sábado, 1 de octubre de 2011
Baudrillard, otra vez (o el fin de tu realidad)
"El simulacro nunca es lo que esconde la verdad -- es una verdad que esconde el hecho de que no hay ninguna. El simulacro es verdad."
- Eclesiastés
En algún principio imaginado nos otorgaron los signos. Luego, obedeciendo a las necesidades de una mente que se autodenomina racional, inventamos unas "realidades" inamovibles, absolutas y eternas que, con el tiempo, se fueron convirtiendo en norma/realidad. El resultado de ello es una sociedad que cree en dios, en la verdad, en la justicia, en el amor y en la posibilidad de una normatividad aceptable e inequívoca. Lo que es peor, resulta en una consciencia colectiva perennemente en busca de una contestación final y firme, de una realidad absoluta. En otras palabras, la humanidad, en su inmensa mayoría, vive segurísima de una "realidad" que no es más que la sombra de algo que no existe. Esto nos ata la cabeza al vacío, nos empequeñece el intelecto y le cierra las puertas a la posibilidad.
Ante la falta de realidad, dice Jean Baudrillard, pretendemos y/o disimulamos. Sin embargo, ambas acciones dejan intacto el principio de la realidad. La diferencia entre disimular (pretender que no se es o no se tiene algo) y pretender (fingir que se tiene o se es algo que no es) está "enmascarada," mientras que la simulación (y entenderla!) amenaza directamente la diferencia entre lo "real" y lo "falso," lo "real" y lo "imaginario." Si suena complicado es porque así escribe el teórico. Sin embargo, nada más claro que los cinco pasos mediante los cuales la sombra de algo que no existe llega a ser aceptada como una realidad absoluta.
"Así serían las fases sucesivas de la imagen:
1. es el reflejo de una realidad profunda;
2. enmascara y desnaturaliza una realidad profunda;
3. enmascara la ausencia de una realidad profunda;
4. no guarda relación con ninguna realidad en los absoluto;
5. es su propio puro simulacro."
Nada, que aquellos que necesitan seguir creyendo en la "realidad" sigan rezándole a las sombras, argumentando con la razón del vacío y confiando en que la nada es un buen lugar para apoyarse. Yo me voy a tomar un café con alguna sombra y a abrir la cabeza, sacar el cuchillo y asesinar la realidad.
Interesante Baudrillard y de acuerdo con el. Creo que toda "realidad" es en realidad un simulacro. Tal vez lo importante sería reconocerlo para hacer como dices "asesinar aquella realidad que no nos funcione." Y esto lo digo en sentido colectivo, puesto que en lo personal lo debemos practicar a cada rato.
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