domingo, 9 de enero de 2011

Decimo buscapié

Un buscapié me parece la mejor manera de comenzar el año. Aquí se los dejo. En caso de que algún religiosillo recalcitrante tenga ganas de argumentar, ya saben dónde encontrarme.

09 Enero 2011
Boda


Los novios, jóvenes, hermosos y educados, entrelazan sus dilatadas pupilas y se prometen amor eterno. Esa promesa, al igual que todas las otras imposibilidades que se han susurrado al oído a lo largo de los años, no es más que una veleidad producto de las feromonas. Sin embargo, para ellos, cada promesa encierra un futuro lleno de prosperidad. Rebosantes de júbilo celebran su unión protocolar y su ofrenda de adhesión. Aunque el amor sea un algo imaginado, un concepto frívolo, una invención del mercado de los chocolates, los novios entienden que lo que sienten amerita una ceremonia en nombre de la deidad por la que han optado faltarle a la razón. ¡Bendito sea su derecho!

Con música de fondo y el aplauso enardecido de familiares y amigos, los novios son declarados marido y marido y unen sus labios con una pasión desmedida cuya belleza llena de lágrimas los ojos de los presentes. La dicha cae sobre ellos y una felicidad tibia los arropa.

De pronto comienzan a caer improperios sobre las peinadas cabezas de los novios. Un grupo de pederastas empedernidos, alcohólicos abusadores, macharranes analfabestias, proxenetas, políticos, televangelistas y demás catástrofes humanas les escupen oprobios y prohibiciones desde algún pedestal imaginario.

Su cariño se les antoja una aberración y buscan algún sodomita de clóset con sotana para que avale su atroz opinión homofóbica. Buscan excusas en un libro que no han leído y ponen funestas palabras en boca de su deidad predilecta. Los maldicen en nombre de un dios irracional, celoso e iracundo. Les queda vedado por la mayoría de las autoridades la participación en el sacrosanto e inocuo ritual arcaico que sólo destroza la muerte o cualquier abogado. Ante el oscurantismo propuesto por la masa opositora, Torquemada resulta campeón del raciocinio.

Los novios se abrazan a la razón que les acompaña y a la posibilidad de un futuro donde no impere la inopia. Juntos esperan que se acabe la tormenta de agravios. En sus estremecidos cerebros se levanta, oscura y monolítica, la duda de siempre: ¿hasta cuándo?

n El autor es estudiante doctoral.


http://www.elnuevodia.com/columna-boda-859265.html

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