viernes, 23 de noviembre de 2007

San Pavo

Resulta que ayer, jueves 22 de noviembre, celebramos el famoso Día de Acción de Gracias. Obviamente, ante la celebración del genocidio, tenía que manifestarme. En resumen, lo que realmente quería decir, tanto en la columna que me publicó El Nuevo Día como en las dos páginas que publiqué en Universia, es lop siguiente: ojalá que los indios americoanos hubiesen sabido en aquel entonces lo que sabemos ahora, les tirarn piedras al barco y mandaran a los putos colonos asesinos de vuelta al carajo sin dejarlos pisar tierra firme.

22-Noviembre-2007
GABINO IGLESIAS
PERIODISTA Y ESCRITOR

Genocidio, amnesia y pavo: el día de Thanksgiving.

Thanksgiving, literalmente “dar gracias”, mejor conocido como el Día de Acción de Gracias, es prueba irrefutable de que las costumbres, por ridículas que sean, jamás se cuestionan.
Este maravilloso día del año suele comenzar con la risible seudo ceremonia de “perdonar” un pavo en la Casa Blanca antes de entrar a llenarse la barriga con muchos otros. En Puerto Rico lo celebramos con decoraciones, originales pavos y pastel de calabaza y lo puertorriqueñizamos a base de arroz con gandules. ¿Y qué festejamos? Pues el capitalismo, el genocidio, la amnesia histórica y el hecho de que los indios que, de acuerdo a todas las representaciones kitsch del mercado, se comieron aquel infame primer pavo con los colonos, son el grupo étnico más pobre dentro del país más rico del mundo.
Jamás imaginaríamos posible la celebración de un Día de Celebración del Holocausto en Alemania, pero podemos comer hasta reventar en celebración del genocidio de los indios. Cerramos los ojos y le damos gracias a Dios por el pavo, los centros comerciales, la Beca Pell, los días feriados, la salud y las reservaciones indígenas antes de colaborar con el segundo genocidio que celebramos ese día: el del pavo. En algunos casos, antes de practicar la gula, pedimos a Dios por los casi novecientos millones de personas del mundo que pasan hambre. Después del amén llega el pavo, el relleno, el arroz con gandules, la ensalada de papas, el pastel de calabaza y todos los demás componentes de un menú que, por aquello de hay gente que pasa hambre, repetiremos durante tres o cuatro días a causa de exceso de alimento que pusimos sobre la mesa.
Sólo espero que entre bocados de pavo y la siesta “post-jartera” tengamos unos minutos para cuestionar qué celebramos. No me malinterpreten, sólo quería desearles buen provecho.

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