jueves, 20 de diciembre de 2007

Viajeros étnicos

Mi amor por el lenguaje sigue creciendo a diario. Igual velocida de desarrolo lleva mi odio por la estupidez humana y la sinrazón de la existencia de muchos seres. Esta columna la publicó El Nuevo Día el martes 18 de diciembre. Es una breve declaración en pos de la defensa del la lengua materna y una invitación a visitar el diccionario en caso de duda.

18-DICIEMBRE-2007
GABINO IGLESIAS
PRESIODISTA Y ESCRITOR

Los viajeros étnicos

La aversión nacional a visitar esporádicamente un diccionario sólo se compara con el afán de utilizar palabras exquisitas a la hora de aparecer en la prensa. El lunes apareció en este rotativo una noticia que exponía la ya conocida práctica boricua de viajar en navidad. De hecho, el título de la misma era claro, conciso y directo: “Miles de boricuas viajan para las fiestas”.
Sin embargo, en dicho texto apareció una cita de Michael Luciano, presidente de la Asociación de Gerentes de Aerolíneas que operan en el aeropuerto internacional Luís Muñoz Marín, que complicó el asunto. La cita era la siguiente: “Por la condición de Puerto Rico, la época tradicional de Navidad es bien movida por el viajero étnico que viaja a Orlando y Nueva York”. Las preguntas y comentarios, tanto en la calle como el la versión digital del rotativo, no se hicieron esperar: la gente quería saber qué es un “viajero étnico”.
Aclaro.
Étnico es un adjetivo utilizado para señalar a una persona u objeto perteneciente o relativo a una nación, raza o etnia (da la casualidad que el 100 por ciento de la humanidad es étnica). Por tanto, la más fácil traducción de “viajero étnico” es “viajero puertorriqueño”. Del mismo modo, la tan popular “ropa étnica” que tanto anuncian varias tiendas no es más que “ropa de algún sitio”.
Por otro lado, la cita, aunque corta, presenta varias interrogantes de mucho más difícil esclarecimiento: ¿cuál es la “condición” de Puerto Rico que empuja a la migración navideña? ¿Están al tanto los “viajeros étnicos” de la historia sociopolítica que los lleva a los “municipios” de Orlando y Nueva York? ¿No hubiese sido más fácil decir otra cosa que no fuera “viajero étnico”? ¿No sería más apropiado acompañar “étnico” con “muy movida” en lugar de “bien movida”? Feliz Navidad.

lunes, 17 de diciembre de 2007

La Navidad se me atraganta

Era algo inevitable. Llevaba asomando la nariz desde finales de octubre y cobró mucha fuerza a mediados de noviembre. Comenzaron a incrementar la cantidad y el volumen de los malditos “shoppers”, sacaron del armario nacional y desempolvaron a los cuatristas, el país empezó a comprar billetes de avión para los municipios de Orlando y Nueva York y empecé a tener pesadillas sobre la primera aparición de Tavín Pumarejo. Ya la semana antes de comernos el pavo era algo inminente: llegaba la Navidad… y esta mañana fue de reflexión navideña total.
Esta mañana salí de casa y la mirada obscena de dos iluminados venados alienígenas me espantó. Miré a mi alrededor intentando ubicar un punto de referencia conocido para tranquilizarme y noté que en lugar de crecer hongos por el exceso de lluvia de los últimos días, lo que puebla la grama de mis vecinos son regalos multicolores forrados de metal. Me percato de que todo se ve igual. Al lado los reglaos sembrados en los frentes de casi todas las casas suele haber una ridícula cápsula esférica y transparente desde dentro de la cual algún personaje, que puede ser desde Jesús hasta Pooh, mira con cara de idiota hacia fuera mientras nieva a su alrededor.
Seguí caminando y más adelante observé un Santa que asomaba sus pies por la entrada de un iglú sembrado frente a una puerta y cerca de un caribeñísimo hombre de nieve. Sentí cómo se resquebrajaba mi cordura y abrí la puerta del carro con desesperación para huir de ese absurdo infierno. Me subí a mi vehículo para escapar de tanta locura y, justo cuando estaba cerrando la puerta, me percaté de una de las mentadas cápsulas que contenía a los tres Reyes Magos en su interior mientras soportaban el embate de la constante nieve con cara de placer (pregunta forzosa: ¿cuándo ostia nevó en Nazaret?).
Empecé a conducir hasta mi trabajo y la reflexión invadió mi cabeza en contra de mi voluntad. Pienso que vivo en un país donde la homogeneización navideña hace más daño que bien. Mezclamos coquito con Coca-cola, lechón con turrón, arroz con gandules con Santa, morcilla con nueces, güiros y panderetas con villancicos clásicos y los hombres de nieve comparten terrenos decorativos con los tres Reyes Magos en lo que resulta un singular arroz con culo homogeneizador que sólo complica el ya enorme problema de la identidad puertorriqueña.
Además, nadie se percata de que durante las fiestas, la ridiculez esa del calentamiento global se olvida por completo (¿dónde queda Bali?) y todo el mundo lanza por las nubes el consumo energético con la puesta en escena de innecesaria y cursi iluminación navideña que decora los árboles, paredes, casas y patios en todos los rincones del país. También están los que, no conformes con el innecesario gasto energético, salen a comprar un pobre cadáver de árbol no nativo que vino en un contendor de camión desde algún país frío. Pero no sólo la pagan el planeta y los árboles: la masacre de los pavos se repite con los pobres cerdos.
Pausa obligatoria. De pequeño me enseñaron que en Navidad celebrábamos el nacimiento de Jesús. Después crecí y aprendí que desde la fecha elegida hasta la celebración han sido vapuleadas a gusto de los hombres (para variar) y que no suele ser en el imaginario popular más que una fiesta de consumo desmedido e intercambio de regalos inmerecidos. Ahora me doy cuenta de otra cosa: el lechón es, más allá de Jesucristo, la figura central de la Navidad puertorriqueña y el festejo es, en lugar de una celebración religiosa, una de índole porcina. “El lechón se coge, se mata y se pela…”, “Ese pobre lechón que murió de repente…”, “A comer pasteles, a comer lechón, arroz con gandules y a beber ron…”, etcétera. La figura del cerdito en la vara es la realidad nacional y la figura representativa de las fiestas. Tan es así que hoy señala un periódico los peligros de la dieta navideña y del alcoholismo disfrazado de comilona familiar.
Luces, bebidas, lechón, regalos, centros comerciales abarrotados, música ridícula y sumamente repetitiva que llaman “folklórica” y balas al aire: esa es la sintomatología de que llegó diciembre a Puerto Rico.
Que conste, no estoy despotricando contra las fiestas, sólo señalando sus interesantes peculiaridades y sus totales absurdos. Espero que entre la cara de felicidad de los seres queridos a los que les pienso regalar algo, las películas estúpidas de la tele, el coquito de Ady, el turrón, las risas y los sándwiches de morcilla, pueda disfrutar la Navidad más allá de las ridiculeces promedio del país.

jueves, 6 de diciembre de 2007

Aceptando que soy un bestia

Al que me conoce no le cabe duda de que soy un retrograda asesino, un cavernícola que sabe escribir, un bruto con trabajo de oficina. No niego nada de eso. Lo único que dejo claro con esta columna es que mis pecados y asesinatos, mis deseos sangrientos y los golpes que daría ocn placer, gusto y gana son sólo los que nadie más dice que quiere dar. El mundo es una mierda, eso ya lo sabemos, pero forrando a ostias a un par de imbéciles, todo podría ir un poco mejor.

30-Noviembre-2007
GABINO IGLESIAS
PERIODISTA Y ESCRITOR

El bestia soy yo

Llámenlo retrato de un país, breve historia del día a día, perpetuación de lo infinito, postmodernidad criminal, salvaje ataque (como lo bautiza este rotativo) o simplemente el próximo caso que se diluirá en el consciente colectivo y no llegará a nada. También podríamos definirlo como el nuevo caso que nunca desembocará en la pena de muerte por los derechos del presunto asesino, bla, bla, bla.
Yo opto por no llamarlo nada por el asco que me da. No obstante, para aquellos que se empeñen en nombrarlo, discutirlo o comentarlo como parte de su participación en la opinión pública, el diccionario provee diversas herramientas descriptivas: salvaje, atroz, abominable, repugnante, aborrecible, imperdonable, horroroso, execrable, deleznable, estúpido, lamentable, etc.
Unos dirán que es culpa de la madre, otros señalarán al Departamento de la Familia, muchos, con mirada encarnizada, culparán al agresor y siempre habrá alguno obstinado en que es culpa de Dios y/o el Gobierno.
Lamentablemente, y espero que sólo sea por el momento, el único que sabe qué pasó a ciencia cierta es Emmanuel Marcano. Claro está, tomando en consideración su confesión, me atrevo a proponer varias ideas. Nuevamente, invito a visitar su diccionario más cercano: lapidar, ahorcar, linchar, apuñalar, balear, etc.
Mi propuesta es mucho más sencilla: cada padre y madre de familia que sea trabajador, cariñoso y protector de sus hijos contra todo tendrá derecho a empuñar su arma blanca de preferencia y descargar su furia contra este sujeto (recuerden justificarlo como él lo hizo: “desesperación”).
En cuanto a aquellos que lean y me llamen cruel, desalmado, asesino, bestia, etc., poco me importa. Cada cabeza que asienta sobre esta columna durante el día de hoy me sirve de redención. Otro sodomizó y golpeó una niña de tres años hasta la muerte, pero, por lo que escribo, el bestia soy yo.