Podría hacer un post larguísimo hablando de cómo Paco fue el responsable de que cogiera una guitarra por primera vez o explicando el hecho de que el jazz y el flamenco hubiesen tardado mucho más en acoplarse si no fuese por sus experiementos. Podría llenar páginas que sólo llamarían la atención de los nerds musicales como yo escribiendo sobre la importancia de la carrera de Paco para el cajón, sobre cómo incorporó el bajo eléctrico al flamenco y sobre la innegable verdad que todo fan del cante sabe: que los mejores discos de Camarón no serían lo que son sin la guitarra y los arreglos de Paco de Lucía. No voy a hacer eso porque de eso se encargarán los medios hoy y mañana. En lugar de ese ensayo interminable sobre Paco, voy a dejar aquí un enlace a un post del 2012:
Rolling Stone no sabe un carajo de guitarristas (la piedra en mi zapato)
Paco ocupa el primer lugar en esa lista, ayer, hoy y siempre. Estoy seguro de que Facebook se va a llenar de lamentaciones y links. Poco importa. Las muertes de famosos llenan las redes sociales todas las semanas. A mi me importa ésta. Tuve la oportunidad de ver a Paco en vivo en Austin en el One World Theatre. Después de décadas escuchando su música, el concierto fué todo lo que esperaba y algo más. Paco era la guitarra y el duende vivía en sus manos. Ahora llora la guitarra, llora España, llora el flamenco y lloro yo. Hasta siempre, Maestro.
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