Aquí les dejo la columna de hoy. En Puerto Rico, nadie vota por los políticos imbéciles, nadie veía No Te Duermas y nadie ve La Comay...
9 de diciembre de 2012
Muñeca
Gabino Iglesias
La frase empecé a usarla hace años. “Vieja, La Comay miente”. La
decía cuando encontraba a mi madre viendo a la muñeca de la voz
estridente destrozar la reputación de alguien. La advertencia escondía
un acidulado desagrado y un tonto sentido de supremacía moral. Aunque
cierta, mi denuncia poco le importaba a mi madre, quien otorgaba al
programa la importancia que se le da a un circo de pulgas. Al resto del
país también parecía importarle poco la falta de escrúpulos de Antulio
“Kobbo” Santarrosa a la hora de sentarse frente a la caja tonta. Con el paso de los años, en lugar de desaparecer, La Comay se fue metiendo en el tejido cultural del país. Los niveles de audiencia siempre fueron envidiables. La chismología salió del barrio, ocupó el “prime time” y los niños de Puerto Rico crecieron con la idea de que se podía triunfar en la vida aun llamándose Antulio y con un apodo igual de feo.
Hoy día, La Comay es un retorcido tumor cultural que le otorga infinita veracidad al dicho popular de que sarna con gusto no pica. Generaciones de puertorriqueños piensan en La Comay cada vez que dicen o escuchan “aparente y alegadamente” y cientos de abogados en ciernes han leído casos de la muñeca.
Sin embargo, mi asco sigue ahí. Mi desagrado nunca ha dejado de existir y sólo ha encontrado desahogo en tertulias de alto vuelo con críticos culturales que sueñan a escondidas con tener un público tan fiel como el de la muñeca. Pese a todo, debajo de esa repugnancia que siento por el programa, su presentador y lo que ambos representan, La Comay sigue en su sitio.
Ahora hablan de un boicot. El mismo país que ha hecho del programa un fenómeno digno de atención internacional, hoy se queja de que Kobbo es un ser repugnante e intolerante. Me parece genial. Sin embargo, mi animadversión, que es vieja y sabia, les dice esto: Joe Ramos, presidente de Wapa Televisión, pontificó que La Comay “es la voz del pueblo de Puerto Rico”.
Pueden ver el original aquí.