Es sábado y la vida se las arregla para que tenga que salir a la calle. Estoy en Plaza Carolina y se me aguza el ojo. Estoy en una tienda de zapatos y detrás de la caja registradora hay una mujer muy varonil toda vestida de negro. Veo que tiene una pulsera de plástico en la muñeca izquierda. La pulsera tiene escrito "Dios es Bueno". Eso sí que es una declaración del carajo. Sigo mirándola por aquello del entretenimiento y me percato de que tiene un enorme chupón o hicky en el lado derecho de su cuello. Me río. Me asomo a la puerta de la tienda parsa escapar de la maldad que hay en mi cerebro y no decir nada y veo un gigantesco muñeco de alrededor de 11 o 12 pies de alto. Es un cabezón con un uniforme de la Guardia Nacional y juega con cinco o seis niños que tiene a su alrededor. Siento náuseas y vuelvo a entrar a la tienda. Hay un cochofle negro con el pelo pintado de amarillo al lado de la caja. Lleva unos pantalones blancos tan apretados que le deben estar tocando el ombligo... por dentro. Salgo de allí esperando que la visita al supermercado me depare menos visuales desagradables.
Llego al supermercado y me bajo. Llueve. Aprieto los dientes y me cago en Murphy como siempre. Después de dos minutos de confusión encuentro un carrito. Obviamente, no anda bien y tira para la derecha. Choco dos veces al girar para entrar en los pasillos hiperpoblados del recinto. Finalmente, luego de varios empujones y tres o cuatro viejas cruzadas en el medio, llego a hacer la fila para pagar. Veo pasar un gordo como de siete pies con la barriga saliéndosele por debajo de la camisa y un culo que las nalgas casi le pegaban en la nuca cuando caminaba. Miro hacia delante para evitar problemas. En frente de mi carrito hay una ghetto queen con un tatuaje indescifrable en el antebrazo izquierdo. Lleva una camisita azul apretada que revela todas sus formas, y eso no es bueno porque dichas formas debería haberse quedado ocultas. Tiene más maquillaje que un payaso. Decido mirar mejor lo que está comprando antes de sucumbir a la rutina de ver las TeVe Guía para combatir el aburrimiento. Eventualemente escribiré algo sobre mi idea de que se puede decir mucho de una persona por lo que compra en el supermercado. La ghetto queen lleva, entre otras cosas, ocho latas de cornbeef marca Grande y 16, si, dos veces ocho, padrinos de dos litros de Fanta de uva.
Salgo del supermercado a buscar el carro bajo la lluvia y mientras corro pienso en la paz y tranquilidad, en la belleza y el solaz que me ofrecen mis callados libros y el silencio pac+ifico de mi casa. Creo que me estoy volviendo viejo.
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