miércoles, 30 de abril de 2008

Panóptica líquida

Jamás deja de sorprenderme la infinita creatividad criminal del homo puertorricensis. En este caso se encargaron de las cámaras de seguridad de un residencial. Es jocoso, tienen que aceptarlo. Además, pocas veces se ve un ejemplo tan inocente y claro de la puesta en práctica de la ironía. Se publicó el miércoles 30 de abril.

30-Abril-2008
Gabino Iglesias
Periodista y escritor

Panóptica líquida

Un cartelito rojo advierte al criminal indeciso que el banco que mira con ojo pecaminoso cuenta con la protección de cámaras de seguridad.
Gracias a la advertencia cuadrangular, en el lugar se respira tranquilidad y las personas cuentan su dinero cerca de la puerta, caminan hasta sus autos en paz o entran con su vida metida en un sobre para depositar. Un falso bienestar viene atado a la cámara de seguridad: ¿será que no ven esos programas basados en grabaciones de esas mismas cámaras?
La realidad es que cuando empezó a discutirse la propuesta de colocar este tipo de dispositivo de vigilancia en diversos complejos de vivienda pública del País me pareció genial. De hecho, creo que se debe extender su uso a calles y lugares públicos en general.
Ahora resulta que un número indefinido de sujetos, protegidos por la oscuridad de la noche, hizo alarde de lo que realmente somos: maléficos primates hiperdesarrollados y se las ingeniaron para subirse a los edificios del residencial Las Dalias, en Río Piedras, y robarse las cámaras de seguridad que, más allá del humor del asunto, estaban puestas allí para desalentar la actividad criminal.
Semejante acto pone en tela de juicio la forma en que se está administrando el proyecto, la inmediatez de las soluciones que provee (¿no deberían tener a los culpables tras las rejas ya si las cámaras de verdad funcionaran?) y la inteligencia de los ladrones del patio.
Por otro lado, la imaginación y la ignorante valentía de los sujetos que hurtaron el equipo es admirable. El resultado poético de su castigable acto nocturno es algo que, supongo desde la plataforma de mi infinita ignorancia, jamás imaginaron los perpetradores: hacer agua el epicentro de la panóptica gubernamental a través de la ironía sencilla y directa de robarle los ojos al mirón.

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