domingo, 11 de diciembre de 2011

Buscapié: Arbolito

Aquí les dejo un poco de espíritu navideño. Que aproveche.

11 Diciembre 2011
Arbolito
Gabino Iglesias

De una caja escondida en lo más profundo de un armario salen unas luces de Navidad para el arbolito. Ninguna enciende. El padre maldice. Un hermano se larga y la hermana recuerda con dulzura vestida de ácido la misma estampa un año tras otro.

Cuando de niña dijo que sería mejor comprar un árbol sintético, la tildaron de ridícula. El año que se opuso a la locura colectiva del Viernes Negro, la madre amenazó con desheredarla. El año que expresó disgusto con lo que su hermano llamaba música navideña de verdad, un tío alcohólico le llamó ignorante y vendepatria. El año que no pudo venir porque los créditos en la universidad habían subido de precio, empuñaron contra ella la palabra elitista. El año en que expresó su interés en ser considerada una mujer y no una niña, la ignoraron.

Ahora hay un edificio hecho de regalos que nadie puede pagar esperando ser reconstruido debajo de un arbolito que alumbra un pillo de luz. Los padres están más viejos, los hermanos más abrasivos, el país al que regresa más podrido y delincuente.

La mujer mira por la ventana para escapar mientras sus padres intentan desenredar las luces. Debajo de una palma de cocos levanta sus mecánicas cabezas dos venados alienígenas. Más allá un gigantesco gordo con barba blanca opaca a un trío de tipos en camello. En la casa de la acera opuesta, unas luces blancas cuelgan desde la Navidad anterior. El conjunto de imágenes hace que algo se rompa en el pecho de la mujer.

La aceptación llega como un disparo: ella no pertenece. Los que la tildaron de elitista tenían razón: la mujer conoce, desea y siente merecer algo mejor, algo lejos de casa,.

El brillo de las luces viene acompañado de un grito de alegría. Los saltos de luz verde, amarilla y roja rebotan en el interior de la lágrima que cabalga la mejilla de la mujer, mientras ella suspira por otra Navidad en la temible geografía de una vivienda que nunca sintió hogar.

n El autor es estudiante doctoral.


Pueden ver el original aquí

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