martes, 25 de mayo de 2010

Gonzo

Earlie Hudnall es uno de los fotógrafos más importantes de la nación americana. Si me preguntan, defiendo lo siguiente: es uno de los más importantes fotógrafos a nivel mundial. El que tenga algo que argumentar sabe dónde puede conseguirme. El trabajo de Hudnall es increíblemente elocuente, técnicamente perfecto, conmovedor, poderoso, real, valiente y hermoso. Para colmo, el tipo es un amor, un verdadero caballero lleno de simpatía, con una sonrisa dulce y unos ojos inteligentes que te dejan saber que ha visto mucho. Probablemente ha visto demasiado.
El domingo me subí en mi carro temprano en la mañana y tres horas y media después estaba en Houston, sentado en casa de Earlie con una cámara prestada, una grabadora jodida que nunca encendió y una libreta de periodista. Lo demás es historia.
Estaba allí porque voy a escribir un perfil de Earlie para el Texas Observer. La idea fue mía. Como de costumbre, me lanzé de cabeza a las preguntas mientras Earlie sacaba las fotos de su última exposición de una caja reforzada. Me contó la historia de su vida y algunas aventuras que tuvo en lugares tan remotos como Tanzanía, Portugal, París, Madrid y África del Sur. También hablamos de la pobreza y la calle en lugares tan cercanos como Mississippi y Houston. Mientras hablábamos, un festival de arte pasó por delante de mis ojos y vi de cerca algunas de la fotos más geniales que he visto en mi vida.
Pocas personas conocen Houston tan a fondo como Earlie así que, fiel a mi estilo gonzo, lo convencí de largarmos: nos subimos en su carro y nos fuimos a buscar una historia, la historia de Earlie, la mía, la tuya, cualquier historia que valga la pena contar. Si la historia no aparecía, nos meteríamos en problemas para crearla.
Para aquellos que no saben que coño es gonzo, gonzo es el estilo periodístico que creó Hunter S. Thompson. En pocas palabras, consiste en saber que no hay historia hasta que uno se suma a los eventos, que las cosas se narran en primera persona (para eso es mi historia y la cuento yo) y que la objetividad es una mentira que le meten a los niños en la cabeza cuando estudian un bachillerato en periodismo. Yo, queridos lectores, soy practicante de gonzo desde antes de saber lo que era. Para mi, la historia tiene muchos lados... pero siempre hay uno que tiene la razón. Jamás me he declarado un periodista o escritor objetivo y lo que escribo me ha valido hasta amenazas de muerte. Poco importa: para ser periodista hay que tener agallas y un cuchillo entre los dientes.
En cualquier caso, Earlie y yo transitamos por todo Houston, a veces a pie a veces en carro, hablamos con la gente de los wards (los peores barrios de Houston), sacamos fotos (incluyendo unas de una iglesia quemada, ja!), nos cagamos en el gobierno y celebramos estar vivos. El mundo, como decía Thompson, es un lugar raro: algunos se hacen ricos mientras otros comen mierda y mueren. Earlie sabe esa realidad y la retrata sin hacer apología de nada.
El día terminó y, cuando llegó la noche, me despedí. Mucho rock y muchas millas después estaba otra vez en casa. Ahora tengo que escribir el perfil con todo lo que aprendí y con una falta crasa de objetividad. Such is gonzo.

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