Aquí les dejo la columna de hoy.
10 de junio de 2012
Zombi
Gabino Iglesias
Recuerdo una infancia en la cual la posibilidad de que un huracán
azotara nuestra isla era razón suficiente para que las caras de mis
vecinos se iluminaran con un sonrisa. No entendía por qué un fenómeno
atmosférico que acarreaba destrucción y pérdidas podía ser convertido en
elemento de jolgorio. Sin embargo, con el paso de los años entendí la
magia que traían consigo los vientos del huracán: un cambio pasajero que
destrozaba el agrio sabor de nuestra desesperante y agitada
“estagnación”.
Ahora los americanos se dedican a almorzarse los unos a los otros y los puertorriqueños tiene una quimera de la que agarrarse mientras esperan por los huracanes: el apocalipsis zombi. Los cómics nos dieron mucha acción que desear, George A. Romero demostró que un centro comercial puede ser un lugar excitante y la plétora de series de televisión, películas, juegos de vídeo y libros que hoy inundan el mercado nos hacen desear una oportunidad de ser héroes.
Si bien las diferencias entre los muertos ambulantes y la población general son ínfimas, pensar que podemos salir de este estancamiento, que podemos levantarnos mañana en un mundo donde darle rienda suelta a nuestros impulsos más violentos es la única manera de sobrevivir. Es una utopía que le gana a cualquier realidad actual.
La televisión nos enseñó que las situaciones tensas y peligrosas son terreno fértil para el cambio, el heroísmo y el romance. Es más excitante contemplar la idea de pintar una pared con los sesos del vecino que te cae mal que chuparse la avalancha de anuncios políticos que saturan la caja tonta. Aunque los zombis traigan muerte, las posibilidades son más apasionantes que este aborrecimiento cultural.
Es fácil criticar a los que apetecen un mundo de podredumbre y violencia, pero pensémoslo bien: dientes que rasguen la piel de algún político, los ricos refugiándose con los pobres, los gatilleros haciendo de las suyas, libres de repercusiones y salvando vidas con sus balas, nada de tapones y un poco de ejercicio.
No suena nada mal.
El autor es estudiante doctoral.Ahora los americanos se dedican a almorzarse los unos a los otros y los puertorriqueños tiene una quimera de la que agarrarse mientras esperan por los huracanes: el apocalipsis zombi. Los cómics nos dieron mucha acción que desear, George A. Romero demostró que un centro comercial puede ser un lugar excitante y la plétora de series de televisión, películas, juegos de vídeo y libros que hoy inundan el mercado nos hacen desear una oportunidad de ser héroes.
Si bien las diferencias entre los muertos ambulantes y la población general son ínfimas, pensar que podemos salir de este estancamiento, que podemos levantarnos mañana en un mundo donde darle rienda suelta a nuestros impulsos más violentos es la única manera de sobrevivir. Es una utopía que le gana a cualquier realidad actual.
La televisión nos enseñó que las situaciones tensas y peligrosas son terreno fértil para el cambio, el heroísmo y el romance. Es más excitante contemplar la idea de pintar una pared con los sesos del vecino que te cae mal que chuparse la avalancha de anuncios políticos que saturan la caja tonta. Aunque los zombis traigan muerte, las posibilidades son más apasionantes que este aborrecimiento cultural.
Es fácil criticar a los que apetecen un mundo de podredumbre y violencia, pero pensémoslo bien: dientes que rasguen la piel de algún político, los ricos refugiándose con los pobres, los gatilleros haciendo de las suyas, libres de repercusiones y salvando vidas con sus balas, nada de tapones y un poco de ejercicio.
No suena nada mal.
Pueden leer el original aquí.
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