miércoles, 10 de junio de 2009

Culo inquieto

En menos de un mes he dormido en siete camas diferentes en tres países distintos. He viajado en autobús, carro privado, en avión, en taxi y a pie. Pasé de leer un interesante recuento ficcionalizado de la fiebre amarilla en el New Orleans de 1841 a devorar la delicia literaria de una obra maestra: Viaje al final de la noche de Celine. He bebido cerveza fría con buenos amigos y he masticado las hojas de menta de un sabroso mojito metido en un jacuzzi. He disfrutado de grasoso pollo frito y pintoresco arroz chino en la grata compañía de mis viejos. He sumergido mi cuerpo en las calientísimas aguas que corren cerca de la base del volcán Arenal. He logrado ignorar por completo el periódico, apagar mi celular y no ver televisión. Los proyectos que habitan dentro de mi computadora han cruzado océanos en pos de adquirir la sal literaria que sólo consigue el que viaja...
Hoy es otro día. Me levanto y me dispongo a explorar. Por el momento, el verano va bien.

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