lunes, 23 de julio de 2007

Sometimes life is good

Afuera un rayo parte la noche y sorbo mi cerveza parsimoniosamente, como quien no quiere la cosa. La lluvia cae al pavimento como una venganza y yo escribo en calzoncillos. Es por comodidad más que por un statement. Hay una novela a medio leer en la mesita de noche que me está llamando. El televisor se aburre de estar apagado. Escucho la ducha en el cuarto de baño de este hotel lleno de fantasmas y apuesto mis últimos dólares a que es un ángel duchándose. Tengo un monday blues que te cagas y estoy harto de conducir. Escribo un poema pésimo sobre aceptar que no soy Bukowski y lo guardo para borrarlo después, u olvidarme de hacerlo y reirme cuando lo vuelva a encontrar. Pienso que también llueve en esa playa que hay frente al hotel y me río. Fort Lauderdale no es Nueva York, pero vale la pena visitarla. Estoy en una ciudad llena de ex-hippies, negocios de comida rápida y latinos exiliados: las vacaciones perfectas para escribir. La puerta del baño se abre y sale el ángel: gané la apuesta. De repente me siento como un ganador y la tormenta de afuera no me molesta tanto. La cerveza empieza a calentarse y acepto que necesito darme un baño. Probablemente la vida siga después de la lluvia y la calle esté en el mismo sitio. Así es la vida, por lo menos cuando es buena.

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