El reloj ya marca más de las doce. Cualquier otro día el significado de esto sería casi nulo: otra transición que me agarra leyendo o escribiendo. No obstante, hoy la historia es otra: me toca cumplir años...otra vez. Treinta tulipanes y contando.
Aunque prefiero invertir mi tiempo en otros menesteres, en días como este me obligo a hacer recuento. Tengo más o menos las mismas cicatrices del año pasado, no paso hambre y mis viejos están vivos. Mis amigos son mis hermanos y aún retienen la capacidad de sonreír, me gano la vida haciendo lo que me gusta y nunca me falta un buen libro que leer. Vivo sumergido en la música, hay cerveza fría en la nevera y vivo con una compañera que en algunas ocasiones logra entenderme. He logrado convertir el sarcasmo en un deporte en el que destaco y me he pulido en el arte de huir sistemáticamente de la estupidez. Nada mal si consideramos que para empezar a entender algo hay que vivir unas cinco décadas.
Es viernes y más allá de los confines de mi apartamento hay una ciudad que estalla en pequeñas celebraciones privadas y en masivos eventos cuyo motor es el asesinato, dulce aunque pasajero, del ocio. Sin embargo yo estoy solo con un par de ideas y la magia de Mingus. No se me antojan bullicios desmedidos y celebraciones extemporáneas que pretenden esconder realidades tangibles. Podrá ser que estoy un año más agrio, o un año mas sabio, pero me parece que a veces basta con sonrisa sardónica lanzada contra un muro en soledad para celebrar todo lo que nos da la vida.
Dentro de un rato me meteré en la cama, arrastrando conmigo unos huesos que continúan desgastándose a pesar de cualquier esfuerzo por evitarlo, y llenaré mi cabeza con tardes de playa, barbacoas con la gente que quiero y algún que otro plan para el futuro. Cuando me levante usaré el día para explorar algún rincón del mundo que aún me sea extraño y luego me beberé algo a mi salud.
Treinta tulipanes y dando guerra. Treinta estacas y sigo sin poner la rodilla en el suelo. Treinta años y sigo vivo.
De regalo les dejo una cita de Celine que publiqué en el 2009 el día de mi cumpleaños. Si algo he aprendido en estas tres décadas es a ofender con propósito, a escoger mis batallas y a acercarme a cada cosa desde el punto de vista más torcido. En esa locura he encontrado mis retazos de paz.
"... the only true manifestations of our innermost being are war and insanity, those two absolute nightmares." (Journey To The End Of The Night, p. 359)
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