21 de abril de 2013
Guagua
Gabino Iglesias
El joven se sube en la guagua y toma asiento. El graffiti de la
ventana ni le añade ni le quita encanto al dilapidado mundo que hay del
otro lado. Los movimientos del autobús y el calor de la tarde lo
adormecen, pero las conversaciones que hay a su alrededor le golpean con
fragmentos que espantan a Morfeo.
“Sí, nena, la chiquita de Juanma. Ya tiene cinco meses de embarazo y lo que tiene son catorce trapo de años”, dice una señora con “dubi” y una colección de arrugas en la frente.
“Papi, si se pone payaso, tú sabes que me puedes llamar y yo te resuelvo. Cuando el mamao ése vea la nueve se le va a quitar lo de macho”, le escupe a su celular un macharrán con una gorra que aún tiene pegado todo lo que tenía pegado el día que la compraron.
“Y cuando seamos estado, esa guachafita se va acabar. Con el plebiscito que viene ahora la estadidad está en el bolsillo. Lo que yo quiero ver es con qué excusa van a volver pa’ la isla todos los que se fueron cuando la cosa estaba mala”, argumenta un caballero entrado en años y con cara de pocos amigos.
“Kim ya se metió en las doscientas libras. Lo acabo de ver en una revista haciendo fila en el supermercado”, declara una joven con uñas kilométricas.
El joven trata de ignorar lo que escucha. La gente está llena de opiniones insólitas y argumentos blandos. Para él, poco importa la letanía de ridiculeces con las que se ocupan. Sus problemas son más serios: no tiene trabajo, no hay dinero para pagar los préstamos estudiantiles, su novia está embarazada y esperar los resultados de la biopsia de su madre es algo que le quita el sueño.
Afuera el Sol empieza a meterse en el mar. En el horizonte hay nubes, y no un hongo nuclear. Eso es bueno. Mañana es otro día. La lucha sigue.
El autor es estudiante doctoral.“Sí, nena, la chiquita de Juanma. Ya tiene cinco meses de embarazo y lo que tiene son catorce trapo de años”, dice una señora con “dubi” y una colección de arrugas en la frente.
“Papi, si se pone payaso, tú sabes que me puedes llamar y yo te resuelvo. Cuando el mamao ése vea la nueve se le va a quitar lo de macho”, le escupe a su celular un macharrán con una gorra que aún tiene pegado todo lo que tenía pegado el día que la compraron.
“Y cuando seamos estado, esa guachafita se va acabar. Con el plebiscito que viene ahora la estadidad está en el bolsillo. Lo que yo quiero ver es con qué excusa van a volver pa’ la isla todos los que se fueron cuando la cosa estaba mala”, argumenta un caballero entrado en años y con cara de pocos amigos.
“Kim ya se metió en las doscientas libras. Lo acabo de ver en una revista haciendo fila en el supermercado”, declara una joven con uñas kilométricas.
El joven trata de ignorar lo que escucha. La gente está llena de opiniones insólitas y argumentos blandos. Para él, poco importa la letanía de ridiculeces con las que se ocupan. Sus problemas son más serios: no tiene trabajo, no hay dinero para pagar los préstamos estudiantiles, su novia está embarazada y esperar los resultados de la biopsia de su madre es algo que le quita el sueño.
Afuera el Sol empieza a meterse en el mar. En el horizonte hay nubes, y no un hongo nuclear. Eso es bueno. Mañana es otro día. La lucha sigue.
Pueden ver el original aquí.