el tiempo de la narración porque el de la silla no está muerto. El tipo de la silla se llama Jacob. Tiene el pelo largo y una barba que acentúa la camisa rocanrolera que se suele poner (todas son negras, como las mías). Jacob no puede caminar ni hablar. Tampoco puede bañarse, comer o vestirse solo. Mueve su silla usando su retocida mano derecha y se comunica escribiendo mensajes cortos en una libreta que lleva siempre apoyada en su regazo y tiene que ser leída y luego devuelta a su lugar por quien charla con él. Agarra el bolígrafo como puede y su letra es casi ilegible... como la mía.
Regreso al pasado. Hablamos de música y Bill le hizo el cuento de cuando entrevistó a Willie Nelson. Jacob escribió sobre su graduación: se gradúa en mayo de su bachillerato en periodismo y quiere escribir para el Austin Chronicle. Bill le estaba ayudando con un artículo que quiere publicar sobre la vez que hizo "crowd surfing" en su silla de ruedas en un concierto de Korn porque el cantante lo reconoció e invitó al público a levantarlo y hacerlo viajar sobre la muchedumbre. Nos reímos un poco más y Jacob tuvo un par de taques de tos. Le encanta mi negro sentido del humor y a mi sus ganas de vivir.
Jacob se fue luego de un rato y Bill y yo sólo comentamos que conocer a alguien así te pone la vida en perspectiva. Cuando salí de la oficina de Bill me sentí como un imbécil. ¿A quién carajo le importa la beca? ¿Qué importa pasar un poco de frío? ¿Qué importa pasar un poco de hambre, de sed, de angustia, de dolor, sufrir un desengaño o tener que trabajar más de lo que nos gustaría? Los seres humanos son expertos en preocuparse por nimiedades. Cuando estaba llegando al autobús me dieron ganas de llorar. No es que me diera lástima Jacob sino que son pocas las veces en la vida las que se conoce a un ser humano con unos cojones así de admirables. Jacob es un monumento a echarle cojones a la vida. Deberíamos ser todos un poco más como él.
El autobús se fue llenando a los poquitos en cada parada y terminé con una asiática gordita como compañera de asiento. Llegué a la universidad y caminé hasta mi clase con pocas ganas de atender. Cuando entré al salón la profesora me recibió con la noticia de que no había enviado los documentos que le correspondía enviar a tiempo y que lo sentía mucho. Me dijo que no me preocupara; podría solicitar la misma beca el año que viene. Empecé a cagarme en todas las maravillosas ideas exculpatorias de la humanidad. Después de ese diminuto bajón dedicó unos minutos a regañarnos por no traer nuestro trabajo de casa para aprovechar el tiempo de la clase y laborar en nuestros proyectos. De más está decir que a las 10:50 a.m. salí de allí con pocas ganas de hacer amigos. Como sabía que sólo una buena dosis de crítica mortal y cinismo craso me sanaría las heridas me acerqué hasta la oficina de mi amigo Bill. Para continuar con la alegría, no estaba.
Apreté el botón del ascensor y pensé en ponerme los auriculares rápido para evitar conversaciones esporádicas con imbéciles sonrientes de esos que habitan en los aparatos de subir y bajar. Cuando se abrió la puerta salió una silla de ruedas eléctrica y detrás de ella salió Bill. Nos fuimos los tres (Bill, silla y yo) hasta su oficina y nos sentamos a hablar un rato.
Ahora cambio el tiempo de la narración porque el de la silla no está muerto. El tipo de la silla se llama Jacob. Tiene el pelo largo y una barba que acentúa la camisa rocanrolera que se suele poner (todas son negras, como las mías). Jacob no puede caminar ni hablar. Tampoco puede bañarse, comer o vestirse solo. Mueve su silla usando su retocida mano derecha y se comunica escribiendo mensajes cortos en una libreta que lleva siempre apoyada en su regazo y tiene que ser leída y luego devuelta a su lugar por quien charla con él. Agarra el bolígrafo como puede y su letra es casi ilegible... como la mía.
Regreso al pasado. Hablamos de música y Bill le hizo el cuento de cuando entrevistó a Willie Nelson. Jacob escribió sobre su graduación: se gradúa en mayo de su bachillerato en periodismo y quiere escribir para el Austin Chronicle. Bill le estaba ayudando con un artículo que quiere publicar sobre la vez que hizo "crowd surfing" en su silla de ruedas en un concierto de Korn porque el cantante lo reconoció e invitó al público a levantarlo y hacerlo viajar sobre la muchedumbre. Nos reímos un poco más y Jacob tuvo un par de taques de tos. Le encanta mi negro sentido del humor y a mi sus ganas de vivir.
Jacob se fue luego de un rato y Bill y yo sólo comentamos que conocer a alguien así te pone la vida en perspectiva. Cuando salí de la oficina de Bill me sentí como un imbécil. ¿A quién carajo le importa la beca? ¿Qué importa pasar un poco de frío? ¿Qué importa pasar un poco de hambre, de sed, de angustia, de dolor, sufrir un desengaño o tener que trabajar más de lo que nos gustaría? Los seres humanos son expertos en preocuparse por nimiedades. Cuando estaba llegando al autobús me dieron ganas de llorar. No es que me diera lástima Jacob sino que son pocas las veces en la vida las que se conoce a un ser humano con unos cojones así de admirables. Jacob es un monumento a echarle cojones a la vida. Deberíamos ser todos un poco más como él.
miércoles, 21 de enero de 2009
Tránsfuga
Tránsfuga absoluta: del vacío colectivo a la nada. Siento que en algún lugar entre el mar y un avión dejé tirados los últimos pedazos que quedaban de mi escritura con alas. Detestar los bloqueos es tan inútil como escupirle al universo. Creo que un programa sobre lo inevitable que son los finales me arrancó de cuajo la inspiración. También puede ser que las palabras descansan silentes en algún rincón ahogado en sombra y esperan que nos despistemos para saltarnos encima otra vez.
Existe también la posibilidad de que mi sistema aún se encuentre en recuperación después del impacto de sentirse tan de vuelta como si nunca me hubiese ido. A lo peor es por eso que cada nuevo papel revolotea por esta diminuta habitación con cara de amenaza.
Todos son excusas: es una noche perfecta para escribir. Si tan sólo hiciera silencio el televisor e hiciera menos frío afuera y la cama no se viera tan cansada y los zapatos dejaran de mirarme y la nevera no tuviera un motor de avión enfermo y a las mesa se le quitara esa tonta inclinación casi imperceptible y las teclas no requirieran tanto esfuerzo para trabajar y la playa estuviese más cerca y la montaña de ropa sucia no me acusara de delitos innombrables y el diccionario cobrase por hora y se me destapara la nariz e hiciera mutis la guitarra que suena en mi cabeza y el vacío saliera de los cajones... creo que entonces escribiría algo esta noche.
Existe también la posibilidad de que mi sistema aún se encuentre en recuperación después del impacto de sentirse tan de vuelta como si nunca me hubiese ido. A lo peor es por eso que cada nuevo papel revolotea por esta diminuta habitación con cara de amenaza.
Todos son excusas: es una noche perfecta para escribir. Si tan sólo hiciera silencio el televisor e hiciera menos frío afuera y la cama no se viera tan cansada y los zapatos dejaran de mirarme y la nevera no tuviera un motor de avión enfermo y a las mesa se le quitara esa tonta inclinación casi imperceptible y las teclas no requirieran tanto esfuerzo para trabajar y la playa estuviese más cerca y la montaña de ropa sucia no me acusara de delitos innombrables y el diccionario cobrase por hora y se me destapara la nariz e hiciera mutis la guitarra que suena en mi cabeza y el vacío saliera de los cajones... creo que entonces escribiría algo esta noche.
viernes, 16 de enero de 2009
Encarnación
Héroe de lo insepulto, camino entre las rosas.
Libre y doliente como un niño, canto.
Y es el olvido un árbol derramado en mi frente,
una forma inefable de sangre verdadera.
- Francisco Matos Paoli
Lamento que mi infinita estupidez no me permita agregar nada...
Libre y doliente como un niño, canto.
Y es el olvido un árbol derramado en mi frente,
una forma inefable de sangre verdadera.
- Francisco Matos Paoli
Lamento que mi infinita estupidez no me permita agregar nada...
jueves, 15 de enero de 2009
Cargando la batería
Es sábado y son las 7:30 a.m. Ojeo el periódico con poca concentración y haciendo un esfuerzo considerable por no leer nada: no me quiero joder el día. La puerta de casa se abre y se cierra varias veces y después de los consabidos abrazos y besos se llena mi mesa de entidades únicas e irrepetibles. La eventura espera.
Una parada para comprar hielo y un viaje de dos horas lleno de anécdotas, preguntas y discusiones intelectuales de alto vuelo mezcladas con banales chistes baratos (mientras más asquerosos mejor) le preceden al paraíso terrenal. A eso de las 11 de la mañana entramos en los caminos de tierra que desde mis 15 años me llevan a uno de mis sitios favoritos de esta dimensión: el último rincón de la jungla en Guánica.
Un leve percance y una confusión de Manu en cuanto al tema de la diestra y la siniestra desenlaza con nuestro vehículo varado en unos dos pies de fango salado. Las próximas dos horas son una mezcla surreal de lodo, esfuerzo, ideas, empujar, estirar, beber cerveza, atar cadenas, risas, bromas, chistes y felicidad.
Finalmente dos sujetos sin dientes rescatan al atrapado caballo de hierro y hacemos nuestras entrada triunfal al cielo.
Trobi, Manu, Willie, Jorge, Meche y yo. La playa y el agua clara. Primero cerveza, después vodka y al final, casi como un inevitable accidente, ron. Simpáticos pepinos escupen agua y los vasos se vacían. El pasado se reconquista con historias que el tiempo no ha logrado borrar. Se vence momentáneamente el pavor al futuro y se hacen planes. Olvidamos edad, responsabilidad, muerte, divorcios, vacas flacas, clases, abandonos, frustraciones y el reloj. Nos llenamos de existencia y curamos heridas con salitre. El horizonte no es más que un marco caído que encuadra la amistad en remojo. Vivimos a carcajada limpia una realidad temporal que casi hace posible creer en dios.
Al final todo se acaba, pero qué bien la pasamos. ¿Familia, repetimos en verano?
domingo, 4 de enero de 2009
No patrocino
No patrocino Starbucks porque me parece una asquerosa fantochería para yuppies, pseudointelectuales, universitarios con dinero y pendejutivos con trajes oscuros y un vacío insondable en la cabeza. Sólo quería aclararlo porque voy a hablar de otro sitio donde dicen que venden café (y poco más): Borders.
No patrocino Borders desde que descubrí Halfprice Books, una utopía comercial en la que adquiero mi literatura por un dólar. Cada libro que he comprado en esa tienda me ha costado, literalmente, 100 centavos. El problema radica en que ahora estoy de compras en Puerto Rico y tengo la ardua tarea de comprar un regalo para mi señor padre, devoralibros de por vida, crítico implacable e intelectual con mucha mala uva y demasiada experiencia literaria: no se le puede regalar cualquier mierda. Pues bien, visito el local de Plaza Escorial y luego el atestado infierno de Plaza Las Américas. He aquí una multiplicidad de razones por las que reitero después de esa experiencia que no patrocino Borders:
1- Louis-Ferdinand Céline, Thomas Mann, Nicholson Baker y hasta el genial José Saramago, por mencionar algunos, son alienígenas bestias desconocidas cuya obra pertenece en las polvorientas estanterías de sabios de larga barba blanca al lado del Necronomicon, Des Vermis Mysteriis y el Cultes des Goules. En defensa de ese antro, tenían un veintiúnico libro del Nobel portugués... el más nuevo y sumamente caro.
2- Un sinnúmero de punks, góticos y emos, todos entre los 14 y los 18 años, han hecho de los pasillos de la tienda su nueva sala de estar. No leen nada, no buscan nada y no compran un carajo; se limitan a sentarse a charlar en el medio y a estorbar al que busca un libro. Tranquilamente juegan PSP, hablan por el celular (nada más gótico que la comunicación interpersonal a larga distancia mediado por un diminuto aparato electrónico) y escuchan música. Mis instintos asesinos sienten un especial amor por todos ellos.
3- Gordas incultas, flacos ignorantes, jóvenes idiotas, envejecientes alelados, madres necias, hijos estúpidos y transeúntes increíblemente torpes se pasean por el medio en busca de nada. Algunos hasta se atreven a levantar la mandíbula al aire mientras discuten con otra bestia humana su opinión sobre el último libro de Silverio.
4- A falta de literatura real, mesas y más mesas rellenan el espacio-no-espacio con la insípida obra de Pablo Conejo, libros de cocina, panfletos de autoayuda, psicología light para analfabestias, malas traducciones de obras pésimas, enardecidas feministas latinoamericanas recontando la misma historia por enésima vez, insignificantes poetas soeces, audiolibros, reciclajes patéticos de la obra de Dan Brown, vacilonas novelas de suspense, el último secreto de los Templarios y muchas otras muestras de bazofia literaria, asesinatos innecesarios de árboles, sedimetos de la cultura consumista, desperdicios mentales de juntapalabras sin talento y malgastos imperdonables de espacio material.
Me cago en todo la cagable y hago la siguiente advertencia: el o la próxima genio que se atreva a decirme que Borders es una tienda de libros se va a llevar un bofetón que va a estar una semana cagando dientes. Lo dicho: no patrocino.
No patrocino Borders desde que descubrí Halfprice Books, una utopía comercial en la que adquiero mi literatura por un dólar. Cada libro que he comprado en esa tienda me ha costado, literalmente, 100 centavos. El problema radica en que ahora estoy de compras en Puerto Rico y tengo la ardua tarea de comprar un regalo para mi señor padre, devoralibros de por vida, crítico implacable e intelectual con mucha mala uva y demasiada experiencia literaria: no se le puede regalar cualquier mierda. Pues bien, visito el local de Plaza Escorial y luego el atestado infierno de Plaza Las Américas. He aquí una multiplicidad de razones por las que reitero después de esa experiencia que no patrocino Borders:
1- Louis-Ferdinand Céline, Thomas Mann, Nicholson Baker y hasta el genial José Saramago, por mencionar algunos, son alienígenas bestias desconocidas cuya obra pertenece en las polvorientas estanterías de sabios de larga barba blanca al lado del Necronomicon, Des Vermis Mysteriis y el Cultes des Goules. En defensa de ese antro, tenían un veintiúnico libro del Nobel portugués... el más nuevo y sumamente caro.
2- Un sinnúmero de punks, góticos y emos, todos entre los 14 y los 18 años, han hecho de los pasillos de la tienda su nueva sala de estar. No leen nada, no buscan nada y no compran un carajo; se limitan a sentarse a charlar en el medio y a estorbar al que busca un libro. Tranquilamente juegan PSP, hablan por el celular (nada más gótico que la comunicación interpersonal a larga distancia mediado por un diminuto aparato electrónico) y escuchan música. Mis instintos asesinos sienten un especial amor por todos ellos.
3- Gordas incultas, flacos ignorantes, jóvenes idiotas, envejecientes alelados, madres necias, hijos estúpidos y transeúntes increíblemente torpes se pasean por el medio en busca de nada. Algunos hasta se atreven a levantar la mandíbula al aire mientras discuten con otra bestia humana su opinión sobre el último libro de Silverio.
4- A falta de literatura real, mesas y más mesas rellenan el espacio-no-espacio con la insípida obra de Pablo Conejo, libros de cocina, panfletos de autoayuda, psicología light para analfabestias, malas traducciones de obras pésimas, enardecidas feministas latinoamericanas recontando la misma historia por enésima vez, insignificantes poetas soeces, audiolibros, reciclajes patéticos de la obra de Dan Brown, vacilonas novelas de suspense, el último secreto de los Templarios y muchas otras muestras de bazofia literaria, asesinatos innecesarios de árboles, sedimetos de la cultura consumista, desperdicios mentales de juntapalabras sin talento y malgastos imperdonables de espacio material.
Me cago en todo la cagable y hago la siguiente advertencia: el o la próxima genio que se atreva a decirme que Borders es una tienda de libros se va a llevar un bofetón que va a estar una semana cagando dientes. Lo dicho: no patrocino.
sábado, 3 de enero de 2009
Gracias, Mr. President
El día después de la toma de posesión de Flojuño, El Nuevo Día publicó esta carta de agradecimiento de este servidor al rey de la imbecilidad, al máximo exponente de la tontería, al señor de la guerra inútil, a la marioneta de Cheney, al más cagalitroso de todos los presidentes: George W. Bush. Aquí se las dejo con un poco de lástima por no haber podido utilizar los adjetivos calificativos que más exactos pero con la esperanza de que lo dicho cale hasta donde debe calar en un buen entendedor. Feliz año nuevo.
Gabino Iglesias
Escritor y periodista
Gracias, Mr. President
La nación americana se encuentra en un estado de excitación y desesperación por empezar a jugar con su nuevo presidente. Mientras esa fecha llega y todos los ciudadanos esperan con ansias locas la oportunidad de probar a su nuevo líder, deseo aprovechar para agradecerle su ejecutoria como presidente de la nación más poderosa del mundo al señor George W. Bush.
Señor Presidente: muchas gracias por demostrar que un individuo con el coeficiente intelectual de un poste de verja puede llegar a ese cargo.
Gracias por mantener a raya su personalidad belicosa y por otorgarle paz al pueblo que lo eligió.
Gracias por la misión cumplida en Irak y por la popularidad y simpatía de la que disfruta la nación americana a los ojos del mundo en virtud de sus brillantes decisiones, políticas humanistas y acertadas expresiones en público.
Gracias por respetar la opinión de la ONU y por estrechar los lazos con México. Gracias por defender con uñas y dientes los derechos de los prisioneros de guerra y de los inmigrantes ilegales. Gracias por batallar a toda costa contra la corrupción, la tortura y los grandes intereses. Gracias por su pronta y sabia respuesta a los atentados terroristas y a Katrina. Gracias por firmar de inmediato en tratado de Kyoto y por sus continuos esfuerzos por salvaguardar el medioambiente.
Gracias por exaltar la mediocridad, por lograr ese inmenso desarrollo económico del que disfruta su país, por crear tantos empleos, por ocuparse tan genialmente de las relaciones internacionales, por evitar guerras y gastos innecesarios, por apoyar a los homosexuales tan abiertamente y por mantener vivo el sueño de la democracia.
A sabiendas de que tan buen trabajo no es posible sin la ayuda de sabios y sensatos colaboradores, también me gustaría agradecer a los mercenarios repulsivos de Alberto Gonzales y Dick Cheney. ¡Gracias a los tres!
Gabino Iglesias
Escritor y periodista
Gracias, Mr. President
La nación americana se encuentra en un estado de excitación y desesperación por empezar a jugar con su nuevo presidente. Mientras esa fecha llega y todos los ciudadanos esperan con ansias locas la oportunidad de probar a su nuevo líder, deseo aprovechar para agradecerle su ejecutoria como presidente de la nación más poderosa del mundo al señor George W. Bush.
Señor Presidente: muchas gracias por demostrar que un individuo con el coeficiente intelectual de un poste de verja puede llegar a ese cargo.
Gracias por mantener a raya su personalidad belicosa y por otorgarle paz al pueblo que lo eligió.
Gracias por la misión cumplida en Irak y por la popularidad y simpatía de la que disfruta la nación americana a los ojos del mundo en virtud de sus brillantes decisiones, políticas humanistas y acertadas expresiones en público.
Gracias por respetar la opinión de la ONU y por estrechar los lazos con México. Gracias por defender con uñas y dientes los derechos de los prisioneros de guerra y de los inmigrantes ilegales. Gracias por batallar a toda costa contra la corrupción, la tortura y los grandes intereses. Gracias por su pronta y sabia respuesta a los atentados terroristas y a Katrina. Gracias por firmar de inmediato en tratado de Kyoto y por sus continuos esfuerzos por salvaguardar el medioambiente.
Gracias por exaltar la mediocridad, por lograr ese inmenso desarrollo económico del que disfruta su país, por crear tantos empleos, por ocuparse tan genialmente de las relaciones internacionales, por evitar guerras y gastos innecesarios, por apoyar a los homosexuales tan abiertamente y por mantener vivo el sueño de la democracia.
A sabiendas de que tan buen trabajo no es posible sin la ayuda de sabios y sensatos colaboradores, también me gustaría agradecer a los mercenarios repulsivos de Alberto Gonzales y Dick Cheney. ¡Gracias a los tres!
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