Litertortura
Gabino Iglesias
Hace casi un año se publicó mi
primer libro, Gutmouth. Parte de una competencia, el libro pertenece al género
bizarro, un animal literario que critica y se ríe desde el espacio que se abrió
a golpes la literatura posmoderna. Como buen puertorriqueño, el día que el
libro salió al mercado una voz en mi cabeza dijo "Tranquilo, el apoyo
boricua es incondicional". Boxeadores, reinas de belleza, cantantes, y una
larga línea de etcéteras lo demuestran. Por desgracia, nadie me dijo que eso no
le aplicaba a los escritores.
Para regar la voz escribí correos a
los medios. La voz me aseguraba que me harían caso. A los críticos culturales
nadie los ignora porque temen caer en su mirilla, me decía la voz...y mentía.
La mitad de los correos no recibieron respuesta. Algunos recibieron respuestas
tristes: cada vez se publican menos artículos sobre libros. Yo insistía. La
carrera de Jovani Vázquez ocupa a los periodistas culturales. Yo intentaba controlar
mi cinismo. La voz callaba.
Me llegaron mensajes de escritores
boricuas. Me explicaban que sus libros se habían ahogado en silencio, que los
había arrastrado el olvido al rincón más recóndito de la nada. Compartíamos la
pérdida de lectores. La voz me ignoraba si le preguntaba por qué la crítica
estadounidense abrazaba mi libro y la de mi patria no. En febrero salió la
versión digital del libro y la voz revivió. Me enseñaba artículos sobre la
popularidad de los "ebooks". No pasó nada. "Oye", decía la
voz, "por lo menos a Eduardo Lalo lo quieren en Venezuela, piensa en eso".
Gutmouth fue nominado al Wonderland
Book Award, un premio anual que se otorga a la literatura anómala, sucia,
inusual, peligrosa. La voz y yo nos negábamos a aceptar el silencio. Escribimos
otra vez. El resultado fue el mismo. Mi amor por los escritores boricuas creció.
A un mes del final del concurso, la voz desapareció una noche. Dejó una nota en
la nevera: "Hacer litertortura es cosa de locos. Suerte." Yo
aproveché el silencio y empecé otra novela.