jueves, 17 de septiembre de 2009

En defensa de la literatura

En una loable demostración de fortaleza testicular, El Nuevo Día publicó hoy, jueves 17 de Septiembre, una columna que les envié en relación a las atrocidades mentales del Departameto de (Des)Educación de Puerto Rico. El diario ha tenido las agallas de dedicarle no sólo la editorial de ayer sino que también han dado espacio ha varios ciudadanos y escritores para que se expresen al respecto. Poco les importó que me burlara de una de sus periodistas. Los aplaudo.

GABINO IGLESIAS
Mentes burdas y soeces

Resulta que el deplorable estado de la juventud en Puerto Rico no se debe a la fragmentación de la familia, al lamentable estado de las instituciones educativas, al interminable problema de las drogas, al ejemplo fallido de líderes políticos, celebridades y religiosos o a la falta de oportunidades. El culpable de que nuestro futuro se tambalee es el lenguaje burdo y soez que contienen los libros que leen nuestros jóvenes.

Aparentemente, lejos de pensar que los niños cada día leen menos, que el lenguaje sufre atroces transformaciones que la academia no puede detener ni remendar, que las generaciones van degenerándose mentalmente y que nuestros jóvenes cada vez salen peor en las pruebas de aprovechamiento académico, lo que necesitamos es recortar el número de influencias literarias a las que exponemos a nuestros niños.

Mientras todos los fines de semana los medios realizan un conteo de los asesinatos y los políticos y empresarios hacen alarde de su déficit neuronal, corto vocabulario y atrofiadas ideas, el Departamento de Educación ha llegado a la conclusión de que eliminar o guardar para más tarde ciertas obras literarias, cuyo contenido consideran burdo y soez, es la mejor manera de salvaguardar la inocencia léxica de los estudiantes.

Ahora me tomo la libertad de utilizar un vocabulario basto para expresarme: la decisión de eliminar o posponer la lectura de cualquier libro no es más que una bufonada más por parte de un alicaído sistema educativo que tiene más problemas de los que puede arreglar.

Insinuar que leer un libro puede tan siquiera compararse con las barbaries del lenguaje a la que se exponen a diario los jóvenes es una memez. Por último, dar un “reversazo” en pos de que termine la “zaga” de eventos (palabras que saco de este diario) es la única opción inteligente: tómenla ya.

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