Aprietas los dientes y tomas lo que te ofrecen. Es eso o el precipicio. Dejas la depresión en el baúl del carro, al sol, y te bajas en algún destino. Sabes que te engañaron y te duele, pero sigues adelante. Sueñas con rascacielos y horizontes, otros lugares, otros tiempos, otras gentes, otros planes. La verdad te abofetea la cara y sólo te queda sonreír. No puedes refugiarte en al acohol, no puedes escapar al pasado. La paz está en las canciones del camino y en la seguridad intermitente de que algo nuevo y mejor espera a la vuelta de la esquina. Te sientes un esclavo asalariado, un pateado de la vida. Te sientas a leer poemas maniacodepresivos y a ver programas vacíos en la televisión. Así es la vida.
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