viernes, 18 de diciembre de 2009

La Idea de Obama

Obama no es un político, es una idea. Esa idea choca con lo que la realidad dice y es por ello que muchas personas sienten que Obama los engañó. Si bien es cierto que Obama, como todo animal político, mintió descaradamente y prometió milagros a diestra y siniestra, la masa hizo lo que mejor sabe hacer: tragarse el cuento con cara de tontos y pedir más. Lo que sigue es una columna que me publicó El Nuevo Día hoy, viernes 18 de diciembre.

La idea de Obama
Gabino Iglesias
Periodista y escritor

En un momento histórico en que la rampante idiocia de un presidente pedía a gritos que éste fuera suplantado por otro diametralmente opuesto, surgió de forma mesiánica la figura de Barack Obama. La enorme popularidad de Obama y la forma en que movilizó el voto sin distinción de color, edad o credo político sumaron una realidad electoral que, a todas luces, no volveremos a ver nunca.

La consecuente victoria se debió en gran medida a la construcción magistral de un discurso basado en principios elementales que, prometidos en aquel contexto histórico, resultaban imprescindibles, elementales y sumamente atractivos: cambio y esperanza. Sin embargo, las expectativas implícitas que los votantes destilaron del explícito compromiso hoy resultan dolorosamente incumplidas.

¿Quién tiene la culpa? Tanto los votantes como Obama.

Obama prometió demasiadas cosas, tanto categórica como tácitamente: he ahí su falta como político. Por otro lado, esa realidad sólo obedecía a su naturaleza de animal político y los votantes creyeron ciegamente en todo lo que salía de su boca: he ahí su craso error. Lo que si está claro es que hay que expiar a Obama de la creación mitómana de la Idea de Obama: esa Idea es culpa de todos los que devoraron el discurso con ansias locas, poco pensamiento crítico y una singular carencia de memoria histórica. Simultáneamente, hay que perdonar al pueblo por haber caído en la trampa en un momento histórico en que parecía que el Apocalípsis se aproximaba de forma súmamente acelerada y la guerra parecía comerse al mundo.

En resumen: el creciente desasosiego con la falta de cambio inmediato, la frustración por la demacrada situación económica y hasta la sorpresa de un prematuro e inmerecido Nobel de la Paz son males que sólo el entendimiento profundo de la situación y la figura REAL puede ayudar a paliar.

Recomencemos.

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