jueves, 14 de febrero de 2008

La entrada más innecesaria


Esta entrada es inexcusable. No tengo ninguna obligación de hablar de San Valentín. Sin embargo, una necesidad imperiosa me empuja a faltarle el respeto a mi blog y sucumbir a la tentación irreductible de publicar algo irreverente y morboso al respecto.

Hace una década entré en casa del polifacético gurú Juan Andreu y vi en la pared un Cupido asesinado. Era ese mismo que hay enla foto y cuyo creador ha evadido por completo mis averiguaciones. En aquel entonces, trago en mano, me reí con alegría pura y descontrolada. Los que tengan una necesidad de conocer más sobre el verdadero San Valentín (el que el casaba parejas bajo el rito de la Iglesia Católica y fue ejecutado por mandato del emperador Claudio II) que lo busque en Internet. A mi, en este momento, me ocupa más la destrucción de ese gordito afeminado con poca ropa que los medios nos meten por ojos nariz y boca. Aclaro que el momento en que vea un gordito afeminado con alas empuñando arco y flecha en mi dirección, seré el primero en correr en dirección contraria.

Hoy la industria del chocolate hace su agosto y las tiendas de flores harán lo mismo. Las filas en los palacios puertorriqueños del amor y la amistad, es decir, los moteles, serán interminables y los chillos y chillas sufrirán estúpidos ataques de celos injustificados. Igualmente, las parejas irán a cenar e intentarán no gritarse hasta mañana, los solteros y solteras perennes caerán en una depresión de variable magnitud y salpicada de negación absoluta en algunas instancias.

En resúmen, al carajo con el niñito de las flechas. He dejado que me dispare en el pasado y, después de soberanos vals bailados al borde del precipio exitencial, opto por tomar mis propias decisiones a la hora de enamorarme. Convoca a la humanidad a un esfuerzo global por la victoria del sentido sobre Cupido. Sé que será inútil, pero igualmente me parece hermoso.

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