El 2011 se está acercando a su fin y eso significa que debo empezar a pensar en la entrada de los mejores y peores libros del año. En los pasados 12 meses he leído y escrito como un poseso y he encendido un televisor en unas quince ocasiones (por lo general en hoteles). Sin embargo, el vómito de perro conocido como "pop culture" ha logrado llegar hasta mi. Con tal de asegurarme de no dejar varias cosas en el tintero antes de que termine el año, hoy me doy a la tarea de repasar, sin obedecer a ningún orden en particular, las cinco cosas y personajes que me han causado un leve caso de sarpullido testicular en el 2011.
5. Jennifer López. En las tiendas, los restaurantes, la televisión y en cualquier sitio en que mis oídos estuvieran a la merced de los (dis)gustos musicales de la masa, la JLo sonaba con una de sus dos canciones del año. La primera se llama "On the floor" y me llamó la atención porque en el 2011 los productores se han quedado tan cortos de ideas que hasta usaron la melodía de la lambada(!). El coro de la canción dice así:
Dance the night away
Live your life and stay young on the floor
Dance the night away
Grab somebody drink a little more
El tema me ayudó a entender esa famosa frase americana: "Bitch, act your age!" Señora, usted ya tiene más de 40 tulipanes, un par de hijos, su celulitis bien puesta y una colección de divorcios; staying young on the floor no es más que una quimera ridícula. Cuando uno de los tipos más inmaduros del mundo (servidor) le dice que se comporte como el adultito que es, me parece que es hora de hacer ajustes.
La segunda "canción" se llama "Papi" y la nomino para el premio al título más ridículo del año. El coro dice así:
Move your body, Move your body
Dance for your papi
Rock your body, Rock your body,
Dance for your papi
Además de que la letra de la canción está al mismo nivel que las peripecias literarias de los Black Eyed Peas, la misma no es lo que más me irrita; lo peor es la JLo diciendo: "Move your barea" y "Rock your barea." Barea es un jugador de baloncesto y no le pertenece a nadie para que lo estén jamaqueando. Sra. López, hágame el favor y, ya que no habla español, por lo menos aprenda inglés: se pronuncia "bodi" or "badi" (dependiendo del acento), pero nunca "barea."
4. Las Kardashians. Si no es un video porno es una boda, pero las tipas hacen lo que sea por retener su puesto como el vacío epicentro de la cultura de los "celebrealities." No cantan, no bailan, no escriben, no actúan y, en mi humilde opinión, ni siquiera alegran la vista en demasía. Sólo nos queda esperar que una de ellas se muera en el 2012 para que su inmortalidad quede asegurada.
3. La gramática en Facebook. Este año más que ningún otro usé Facebook para compartir mi trabajo como periodista. Cada vez que entraba, alguien había escrito algo mal en inglés, se había pasado las reglas de puntuación por el culo, había escrito cuatro oraciones sin una sola mayúscula o cualquier otra barrabasada de ese estilo. Por lo general esta acción provenía de alguna persona con 3,000 "amigos" que buscaba una caricia para su ego y un poco de faranduleo de andar por casa. Gente: aprendan a escribir, por favor. El look de analfabestia ya está un poco passé.
2. Calle 13. Los que me leen regularmente sabrán que el "cantante" René Pérez y su discursito patriota/rebelde/listillo/revolucionario me causa arcadas unas cuantas veces al año. En el 2011, a René le dieron un racimo de premios de esos que se llaman Latin Grammys y que son a la música lo que los obituarios son a la literatura. No conformes con eso, los boricuas se encargaron de darle una medalla y el resto del mundo se enfocó en celebrar una canción que lleva por título "Latinoamérica" y que rima palabras como lucha, bandera, tierra, patria y camino. En otras palabras, la canción es una colección de clichés que demuestra que hay muchísima gente que, aún a estas alturas y con Puerto Rico hundiéndose en muertos, se tragan el discurso de una América Latina unida. Por lo general los primeros en salir en defensa de la canción y de Calle 13 son imbéciles pasionales con déficit neuronal que inmediatamente se dan la vuelta y sueltan un chiste haciéndole burla a los hermanos dominicanos.
1. Andrea de Castro Font. Como columnista de El Nuevo Día y boricua en el exilio, mis días suelen empezar con una visita a endi.com y a ese bastión del entretenimiento barato que es Primera Hora. Hace unos meses empezó a aparecer aquí y allá una gordita con cara de tonta que es hija de un preso. Lejos de pretender que saliera algo mejor de los genes de un tipo como Jorge de Castro Font, por lo menos esperaba que esta muchacha se mantuviese en el oscuro anonimato y silencio que el resto del mundo merece. No es así. Como una versión boricua, barata y gordita de una Kardashian, Andrea está en la radio, la televisión, la Internet y el periódico. He conversado con algunos de los intelectos más respetables de Puerto Rico y nadie ha podido contestar satisfactoriamente a mis preguntas: Chiste aparte, ¿quién hostias es esta tipa? ¿Por qué la llaman "microempresaria"? ¿A quién le importa su vida? ¿Por qué sale en el periódico? ¿Cuánto tiempo va a durar este sinsentido? ¿No podemos quedarnos sólo con Maripily?
Bah, ahí les dejo eso. La entrada de los libros viene por ahí y trae mucho menos ácido que esta.
jueves, 29 de diciembre de 2011
domingo, 11 de diciembre de 2011
Buscapié: Arbolito
Aquí les dejo un poco de espíritu navideño. Que aproveche.
11 Diciembre 2011
Arbolito
Gabino Iglesias
De una caja escondida en lo más profundo de un armario salen unas luces de Navidad para el arbolito. Ninguna enciende. El padre maldice. Un hermano se larga y la hermana recuerda con dulzura vestida de ácido la misma estampa un año tras otro.
Cuando de niña dijo que sería mejor comprar un árbol sintético, la tildaron de ridícula. El año que se opuso a la locura colectiva del Viernes Negro, la madre amenazó con desheredarla. El año que expresó disgusto con lo que su hermano llamaba música navideña de verdad, un tío alcohólico le llamó ignorante y vendepatria. El año que no pudo venir porque los créditos en la universidad habían subido de precio, empuñaron contra ella la palabra elitista. El año en que expresó su interés en ser considerada una mujer y no una niña, la ignoraron.
Ahora hay un edificio hecho de regalos que nadie puede pagar esperando ser reconstruido debajo de un arbolito que alumbra un pillo de luz. Los padres están más viejos, los hermanos más abrasivos, el país al que regresa más podrido y delincuente.
La mujer mira por la ventana para escapar mientras sus padres intentan desenredar las luces. Debajo de una palma de cocos levanta sus mecánicas cabezas dos venados alienígenas. Más allá un gigantesco gordo con barba blanca opaca a un trío de tipos en camello. En la casa de la acera opuesta, unas luces blancas cuelgan desde la Navidad anterior. El conjunto de imágenes hace que algo se rompa en el pecho de la mujer.
La aceptación llega como un disparo: ella no pertenece. Los que la tildaron de elitista tenían razón: la mujer conoce, desea y siente merecer algo mejor, algo lejos de casa,.
El brillo de las luces viene acompañado de un grito de alegría. Los saltos de luz verde, amarilla y roja rebotan en el interior de la lágrima que cabalga la mejilla de la mujer, mientras ella suspira por otra Navidad en la temible geografía de una vivienda que nunca sintió hogar.
n El autor es estudiante doctoral.
Pueden ver el original aquí
11 Diciembre 2011
Arbolito
Gabino Iglesias
De una caja escondida en lo más profundo de un armario salen unas luces de Navidad para el arbolito. Ninguna enciende. El padre maldice. Un hermano se larga y la hermana recuerda con dulzura vestida de ácido la misma estampa un año tras otro.
Cuando de niña dijo que sería mejor comprar un árbol sintético, la tildaron de ridícula. El año que se opuso a la locura colectiva del Viernes Negro, la madre amenazó con desheredarla. El año que expresó disgusto con lo que su hermano llamaba música navideña de verdad, un tío alcohólico le llamó ignorante y vendepatria. El año que no pudo venir porque los créditos en la universidad habían subido de precio, empuñaron contra ella la palabra elitista. El año en que expresó su interés en ser considerada una mujer y no una niña, la ignoraron.
Ahora hay un edificio hecho de regalos que nadie puede pagar esperando ser reconstruido debajo de un arbolito que alumbra un pillo de luz. Los padres están más viejos, los hermanos más abrasivos, el país al que regresa más podrido y delincuente.
La mujer mira por la ventana para escapar mientras sus padres intentan desenredar las luces. Debajo de una palma de cocos levanta sus mecánicas cabezas dos venados alienígenas. Más allá un gigantesco gordo con barba blanca opaca a un trío de tipos en camello. En la casa de la acera opuesta, unas luces blancas cuelgan desde la Navidad anterior. El conjunto de imágenes hace que algo se rompa en el pecho de la mujer.
La aceptación llega como un disparo: ella no pertenece. Los que la tildaron de elitista tenían razón: la mujer conoce, desea y siente merecer algo mejor, algo lejos de casa,.
El brillo de las luces viene acompañado de un grito de alegría. Los saltos de luz verde, amarilla y roja rebotan en el interior de la lágrima que cabalga la mejilla de la mujer, mientras ella suspira por otra Navidad en la temible geografía de una vivienda que nunca sintió hogar.
n El autor es estudiante doctoral.
Pueden ver el original aquí
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