domingo, 29 de agosto de 2010

Comienzo

Agosto llega a su final. La ciudad resucita. Las calles se llenan de gente. En las tiendas hay filas ridículas que durante los tres meses previos nadie pensó posibles. Los novatos andan por la urbe como ganado asustado: en manada y con los ojos muy abiertos. Los vendedores ambulantes regresan a sus puestos. Los estacionamientos de cubren de metal, cristales y goma negra. El gimnasio se llena de amateurs con poco que hacer y mucho que estorbar. La universidad vibra con la energía de un semestre nuevo. Los estudiantes se hacen promesas y agarran cada sílabo como se agarra un libro que se desea leer. Los autobuses se llenan de bostezos mañaneros. La sonrisas abundan.
Yo río. Antes de que se den cuenta, el semestre será un animal vivo que requiere trabajo. Los agradables profesores del primer día exigirán trabajos de mala gana. Los autobuses apestarán a rutina, horarios incómodos y pies de gente sin bañar. Llegarán los exámenes y con ellos vendrán las primeras bajas. Luego pasarán los meses y la gente comenzará a desear con ansias locas que llegue diciembre para que todo acabe. En enero se repetirá el ciclo.
Así es la vida en la universidad: un eterno retorno de múltiples variaciones.

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