Advertencia: lo que sigue son los pedazos que he podido rescatar de una conversación que tuve conmigo mismo bajo la luz de la luna y bajo los efectos embriagantes del bendito bálsamo nacional conocido comúnmente como pitorro.
Qúe mierda, no me gusta para nada Carlos Fuentes. ¿Por qué gritan tanto las mujeres cuando se emborrachan? Poco importa: en este país todo el mundo escribe. Sobran libros. Hay que empezar a matar escritores: lo que hace falta son más putas y más taxistas. ¿Cuánto va a durar la innecesaria perorata mediática en torno a Michael Jackson? Nació un hombre negro y murió una vieja fea japonesa: fin de la historia. Apuesto lo que sea que hasta el metalenguaje tiene un límite claro y definido. ¿Será que la gente no mata políticos por mera vagancia? Algún día formaré y lideraré el ejercito de los que detestan al imbécil ladrón de Ricardo Arjona. El que no ha probado café hecho en un prensa francesa no ha probado café. La mejor forma de desarmar al tiempo es ignorándolo. Distinto a lo que muchos creen, en el mundo no hay dos playas iguales. A veces mis dedos extrañan mi guitarra con la fuerza que los pulmones de un ahogado extrañan el aire. ¿Por qué nadie comenta nunca en mi blog? Sencilla respuesta: no escribes nada que pellizque su necesidad de drama. ¿Por qué casi todos los libros malos son de más de 500 páginas? Tengo ganas de ir al cine. Puedes beber pitorro dos horas y te seguirá quemando la garganta tanto como el primer trago. Moriría de sobredosis si se pudieran inyectar las canciones.
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